A los 18 años, Aurora Conti, una joven rebelde, es forzada por su familia a casarse con el enigmático magnate Salvatore Romano, para saldar una deuda millonaria. Tras el rechazo de su hermanastra
Valeria, Aurora es ofrecida como sustituta, manipulada con la vida de su madre enferma. Golpeada por su padre y humillada por Valeria, jura sobrevivir al "Rey de Hielo", un hombre frío y temido cuya reputación oculta su verdadera naturaleza: un mafioso. Atrapada en un matrimonio marcado por la pasión y la obsesión, Aurora desafía a Salvatore mientras descubre los secretos oscuros detrás de su fachada de CEO, luchando por su independencia en un mundo de intriga y peligro.
¿Podrá Aurora mantener su espíritu rebeldefrente al control obsesivo de Salvatore?
¿Es el amor de Salvatore por Aurora una salvación o una trampa mortal?
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CAPÍTULO 11
Salvatore no dijo nada. Solo lo miro en silencio, como si estuviera pensando en qué parte del cuerpo le dolería más si le pegara un disparo ahora mismo. Michael en cambio, inclinó su cuerpo un poco más hacia adelante antes de cruzarse de brazos. Su forma de hablar cambió un poco, se volvió más seria y menos burlona.
—Papá está enfadado, ¿sabes? Y cuando digo enfadado, me refiero a que está en silencio, lo cual da más miedo que cuando grita. Ha estado preguntando por el… Cargamento. Y también por las armas.
Salvatore alzó una cena sin sorpresa. Pero no dijo nada.
—No le ha gastado enterarse por terceros que uno de sus hijos perdió tres contenedores como si fueran simples juguetes —continuó Michael—Lo están comentando en Milán, incluso en toda Marsella. Que los Romano están bajando la guardia. Y tú sabes lo que significa: se abren las grietas y las ratas se cuelan.
—¿Y qué esperaba? ¿Una disculpa?—respondió Salvatore con indiferencia—Si papá realmente le interesará tanto, podría habermelo dicho directamente en lugar de enviarte a ti coño su perro faldero.
—Oh, vamos hermanito. No lo digas así—dijo Michael sonriente —Soy mejor que eso. Solo les hago un favor, además él solo quiere saber qué pasó. Cómo es posible que su hijo favorito dejará que le robaran todo el cargamento. Entonces, ¿Lo de Enzo es cierto? ¿De verdad lo despachaste al otro mundo?
Salvatore lo miro fijamente. —¿Crees que estaría aquí si no lo hubiera hecho?
Michael levantó ambas manos en señal de paz.
—Touché. Solo digo que la próxima vez, tal vez deberías cerrar las puertas del establo antes de que se escape el caballo. Papá solamente quiere seguridad. Quiere que cuando alguien escuche “Romano”, piense en poder, temor, no en fracaso. Y sinceramente, si tú no controlas esto, se lo dará a Marco. Y tú y yo sabemos muy bien que él no se lo pensara dos veces para aceptar, siempre ha competido contigo por el puesto… Así que piénsatelo bien.
Salvatore apretó los dientes y cruzó los brazos despacio.
—Dile que no se preocupe. Ya lo tengo todo controlado —añadió, inclinandose hacia adelante y mirando fijamente a Michael con una expresión fría. —Ahora, si no tienes nada más que decir… puedes irte.
Michael sonrió de manera burlona. Luego chasqueando la lengua, se levantó y se acomodó la chaqueta con su habitual actitud desafiante.
—Por cierto, mañana en la noche hay una cena familiar. La abuela quiere reunir a toda la “familia”, así que no faltes..
Con una sonrisa suave, se acercó a la puerta. Pero al salir, su voz todavía resonó en la habitación:
—Ah, por cierto, tu esposa es muy hermosa. ¡Tienes muy buen gusto! Llevala.
Cuando se fue, el despacho quedó en silencio.
Mientras tanto, en el cuarto de Aurora todo era más tranquilo, o al menos así parecía. Ella estaba sentada en el borde de la cama, con las piernas cruzadas y el teléfono en la mano. Escribía rápidamente, enviando mensajes a sus amigas. Les decía que pronto volvería a sus clases;la pantalla se iluminaba cada vez que llegaba un nuevo mensaje, y una sonrisa aparecía en su cara mientras leía las respuestas llenas de emojis y alegría. Pero de repente, el sonido de una llamada entrante rompió ese momento. Al ver el nombre en la pantalla, su sonrisa desapareció: “Papá”
Aurora se detuvo un momento antes de responder, con el dedo sobre el botón verde, finalmente suspiro con pesar.. deslizó el dedo y acercó el móvil a su oído.
—¿Sí?—respondió con voz fría.
—Aurora, necesito que vengas a casa mañana. Es importante —dijo su padre al otro lado de la línea, con un tono firme, casi cortante, como si no admitiera discusión.
Ella fruncido el ceño, sintiendo cómo la irritación empezaba a apoderarse de ella. —¿Hablar de qué?... Pero pensándolo bien, tienes razón debemos hablar. Ya cumplí con mi parte, papá. Me casé con Salvatore como ordenaste. Ahora, ¿podrías decirme en que hospital tienes a mamá? Quiero llevármela.
—No es el momento, Aurora — respondió él con la voz más grave cargada de autoridad— Pero, si tanto quieres saber dónde está tu madre, vienes mañana. No diré nada más por teléfono.
Aurora indignada, rápidamente se puso de pie. —¿Comó que no es el momento? —estalló deteniéndose en seco, y su mano libre se cerró en un puño, mientras temblaba por la rabia —¡Ya lo habíamos acordado! ¡Cumplí con lo que perdiste! Me casé en el lugar de valeria ¿Y ahora rompes tu palabra?
—Vienes mañana. Punto.—dijo, y con eso corto la llamada antes de que ella pudiera siquiera soltar otro reproche.
—¡Maldito seas! —grito al teléfono, arrojándolo sobre la cama con un gesto lleno de frustración. Su pecho subía y bajaba de una manera rápida, haciendo que su enojo se mezclara con una impotencia que hacía que le pícara la piel. Se quedó allí, de pie intentando calmarse, cuando un golpe suave en la puerta la sacó de sus pensamientos.
—¿Quién es? — preguntó, con la voz a un temblorosa por la discusión. Pero no hubo respuesta, frunció el ceño para luego acercarse a la puerta y abrirla de un tirón. Frente a ella estaba Salvatore, con su figura imponente apoyada en el marco de la puerta, sus ojos grises la recorrieron de arriba a abajo; deteniéndose en su rostro con una intensidad que le cortó el aliento. Sin decir nada, sin esperar invitación entró en la habitación con pasos seguros como si el espacio le perteneciera por completo.
Aurora se quedó paralizada, viendo cómo él caminaba directamente hacia la cama y se sentaba en el borde, con esa calma peligrosa que siempre lo envolvía.
—¿Qué ... qué pasa? —logró preguntar, cerrando la puerta tras de sí con un movimiento lento, casi instintivo. Sus labios se fruncieron mientras se acercaba a él—¿Estás bien? —añadió, con un tono más suave, mostrando preocupación.
Él no respondió. En cambio, sus ojos se clavaron en los de ella, y antes de que Aurora pudiera procesarlo, Salvatore extendió su mano. Ella al principio se mostró dudosa, pero luego la aceptó y él tomó la suya con firmeza, sin embargo, en un movimiento rápido, pero suave la hizo sentarse en sus piernas sus manos rodearon su cintura para mantenerla allí. Aurora abrió la boca para protestar, pero él inclinó la cabeza enterrando su rostro en el hueco de su cuello su aliento cálido rozó su piel; ella se tensó sus manos instintivamente fueron a sus hombros para apartarlo, pero la detuvo con un murmullo.
—Déjame quedarme así un momento, pequeña—susurró, en voz baja—Solo... lo necesito.
espero que este no diga ahora que está perra regresa y ese hermano o primero no se que es pero algo trama y no es nada bueno que el la traiga de regreso
Les salió el tiro por la culata 🤭🤭
Ya era hora de poner el freno de mano