Soy "Jessica Sinclair" , ese es mi nombre a diferencia de lo que todos creen, no soy la hija mimada , ni la princesa de papá , es todo lo contrario, a pesar de ser la hija biológica parezco más la adoptada y en esta trama no sólo soy yo, también está él, Edward Jones y no menos importante ,Sara Sinclair _mi pequeña hermana adoptada.
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Nido de Víboras
Oír la verdad de labios del Abuelo Liam, era la confirmación de lo que ya sabia en mi vida pasada.
La vida de Matthew y Edward se había construido sobre el engaño y el dolor, todo esto me dejó bastante pensativa.
Había tantos enemigos a mi alrededor, tan hábilmente disfrazados, que tenía que idear un plan para acabar con cada uno. La venganza se había vuelto necesaria.
Edward me miraba con molestia. Su rostro, antes lleno de excitación por mi cambio de imagen, ahora estaba contraído por el resentimiento por haberme atrevido a opacarlo, ante la verdadera familia del abuelo.
De repente, frenó de golpe frente a mi casa. Haciendo que me fuera hacia adelante, quería gritarle, pero sabía lo que le ocurría así que solo me mantuve en silencio.
—¿QUÉ FUE ESO, Jessica? ¿Por qué no me pusiste al tanto de lo que descubriste? ¡Solo me ayudas! ¿Cómo puedes creer que estás por encima de mí? —su voz era un susurro enojado, preocupado más por la ofensa a su ego que por la deuda revelada.
Había aprendido que el camino más rápido para desarmarlo era herir su ego, e inmediatamente reparar el daño con la sumisión.
—Edward, yo solo quise ayudarte —dije, poniendo cara de víctima, bajando ligeramente la barbilla y abriendo mis ojos en una pose de inocencia herida.
Y, vaya, qué bien funcionó. El muy idiota cambió de expresión, su ira se diluyó en una condescendencia protectora. El mejor premio del Óscar es para Jessica Sinclair, me dije a mí misma, evitando reír a carcajadas. ¿Cómo podía este hombre ser tan estúpido? Y lo peor de todo, ¿cómo pude amarlo por tanto tiempo?
Vaya tonta, me regañé a mí misma.
—Jess, vas a ser mi esposa y solo quiero que nos ayudemos mutuamente. Sabes que te amo —dijo, estirando la mano para tocar mi mejilla.
Pero en ese instante, toda su palabrería se vino abajo cuando sonó la notificación de un mensaje.
Sabía quién era. Se le sonrojaron hasta las orejas, señal inequívoca. Seguro, alguna de esas tantas fotos desnudas de Sarah, una táctica que descubrí en aquel tiempo. Era así como mi hermana lo mantenía atado, y él, a cambio, me despreciaba por ser demasiado 'decente' para él.
—¿PASA ALGO? —dije, atrayendo su atención de vuelta con una voz tan suave que sonó como un gatito.
—Sí, Jess, lo siento, es mi padre —mintió con una celeridad patética—. Ya llegamos. Te llamaré más tarde, ¿ok? Y no te pongas en contacto con Ethan sin informarme qué quiere ese idiota.
Solo asentí, como la joven obediente que fui antes. Me dedicó una gran sonrisa, se acercó para darme un beso, pero giré el rostro y bajé de inmediato, antes de que sus labios tóxicos me rozaran.
—Ve, que a tu padre no le gusta esperar —dije, y el desconcierto anterior pasó rápidamente a una urgencia física.
Edward asintió y arrancó, dejándome sola frente a la puerta de la casa. Respiré profundamente. El ambiente en casa era a menudo peor que el que Edward y Sarah creaban.
Al entrar, mi padre estaba junto a mi madre en la sala.
Él un hombre de negocios frustrado que había dependido de la fortuna de mi madre para ascender, me miró con desdén.
—¿Cómo te fue con el viejo? —preguntó mi padre, con una mueca de disgusto.
—Parece que le fue bien, por la ropa —comentó mi madre, Mary Ann, escaneándome con una mirada crítica y celosa.
Eran tan maleducados cuando hablaban del Abuelo Liam que me daban ganas de abofetear a ambos. Pero ante la presencia del anciano, no se cansaban de llenarlo de adulaciones. Mi vida se había desarrollado en este nido de víboras, y ahora entendía que ellos también eran culpables de mi destrucción.
Recordé el pasado, la historia que me había contado mi madre una noche de copas. De no ser por la preferencia del abuelo Liam hacia mí, ellos jamás hubieran aceptado mi relación con Edward.
Querían que Sarah fuera la prometida, desde el inicio la pareja perfecta : Edward y Sarah, la pareja dorada de la escuela,una historia que mantuvieron oculta de mí, que me quede con las sobras de mi supuesta hermana.
Lo que jamás imaginaron es que el abuelo la rechazaría en cuanto la vio —considerándola demasiado falsa e intrigante— y me aceptaría a mí con los brazos abiertos, viendo en mí la inocencia y la calma que tenía su esposa.
Mi matrimonio con Edward no fue por amor de Edward; fue un juego de poder impulsado por Matthew y por mis padres. Yo era la clave para que Liam cediera todo a esos miserables.
—La reunión fue productiva —respondí, con una calma que los desarmó—. El abuelo Liam está preocupado por la empresa.
—Preocupado, ¿por qué? —preguntó mi padre, con los ojos entrecerrados.
—Por una deuda oculta en una adquisición de Edward —dije, observando cómo sus rostros cambiaban de la burla al pánico.
—¿Qué has dicho? —preguntó Mary Ann, acercándose—. ¿Deuda? ¿Eso afectará la boda?
—No, madre. Pero el abuelo Liam ha traído a los Jones de Londres para investigar. El Señor Skylar y su hijo, Ethan.
Ahora estoy trabajando con Ethan para revisar los informes.
El silencio fue espeso. Ethan Jones. El nombre sonaba a poder real, a peligro. Mis padres, oportunistas al fin, se dieron cuenta de que acababa de ascender, todos conocían ese nombre y sabían lo poderoso que era él.
—¿Trabajando con él? ¡Qué imprudencia! —exclamó mi madre, claramente celosa de que yo tuviera contacto con un hombre tan poderoso, en lugar de Sarah.
—Es una orden directa del Abuelo Liam, madre —repliqué, dándole una mirada que no admitía réplica—.
Soy la prometida de Edward, y mi papel es proteger a la familia. Además, Edward cree que es mi única manera de ascender en la empresa, así que me apoya.
La mentira fue un golpe que no esperaban. La idea de que su yerno, Edward, era tan arrogante como para usar a Jessica para su propio beneficio era totalmente plausible para ellos, y les dio la excusa para aceptarlo, al fin y al cabo si ella hacía algo malo ella sería la única responsable, así que no intervinieron más.
—Bien. Haz lo que sea para mantener al viejo contento —dijo mi padre, con la codicia reemplazando al resentimiento—.
Pero mantén a ese Ethan alejado. Tu boda es con Edward y si quizás se lo presentas a Sarah no sería malo.
Solo asentí, pensando que estaban soñando.
Subí a mi habitación,y sentí la satisfacción burbujeando en mi pecho.
Había manipulado a Edward, a mis padres, y al Abuelo Liam, todo en un solo día.
Me senté en la cama, saqué la tarjeta de presentación de Ethan Jones. Era pesada, de un acabado mate y sobrio. Un número de móvil y un email.
Mientras miraba el número y dudaba en marcar, mi teléfono vibró. Era una notificación de mensaje de texto.
Un número desconocido, con un código del extranjero.
Jessica. Gracias por la información de hoy. Mi equipo legal está listo. Te enviaré un chofer mañana a las 9 AM.
La ubicación será la oficina central de Jones Investments. Asegúrate de que Edward crea que es una reunión con el equipo legal de Jones.
Ethan Jones.
Leí el mensaje dos veces. No era un email formal de negocios; era un mensaje de texto directo, pero lo que me tomo por sorpresa es que me pidió que le mintiera a Edward, acaso el había descubierto algo.
Una sonrisa genuina, la primera del día, curvó mis labios. Ethan Jones que planeas. El guiño en la biblioteca no había sido una casualidad.
Le respondí con una sola palabra:
Confirmado.
La noche fue de planificación. No solo de negocios, sino de estrategia personal.
Ethan Jones era la antítesis de Edward. Inteligente, perceptivo, y peligrosamente atractivo. Y lo más importante: él sabía algo que yo desconocía y que despertaba en mí una gran curiosidad.
Tenía que preparar los documentos de la deuda. Tenía que ser la Jessica que no había dejado de ser en el fondo: fuerte, intuitiva, pero sobretodo segura. Tenía que ser su igual en inteligencia.
Me metí en la cama, pero el sueño no venía. Repasé los detalles de la deuda de Aethelred Tech y revisé mi armario. Necesitaba un atuendo que no me señalara como alguien pasado de moda, tampoco algo que revelara demasiado , debía ser algo que conservara la sutil audacia como del vestido que usé hoy.
Mi corazón no estaba latiendo por amor, sino por una extraña emoción: la expectación.
Mañana, no solo iniciaría con mi venganza a Edward, sino que me encontraría cara a cara con el único hombre que tenía el poder de destruirlos.
Mañana comenzaba el inicio de todo. Y esta vez yo saldría victoriosa, por mí y por aquel bebe inocente que partió junto conmigo.