SUSURROS EN LA NOCHE

El amanecer trajo consigo una nueva claridad. Clara y Alex se despertaron en la playa, la suave brisa marina acariciando sus rostros. La experiencia del ritual aún resonaba en sus corazones, y ambos sabían que su conexión con el faro y sus almas perdidas se había fortalecido. Sin embargo, había una sensación de inminente revelación en el aire, como si el destino les estuviera susurrando algo importante.

“¿Qué crees que nos deparará el día de hoy?” preguntó Clara, mientras se estiraba y miraba hacia el horizonte. Las olas rompían suavemente contra la orilla, creando un ritmo relajante.

“No lo sé, pero siento que estamos cerca de descubrir algo crucial,” respondió Alex, mirando el faro en la distancia. “Quizás esta es la oportunidad para entender por qué hemos sido elegidos para esto.”

Decididos a seguir su intuición, se dirigieron nuevamente al faro. Mientras caminaban, Clara no podía sacudirse la sensación de que algo importante estaba a punto de suceder. “Siento que el faro tiene más secretos que revelar,” dijo, su voz llena de expectativa.

Al llegar, subieron las escaleras hacia la sala de maquinaria. Allí, Clara encontró un viejo cofre de madera cubierto de polvo. “Mira esto,” dijo, señalando el cofre. “Nunca lo había visto antes.”

“Vamos a abrirlo,” sugirió Alex, sintiendo que la emoción crecía en su pecho. Con cuidado, levantaron la tapa del cofre y encontraron una colección de cartas y objetos antiguos. Entre ellos, había un diario desgastado y un medallón similar al que habían utilizado en sus rituales.

“Esto es increíble,” murmuró Clara, hojeando las cartas. “Parece que pertenecían a un antiguo farero que vivió aquí hace más de un siglo.”

Mientras leía, Clara se dio cuenta de que las cartas hablaban de un amor perdido, de promesas hechas y sueños que nunca se cumplieron. “Escucha esto,” dijo, leyendo en voz alta: “Mi amada se perdió en una tormenta. Desde ese día, he dedicado mi vida a proteger a otros, esperando que algún día pueda reunirme con ella.”

“Es como si su dolor lo hubiera mantenido atado al faro,” comentó Alex, sintiendo la tristeza en sus palabras. “Quizás su alma también esté atrapada aquí, buscando la redención.”

“Podría ser,” respondió Clara, sintiendo una oleada de empatía. “Debemos ayudarlo a encontrar la paz.”

Con el diario en mano, comenzaron a investigar más sobre la historia del farero. Cada página revelaba detalles sobre su vida, su amor y su lucha por encontrar un propósito después de la pérdida. “Parece que nunca pudo dejar ir su dolor,” dijo Clara, sintiendo que la historia resonaba en su propio corazón.

“Y eso puede ser lo que lo mantiene aquí,” añadió Alex. “Si podemos recrear el ritual que él realizó por su amada, tal vez podamos liberarlo.”

Decididos a ayudar al antiguo farero, prepararon todo lo necesario para el ritual. Se dirigieron a la playa donde se decía que había perdido a su amada, el mismo lugar donde el mar había reclamado su amor.

La noche llegó, y la luna brillaba intensamente sobre el agua, creando un camino de luz que parecía guiarlos. Clara y Alex se sentaron en la arena, rodeados de conchas y piedras, y comenzaron a preparar el altar.

“Este lugar tiene una energía especial,” dijo Clara, sintiendo la conexión con el pasado. “Es aquí donde su historia se entrelaza con la nuestra.”

Mientras preparaban el altar, Clara sintió una presencia a su alrededor. “¿Sientes eso?” preguntó, mirando a Alex con inquietud.

“Sí,” respondió él, sintiendo que algo estaba a punto de suceder. “Es como si el aire estuviera cargado de emoción.”

Con el altar listo, comenzaron a recitar las palabras del ritual, sintiendo cómo la energía del lugar se intensificaba. Las olas rompían contra la orilla, y el viento soplaba con fuerza. Clara cerró los ojos y se concentró en el amor que sentía por Alex y por el farero que había sufrido.

“Estamos aquí para ti,” dijo Clara, su voz resonando en la noche. “Ven a nosotros, estamos listos para ayudarte.”

A medida que las palabras salían de sus labios, una figura etérea comenzó a materializarse ante ellos. Era el antiguo farero, su rostro marcado por la tristeza y el anhelo. “¿Por qué habéis venido?” preguntó, su voz temblorosa.

“Estamos aquí para ayudarte a encontrar la paz,” respondió Alex, sintiendo la intensidad del momento. “Sabemos de tu dolor, pero no tienes que cargarlo solo.”

El farero miró a Clara y Alex, su expresión llena de confusión y tristeza. “He fallado como amante. Nunca pude salvarla.”

“No es tu culpa,” dijo Clara, sintiendo compasión por él. “El mar es impredecible y, a veces, las cosas están fuera de nuestro control. Pero puedes encontrar la paz si dejas ir ese dolor.”

“¿Cómo puedo dejarlo ir?” preguntó el farero, su voz quebrada. “Siento que si lo hago, la olvidaré.”

“No la olvidarás,” aseguró Alex. “Tu amor por ella siempre vivirá en tu corazón. Permítele ser libre, así como tú mereces serlo.”

Con esas palabras, Clara y Alex comenzaron a recitar el ritual, sintiendo cómo la energía del lugar se intensificaba. Las olas rompían con más fuerza, y la luz de la luna iluminaba al farero, envolviéndolo en un resplandor cálido.

“Permítele ir,” susurró Clara, sintiendo que su voz era un eco en la eternidad. “Tu amor siempre lo guiará.”

A medida que el farero comenzaba a desvanecerse en una luz brillante, Clara sintió que su corazón se llenaba de esperanza. “Lo hicimos,” susurró, sintiendo que la conexión entre ellos se fortalecía.

“Y hemos aprendido que el amor nunca se olvida,” respondió Alex, sonriendo a su lado. Mientras la luz del faro brillaba en la noche, supieron que su misión no solo era liberar almas, sino también sanar corazones.

“Vamos a seguir adelante,” dijo Clara, sintiendo que su viaje apenas comenzaba. “Hay más historias que contar y más almas que ayudar.”

Con el faro iluminando su camino, Clara y Alex se sintieron listos para enfrentar lo que viniera. El amor que compartían no solo los unía, sino que también les daba la fuerza para seguir adelante en su misión.

Continuará...