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Cicatrices de la Mafia: Amor y Perdón

Cicatrices de la Mafia: Amor y Perdón

Status: Terminada
Genre:Mujer poderosa / Mafia / Embarazo no planeado / Novia sustituta / Completas
Popularitas:258
Nilai: 5
nombre de autor: Edina Gonçalves

De un lado, Emílio D’Ângelo: un mafioso frío, calculador, con cicatrices en el rostro y en el alma. En su pasado, una niña le salvó la vida… y él jamás olvidó aquella mirada.

Del otro lado, Paola, la gemela buena: dulce, amable, ignorada por su padre y por su hermana, Pérla, su gemela egoísta y arrogante. Pérla había sido prometida al Don, pero al ver sus cicatrices huyó sin mirar atrás. Ahora, Paola deberá ocupar su lugar para salvar la vida de su familia.
¿Podrá soportar la frialdad y la crueldad del Don?

Descúbrelo en esta nueva historia, un romance dulce, sin escenas explícitas ni violencia extrema.

NovelToon tiene autorización de Edina Gonçalves para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 6

Dos años habían pasado desde el nacimiento de Vitor y Vitória. La rutina, lenta y cansada, comenzaba a adquirir contornos de estabilidad. Paola, incluso entre noches mal dormidas y días interminables, encontraba algún alivio gracias a Katrina, que, como siempre, estaba cerca para ayudarla a respirar. Usando su habilidad natural de abrir puertas y mover los contactos adecuados, Katrina consiguió para Paola un empleo como asistente de RR. HH. en una empresa en el centro de Moscú.

Todos los días, Paola se despertaba antes de que saliera el sol, arreglaba a los hijos, los dejaba en la guardería y se iba apresurada al trabajo. El ritmo era intenso, pero ese recomienzo le devolvía algo que ella creía haber perdido: la sensación de estar viva, de aún formar parte del mundo. Aun así, había una sombra constante en su corazón. La ausencia de Emílio pesaba sobre ella como una soledad silenciosa, de aquellas que no se apagan ni con sonrisas, ni con abrazos.

Los niños, sin embargo, crecían llenos de energía. Reían, saltaban, llenaban la casa de ruido y vida. Pequeños milagros cotidianos que, incluso entre lágrimas escondidas, le recordaban a Paola que la vida insistía en seguir.

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Mientras tanto, en Italia, Emílio renacía poco a poco. Las cicatrices que antes escondía bajo la máscara habían sido borradas por las cirugías, devolviéndole no solo el rostro, sino también una confianza olvidada. Había retomado los negocios con una frialdad calculada, volviéndose aún más implacable. Pero, en el íntimo, había algo que lo corroía: una urgencia silenciosa, un vacío que ninguna victoria empresarial llenaba.

Emílio con el rostro completamente recuperado

Fue entonces que surgió la oportunidad de viajar a Rusia, donde sellaría negocios con su antiguo socio, Nicolai Lewandowski. Preparó cada detalle con perfección, pero no había planificación posible para lo que el destino guardaba.

Nicolai Lewandowski 54 amigo es socio de negocios de Emílio

Aquella mañana, Paola se había despertado más temprano que lo habitual. Se presentó en la puerta de la guardería con los hijos en brazos solo para ser sorprendida: estaba cerrada para inspección de rutina. Katrina, ocupada en su propio trabajo, no podía ayudarla. Sin opciones, Paola llevó a Vitor y Vitória consigo hasta la empresa. Los escondió en un pequeño cuartito de archivos, jurando para sí misma que sería solo por algunas horas.

El corazón de Paola latía acelerado a cada risita ahogada, a cada llanto que amenazaba con atravesar la puerta. Pero, en un instante de descuido, los niños escaparon. Curiosos, se abrieron camino por los corredores y entraron en una sala amplia, iluminada por la luz dorada de la mañana.

Allí dentro, sentado detrás de una mesa repleta de papeles, estaba Emílio.

Él alzó los ojos —y el tiempo se detuvo. Delante de él, dos niños: un niño de mirada oscura y penetrante, tan semejante a la suya, y una niña delicada, como una copia en miniatura de Paola.

— “¿Papi… quelo decir… hola?” — murmuró Vitor, vacilante, encarando al extraño con inocencia.

— “Mamá dixo que no hablamox con extraños…” — completó Vitória, sujetando firme la mano del hermano.

Emílio sintió la garganta secarse. Un temblor recorrió su cuerpo entero. Aquellos rostros… aquellas voces… nada en el mundo podría negar: eran los niños que apareció en sus sueños

Pocos segundos después, pasos apresurados resonaron por el corredor. Paola surgió en la puerta, pálida, el corazón a punto de explotar. Sus ojos barrieron la escena: Emílio parado, inmóvil, mirando a los niños como si acabara de ver un fantasma.

— “¡Vitor! ¡Vitória! ¡Vengan ya!” — su voz salió trémula, cargada de pánico y rabia contenida.

— “Mamá…” — susurró Vitória, agarrándose al vestido de Paola, confusa.

El silencio que se instaló parecía sofocar el aire de la sala. Emílio, con la respiración pesada, se levantó lentamente. Su mirada estaba llena de algo nuevo, algo que él no sentía hacía años: esperanza.

— “¿Quién… quiénes son ustedes? ¿Cómo… cómo se llaman?” — su voz rompió el peso del momento, cargada de incredulidad.

Paola lo enfrentó, los ojos humedecidos de tensión, pero firmes como láminas:

— “Ellos son mis hijos. Vitor y Vitória. Y tú… tú no tienes nada que ver con eso.”

Emílio cerró los ojos por un instante, como si el suelo hubiera desaparecido bajo sus pies. El impacto de la revelación era devastador. Delante de él, estaban las pruebas vivas de todo lo que había perdido… y de todo lo que tal vez aún pudiera reconquistar.

Él era padre. Y ni siquiera lo sabía.

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