Estoy en lo más alto de mi edificio, viendo a la gente como hormiga ir y venir pensando que tan grande es el mundo y nosotros tan pequeños, soy Ana Leal una reconocida diseñadora de moda, famosa y con el título de bruja de hielo, por ser despiadada y no tocarme el corazón para destruir a nadie, solo que a veces vienen a mi mente recuerdos de mi pasado y la antigua yo quiere volver a salir, es entonces cuando recuerdo que no obtuve nada por ser buena y amable, en ese tiempo solo recibí malos tratos y maldad, por nada del mundo vuelvo a ser así de frágil...
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Capitulo VII Dormir juntos
Ana
Salí del baño envuelta en mi bata de baño y para mi sorpresa ahí estaba Gabriel tenía el cabello mojado como señal que se había duchado, entre al closet y me cambié a mi ropa de dormir.
Ana: que haces aquí?
Gabriel: de ahora en adelante dormiremos juntos.
Ana: ok bueno me voy a dormir, estoy cansada.
Gabriel: está bien, voy a redactar unas cartas y ya te alcanzó.
Ana: buenas noches, cariño (sarcasmo) te espero.
Mi pesadilla apenas empieza ya pronto seré su esposa y no tendré excusas para no acostarme con él, tengo que tener un punto fijo y lo que más importa en este momento es obtener mi libertad.
Me acosté dándole la espalda al otro lado de la cama y poco a poco sentí como me iba quedando dormida, desperté a media noche y se me hizo raro que Gabriel aún no se había acostado sino que estaba trabajando en su computadora.
Ana: aún en el trabajo?
Gabriel: si ya casi termino, perdón si te desperté.
Ana: no te preocupes igual no duermo mucho.
Gabriel: he terminado, vamos a dormir.
Gabriel se acercó a la cama y se acostó al otro lado de la misma.
Gabriel: trata de descansar, no quiero que mi esposa se vea fea el día de la boda.
Ana: tu siempre tan sutil.
Le di la espalda y no le hable más este se acercó a mí y me abrazó por la espalda eso no me lo esperaba.
Gabriel: ya duérmete que tus ojos abiertos no me dejan dormir.
Cerré mis ojos y me quedé quieta para poder dormir y aunque parezca raro no me costó nada dormí lo que quedaba de la noche, me despertó un rayo del sol que se coló a través de la ventana, no podía creer que Gabriel aún estaba a mi lado abrazándome alcance el teléfono y ya eran las diez de la mañana, nunca en toda mi vida había dormido hasta tan tarde.
Gabriel: tienes hambre?
Ana: si un poco y quiero ir al baño.
Gabriel: anda al baño y cambiante para que bajemos a desayunar.
Ana: está bien nos vemos ahora.
Salí de la cama me duché me puse un vestido que me llega a la rodilla unas zapatillas sin tacón, Gabriel no estaba en la habitación así que asumí que había bajado al comedor, baje las escaleras y ahí estaba él sentado esperando algo. Estaba vestido con ropa de casa se veía tan guapo, no entendía que me pasaba con él se supone que debía odiarlo y ese sentimiento no era lo que estaba sintiendo en este momento.
Ana: buenos días, disculpa la demora.
Gabriel: no te preocupes también voy llegando.
Ana: y que vas a hacer hoy?
Gabriel: pensé pasar el día contigo viendo películas o algo así.
Ana: en serio pues claro que me gustaría tengo muchas películas en mente.
Gabriel: imagino que todas románticas.
Ana: pues imaginas mal, el romance no es lo mío además creo que el romance no existe.
Gabriel: si alguien te escucha hablar así pensaran que soy una máquina sin sentimientos.
Ana: y no es así?
La cara de Gabriel me hizo mucha gracia y no podía dejar de reír, el solo me miraba y creo que la risa se le contagio porque el empezó a reír sin parar, por primera vez no salimos de pelea o algo por el estilo, terminamos el desayuno y nos fuimos a ver las películas el escogió una de romance, no le dije nada solo deje que la pusiera de primera, así la tortura no sería mucha.
Al final de la película mis ojos estaban llorosos, esa película era muy triste y al final los amantes no pudieron estar juntos, mi corazón dolió al recordar a mi madre y como la perdí, y fue cuando mis lágrimas siguieron cayendo cual cascada fluyendo.
Gabriel: pensé que no tenías sentimientos, mírate llorando como bebé.
Ana: no lloro por la película, solo recordé algunas cosas de mi vida.
Gabriel: acaso un viejo amor?
Ana: se podría decir que sí.
Gabriel: me voy a poner celoso.
Ana: no tendrías por qué, igual tú no me quieres y el amor que recordé fue el de mi madre.
Gabriel: ahora resulta que sabes lo que siento si quieres buscamos a tu mamá y la traemos a vivir con nosotros.
Ana: eso es imposible, mi mamá murió el día que te conocí, ella dio su vida por mí, ese es uno de los recuerdos que más me atormentan.
Gabriel: no lo sabía lo siento.
Ana: realmente no sabemos mucho el uno del otro, bueno cambiemos el tema, que te parece si salimos al jardín un rato, quiero ver a mi cachorro y mis plantas.
Gabriel: tu cachorro y tus plantas, ¿desde cuándo son tuyos?
Ana: lo siento a veces olvidó que yo no tengo nada.
Gabriel: jajaja te lo creíste, esta casa es tuya y pronto la casa de la ciudad también lo será, vamos a ver tus plantas y a tu cachorro.
Salimos al jardín y ahí estaba el horrible perro, apenas vio a Ana le salto encima y ella con gusto acepto su saludo, hasta el perro tiene más privilegios que yo, que seré su esposo.
Ana: mira Gabriel cómo ha crecido Ponki.
Gabriel: ya lo veo, ahora es una bestia peluda enorme.
Ana: no le digas así, lo que más siento es dejarlo en este lugar, se pondrá triste sin mí.
Gabriel: así es se quedará aquí, no pienso llevarlo.
Vi la tristeza en la cara de Ana, pero no podía llevarme a ese animal tan horrible a mi casa.