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Status: En proceso
Genre:Terror / Aventura / Viaje a un juego / Supersistema / Mitos y leyendas / Juegos y desafíos
Popularitas:455
Nilai: 5
nombre de autor: Ezequiel Gil

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Un juego perdido. Una leyenda urbana.
Pero cuando Franco - o Leo, para los amigos - logra iniciarlo, las reglas cambian.
Cada nivel exige más: micrófono, cámara, control.
Y cuanto más real se vuelve el juego...
más difícil es salir.

NovelToon tiene autorización de Ezequiel Gil para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 6: Pausa.

Esa mañana, lo único que me acompañaba era el compás del reloj y el vapor del café en mis ojos.

Aprovechando el silencio de la sala, me recosté sobre la silla y dejé que el sol de la madrugada golpeara mi cara.

Hacía mucho que no podía disfrutar la calma.

El día parecía tan tranquilo que no podía escuchar ni mis propios pensamientos.

Sin nada más que hacer, tomé la notebook. Funcionaba sin problemas, pero el juego seguía con esa imagen distorsionada, media violeta, media violenta.

Volví a toquetear los gráficos, la resolución… y de alguna forma, en monocromático, pude ver algo.

Era la última pantalla que vimos antes del festival de luces.

Esta vez, subí con el muñequito, y a medida que lo hacía, la imagen parecía componerse.

—¡Eh! ¿Otra vez estás jugando sin mí? —exclamó Lucas, saliendo de la pieza como si me hubiera pescado cometiendo un crimen.

—¿Qué hacés tan temprano vos? Hoy no tenés clases —le pregunté.

—No me cambies el tema —replicó, señalando la notebook como si fuera una prueba irrefutable.

—No estaba jugando. Estaba arreglando la imagen —expliqué, mientras cerraba la pantalla.

—Mmm... Más te vale —dijo en tono amenazante, mientras se acomodaba el buzo frente al espejo.

—Sí, sí. ¿Y a dónde vas tan arreglado vos?

—Me junto con la Lu —respondió con una sonrisita disimulada.

—Te tienen del cuello, eh.

—¡Eh! Al menos tengo novia sin patinar los 30.

—Eso fue un golpe bajo.

—En vez de quejarte, hablale a la Tami. ¿O le seguís teniendo miedo a las mujeres? —tiró, escapando por la puerta con una carcajada.

Lo miré irse, negando con la cabeza. Saqué el celular y abrí el chat de Nicolás.

> Eh loco, haces algo a la tarde? Si no, pinta salir al centro?

No tardó en responder:

> Para vos bb, siempre estoy libre 😉"

> Joyaaa. Invita a la Tamiiii!

> Invitala vos, no seas tibio.

Tragué saliva, abrí el chat de “Tamara Facu” y escribí:

> Hoy a la tarde vamos a tomar algo con el Nico. Si te pinta, avisame.

Lo envié. No lo pensé más. Si lo pensaba, me acobardaba.

En eso, mamá apareció, con cara de recién levantada y ojos como oso panda.

—¿Y ustedes que hacen madrugando un feriado?

—Costumbre, y Lucas se fue con su dueña— respondí, aún con media sonrisa de Lucas flotando en mi mente—. ¿Vos qué vas a hacer?

—Tengo que ir al centro a comprar algunas cosas.

—¿Vas con papá?

—No. Quiere dormir hasta tarde —dijo sin expresión.

—Si querés, te acompaño.

Me miró con una ceja levantada, como si no esperara ese ofrecimiento.

—Dale. Me vendría bien.

---

El auto tenía ese silencio cómodo que a veces compartimos.

Mientras viajábamos, le mostré la pantalla del celular.

—Hice una transferencia. Para vos. Para la casa.

Mamá frunció el ceño con ternura.

—No hacía falta. Vos sabés que no es necesario.

—Lo sé. Lo hago porque quiero. Además, uno de mis proyectos empezó a ser rentable.

Capaz dentro de poco me alquilo un departamento.

—¿Decís eso por la última discusión con tu papá?

—No. No te preocupes. No es por eso...

—Hice una pausa—. Pero sí siento que necesito mi espacio. Un poco de aire para mi. Y además ya estoy cansado de su idiotez.

Ella no dijo nada. Solo asintió y cambió de tema.

—¿Y los proyectos? ¿La facultad?

—En la facu bien. Si todo sale bien, este año me recibo, si Dios quiere.

Y con los proyectos... últimamente todos están funcionando. Este es mi año, si no fuera por lo de...

Me callé. El nudo apareció solo.

Ella frenó suavemente y apoyó su cabeza contra la mía.

Ninguno dijo nada. Solo dejamos que el silencio respirara por nosotros.

Suspiramos a la vez.

—¿Y qué paso con la chica esa con la que te molesta tu hermano? —preguntó, con una sonrisa cómplice.

—Si todo sale bien y Dios quiere, hoy la veo. Con Nico. Pero... la veo.

—No te recomiendo que estés con Nico. Si lo llega a conocer, le va a dar vergüenza. Se va a asustar.

—Ya lo conoce. Son compañeros de la facultad.

—Entonces listo. Si no se asustó con Nico, no se va a asustar con vos.

Nos reímos un poco. Compramos, volvimos.

Cuando entramos a casa, papá estaba en la mesa, con el celular en mano y una tostada a medio comer.

—Buen día —solté, apenas cruzando la sala.

Mamá no dijo nada. Lo ignoró por completo.

Volví a la pieza. Me dije que iba a estudiar. Y lo hice, más o menos.

La cabeza no estaba del todo. Revisé el celular varias veces.

Tami me había dicho que “Si puedo, paso”. Nada más. Nada que confirmara, pero lo suficiente para esperar.

---

Ya en el centro, vi a Nico desde lejos.

Levantó los brazos exageradamente y me saludó con un grito:

—¡Eh, guachín!

Nos dimos ese apretón de manos tan fuerte que parece una competencia.

—¿Y Tami? ¿Dijo algo?

—Dijo que si podía, venía.

—Bueno, al menos le escribiste. De tartamudear a mandarle un mensaje, ¡es un avance!

—Callate...

—¿Y cómo van tus cosas de hacker?

—Programador, te dije.

—Ah, perdón, futuro licenciado en computadoras. ¿Va bien?

—Sí, de hecho ahora estoy cobrando un poco. Capaz que me alquilo un dpto.

—¡En serio! ¡Nos tenemos que ir a vivir juntos! —exclamó Nico, mirando al cielo—. No aguanto más a la otra. Juro que cree que vos sos mi amante.

Me reí, aunque el mensaje de Tami no llegaba.

Unos minutos después, vibró el celular.

> Al final no voy a llegar.

Nico vio la expresión en mi cara.

—Te dije que esa chabona no te da bola. Pasá de largo.

—Sí, ya sé...

Nos quedamos un rato más, hablando de cosas sin importancia. Luego cada uno volvió a su casa.

---

Ya en la pieza, me acosté. No tenía ganas de nada.

Abrí la notebook. Abrí el juego.

Lo miré unos segundos y pensé: Si juego, Lucas se va a enterar.

Así que hice una copia. Abrí la versión duplicada.

Y sin saber por qué, me sentí... un poco más solo.

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