Abigail Sedant, es una joven humilde a quien le ha tocado hacerse cargo de su madre y hermana, ella trabaja y estudia para sacarlas adelante, Abigail se vuelve la obsesión para el millonario Wilians Black, un heredero despiadado que a sido amenazado por su abuelo para conseguir esposa, este con la presión conoce a Abigail y realiza una serie de sucesos para que ella esté obligada aceptar un contrato de matrimonio, lo que ellos dos no esperaban es que este sucedió los llevará a aguas más profundas, liberando sus miedos y dejando aflote los nuevos sentimientos...
NovelToon tiene autorización de KeliindA RojanO C. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Problemas
Al día siguiente, mi teléfono comenzó a sonar con mensajes de Wilians. Al principio, eran mensajes suaves y persuasivos, tratando de convencerme de que reconsiderara mi decisión. Pero a medida que pasaban las horas, los mensajes se volvieron más insistentes y amenazantes.
»Abigail, no sabes lo que estás haciendo« decía uno de los mensajes. »Estás jugando con fuego y te quemarás«
Me sentí un escalofrío recorrer mi espalda al leer esos mensajes. Sabía que Wilians no se detendría hasta que consiguiera lo que quería. Pero no iba a dejar intimidar. Estaba decidida a encontrar una manera de proteger a mi familia y a mí misma.
Decidí no responder a los mensajes, al menos no directamente. En su lugar, comencé a recopilar pruebas de los mensajes y las amenazas, guardando cada uno de ellos en un archivo seguro. Sabía que podría necesitarlos más adelante, si decidía tomar medidas legales contra el.
Pero mientras tanto, seguí viviendo mi dia, tratando de mantener la normalidad a pesar de la tensión que sentía. Sabía que no podía dejar que Wilians me controlara, no podía dejar que me hiciera sentir como una víctima. Así que seguí adelante, decidida a encontrar una manera de salir de esta situación.
Me detuve en medio del pasillo de la universidad, mirando mi teléfono con sorpresa. ¿Qué pasaba en el restaurante? No era común que mi jefe me llamara en horas de clase.
—¿Qué sucede?—, pregunté, tratando de sonar calmada.
—Necesito que vengas inmediatamente— dijo mi jefe, su voz tensa. —Hay un problema y necesito que estés aquí para resolverlo—
Me sentí un poco inquieta. ¿Qué tipo de problema podría ser tan grave que requería mi presencia inmediata? Pero sabía que no podía negarme. Tenía que ir al restaurante y tratar de resolver el problema.
—Está bien, voy para allá— dije, guardando mis cosas en mi mochila.
Mientras caminaba hacia la salida de la universidad, no pude evitar pensar en Maximiliano y sus amenazas. ¿Podría estar relacionado con él? ¿Estaría tratando de sabotear mi trabajo para presionarme?
Sacudí la cabeza, tratando de despejar mis pensamientos. No podía dejar que mis miedos me dominaran. Tenía que ir al restaurante y enfrentar lo que fuera que estuviera sucediendo.
Llegué al restaurante y encontré a mi jefe esperándome en la entrada. Su rostro estaba tenso y preocupado.
—¿Qué pasa?— pregunté, tratando de sonar calmada.
—Ha habido un problema—, dijo mi jefe. —Uno de nuestros clientes más importantes ha estado causando problemas y exigiendo que te despidamos. Dice que si no lo hacemos, retirará su patrocinio y causará daño a nuestra reputación—
Me sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Sabía que esto no era una coincidencia. Alguien estaba detrás de esto, alguien que quería verme fuera del restaurante.
—¿Qué cliente es?—, pregunté, tratando de mantener la calma.
Mi jefe dudó antes de responder. —No puedo decirte su nombre, pero puedo decirte que es alguien muy influyente. Y está dispuesto a hacer lo que sea necesario para que te despidamos—
Me sentí una sensación de injusticia y frustración. Sabía que no había hecho nada malo, pero alguien estaba tratando de sabotear mi carrera.
—¿Qué vas a hacer?—, pregunté, sabiendo que la respuesta era obvia.
Mi jefe suspiró. —Lo siento, pero creo que es mejor que te despida. No puedo permitir que nuestra reputación se vea afectada por un cliente tan importante—
Asentí con la cabeza, sabiendo que no había nada que pudiera hacer. Mi jefe me entregó un sobre con mi liquidación y me deseó suerte en mi futuro. Me fui del restaurante, sintiendo una sensación de pérdida y incertidumbre sobre lo que venía a continuación.
Llegué a mi casa, sintiendo una sensación de tristeza y frustración después de haber sido despedida del restaurante. Pero cuando entré en la casa, mi madre me recibió con una sonrisa en el rostro.
—¿Qué pasa, mamá?— pregunté, notando que parecía emocionada.
Mi madre me miró con una expresión preocupada en el rostro.
—Hija, hay algo que quiero hablar contigo—dijo, su voz llena de inquietud.
—¿Qué pasa, mamá?—, pregunté, notando que parecía nerviosa. —¿Hay algo que no me estás diciendo?—
Mi madre dudó antes de responder.—Bueno, es solo que... el hospital me llamó y me dijeron que... que ya no puedo recibir el tratamiento como antes—
Me sentí un escalofrío recorrer mi espalda al escuchar eso. —¿Qué quieres decir? ¿Qué pasa con tus medicinas y la quimioterapia?—
Mi madre bajó la mirada, evitando mis ojos. —Es solo que... ya no están cubiertas por el seguro. Tendremos que pagarlas de nuestro bolsillo—
Me sentí un golpe en el estómago al escuchar eso. Sabía que nuestras finanzas ya estaban apretadas, y ahora tendríamos que pagar las medicinas y la quimioterapia de mi madre de nuestro bolsillo. Era un gasto adicional que no sabíamos si podríamos afrontar.
—Mamá, no te preocupes— dije, tratando de sonar calmada y tranquilizadora. —Todo saldrá bien. Encontraremos una manera de hacer frente a esto. Tú solo concéntrate en tu tratamiento y en recuperarte, ¿sí? Yo me encargaré de todo lo demás—
Mi madre me miró con una mezcla de preocupación y gratitud en sus ojos. —Gracias, hija—, dijo, su voz llena de emoción.
La abracé y le sonreí, tratando de transmitirle tranquilidad y seguridad. —Todo va a estar bien, mamá. No te preocupes por nada—vamos a preparar la cena, digo llendo a la cosina.
Estaba preparando la cena en la cocina cuando mi teléfono sonó. Contesté, esperando que fuera alguien con buenas noticias. Pero en lugar de eso, escuché la voz del casero al otro lado de la línea.
»Señorita, tengo que hablar con usted sobre el alquiler de la casa« dijo, su voz firme pero con un tono de advertencia.
Me sentí un nudo en el estómago al escuchar sus palabras. —¿Qué pasa?— pregunté, tratando de mantener la calma.
El casero colgó el teléfono sin decir nada más. Me quedé allí, parada en la cocina, sintiendo que el mundo se estaba derrumbando a mi alrededor. ¿Qué íbamos a hacer ahora?
El casero me dio un ultimátum claro: »Tienes una semana para desocupar la casa. No hay negociación posible. Si no te vas, tomaré medidas legales para desalojarte«
casero colgó el teléfono sin decir nada más. Me quedé allí, parada en la cocina, sintiendo que el mundo se estaba derrumbando a mi alrededor. ¿Qué íbamos a hacer ahora?. La casa que había sido nuestro hogar durante tanto tiempo estaba en peligro de sernos arrebatada.
Me sentí como si me hubieran golpeado en el estómago. ¿Cómo íbamos a hacer frente a esto? No tenía trabajo y ahora teníamos que pagar las medicinas de mi madre de nuestro bolsillo. Siento que la desesperación se apoderaba de mí. ¿Qué íbamos a hacer ahora? ¿Dónde íbamos a vivir? La incertidumbre y el miedo me consumían.
Justo cuando pensaba que las cosas no podían empeorar, mi teléfono sonó de nuevo. Contesté, sabiendo que mi vida ya estaba lo suficientemente complicada.
—¿Sí?— dije, tratando de mantener la calma.
—Abigail, ¿ya has reflexionado sobre mi propuesta?— Era Wilians, su voz llena de arrogancia y posesividad. —¿Vas a aceptar mi oferta y unirte a mí, o prefieres esperar a que las cosas se vuelvan aún más difíciles para ti y tu familia?—
Me sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo al escuchar sus palabras. Sabía que estaba detrás de todos los problemas que había estado enfrentando hoy.
El despido del trabajo, el seguro de salud de mi madre, el desalojo de la casa... todo parecía estar conectado a él.
—¿Qué quieres de mí?—, pregunté, tratando de mantener la calma.
—Quiero que aceptes mi propuesta y te unas a mí—, dijo, su voz llena de confianza. —Si no lo haces, las cosas solo empeorarán para ti y tu familia. Puedes elegir entre una vida cómoda y segura conmigo, o una vida de lucha y sufrimiento. La elección es tuya—
Me sentí una sensación de repulsión y miedo al escuchar sus palabras. Sabía que no podía confiar en él, pero la situación parecía cada vez más desesperada. ¿Qué opciones tenía realmente?
—No voy a aceptar tu propuesta— dije, mi voz firme y decidida. —No voy a dejar que me manipules y me controles. No te necesito—
Wilians se rió, un sonido frío y amenazante.
—Eso es un error— dijo. —Vas a lamentar haberme rechazado. Te aseguro que vas a sufrir las consecuencias de tu decisión. No sabes con quién te estás metiendo—
La línea se cortó y me quedé allí, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda. Sabía que había despertado su ira y que mi vida iba a ser aún más difícil a partir de ahora...