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Dime Que Me Odias

Dime Que Me Odias

Status: En proceso
Genre:Romance / Posesivo / Amor-odio / Triángulo amoroso / Enfermizo
Popularitas:1.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Miguel Antonio Alba La O(bluelight)

Dany es un adolescente nerd con una vida común. Lo único que desea en esta vida es lo que todo ser humano normal aspira y estima: paz.
Pero pareciera que nunca la tendría con Marcos dando vueltas: despiado, altivo, arrogante...
Porque Marcos era el típico macho de la escuela que jugaba fútbol. Ese tipo de chico que miraba a las personas como Dany como insectos.
No había manera de escapar de lo que se le venía encima o acaso si podría domar a la bestia.

NovelToon tiene autorización de Miguel Antonio Alba La O(bluelight) para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Frazadas, Fritos y una Madre Desprevenida

6:17 PM. Umbral de mi casa.

Marcos sigue plantado en mi puerta como un perro callejero demasiado guapo para ser real. El viento le despeina el pelo (maldita sea, incluso su sudor tiene estilo) y su labio partido sangra un poco cuando sonríe.

—¿En serio no me vas a invitar a pasar? —pregunta, mirando por encima de mi hombro hacia el interior de la casa.

—¿Tienes un argumento convincente? —cruzo los brazos.

—Tengo hambre.

—No es mi problema.

—Y tu mochila de Mi Vecino Totoro está en el suelo. Se va a arruinar.

Miro hacia atrás. Maldición.Es mi mochila favorita.

—Entra —suspiro—. Pero si robas algo, te corto las manos.

Marcos pasa rozándome con todo el torso. Adrede. Tiene que ser adrede.

Abro la alacena con más dramatismo del necesario.

—Opciones culinarias: cereal de dinosaurios, fritos con salsa picante o pan tostado con… *más cereal de dinosaurios.

—¿Siempre comes como un niño de seis años? —pregunta, robando un puñado de cereal directamente de la caja.

—Soy un gourmet —le arrebato la caja—. Y no invité a un crítico.

Se inclina sobre la barra de la cocina, mostrando esos malditos brazos que parecen tallados por alguien con mucho tiempo libre.

—Prefiero los fritos. Pero solo si los calientas.

—¿Y si te los tiro a la cara?

—También funciona —sonríe, mostrando el hoyuelo que no debería ser ilegal.

Mientras caliento los fritos en el microondas, siento su mirada clavada en mi espalda. ¿Me está mirando el trasero? Giro rápidamente.

—¿Qué?

—Nada —dice, inocente—. Solo pensaba que tu *Totoro* está muy solo ahí.

Señala mi peluche en el sofá. Tramposo.

Comemos fritos picantes viendo Jurassic Park (él lo eligió, lo cual es sorprendentemente nerd para un bully).

—Eres un fraude —le digo—. Pensé que solo verías cosas con explosiones y músculos.

—Los dinosaurios son músculos con explosiones —argumenta, robando un frito de mi plato—. Además, el tiranosaurio es básicamente como yo.

—¿Grande, aterrador y con brazos ridículamente cortos?

—Dominante y mal entendido—corrige, lanzándome un frito a la cara.

Lo atrapo con la boca. Error. Porque ahora Marcos me mira como si yo fuera el postre.

—¿Siempre usas la boca para eso? —pregunta, voz baja.

El picante de los fritos no es responsable de que mi cara esté en llamas.

Marcos se quita la sudadera (¿por qué? ¿Hace calor? No hace calor). Debajo lleva una camiseta blanca demasiado ajustada.

—¿Te importa? —pregunta, como si no supiera exactamente lo que hace.

—No —miento, clavando la vista en la TV donde un velociraptor devora a alguien. Enfoque, Danny.

Pero entonces su brazo roza el mío al alcanzar más fritos. Y se queda ahí.

—¿Esto está bien? —pregunta, deslizando el dedo por mi antebrazo.

Trago saliva.

—El… ¿el brazo?

—Mm-hmm.

—Sí. No. Quizá.

Marcos sonríe y por fin dice algo sincero:

—Nunca pensé que me gustaría tocarte así.

El mundo se detiene.

7:30 PM. (Gracias, Mamá)

Justo cuando Marcos se inclina peligrosamente cerca (¿hacia mí? ¿Hacia los fritos? Nunca lo sabré), la puerta se abre.

—¡Hijo, llegué temprano! —anuncia mamá desde el recibidor.

¡Mierda!

Marcos y yo saltamos a extremos opuestos del sofá como si nos hubieran electrocutado. Para cuando mamá entra en la sala, él está pretendiendo revisar su teléfono y yo pretendiendo no estar a punto de sufrir un infarto.

—Oh, ¡tienes visita! —dice mamá, dejando las bolsas del supermercado—. Hola, soy la mamá de Danny.

Marcos se pone de pie tan rápido que tropieza con la mesa de centro. Venganza kármica.

—Marcos Rojas, señora —dice con una sonrisa que haría llorar a las abuelitas—. Somos… compañeros de proyecto.

Mamá mira mis labios (¿enrojecidos por los fritos o por qué casi beso a mi bully?), luego los nudillos heridos de Marcos, luego el espacio obviamente pequeño que quedó entre nosotros en el sofá.

Tengo la esperanza de que la tierra me tragué en este momento de tensión. Mis ojos están tan abiertos que creo que se saldrán de mis órbitas.

—¡Qué bien! —dice demasiado alegre—. Voy a hacer… algo en la cocina. Lejos.

Cuando se va, Marcos y yo exhalamos al unísono.

—Debería irme —susurra Marcos, pero no suena convencido.

Mamá canta (Despacito) falsísimo en la cocina (señal clara de que está escuchando).

—Sí —respondo, pero tampoco me muevo.

Marcos mira hacia la cocina, luego a mí. De pronto, su mano encuentra la mía. Breve. Electrizante.

—Te escribo —promete.

—No lo hagas —digo, pero sonrío.

Cuando la puerta se cierra tras él, mamá aparece como un fantasma.

—¿Ese no era el chico del que te quejabas el año pasado?

—Sí.

—Mm-hmm —hace un ruido sospechoso—. ¿Quieres helado?

Asiento con vigor. Necesito enfriar muchas cosas.

Tres verdades incómodas a las que llegue sentado con mamá mientras tomaba el helado:

Marcos Rojas tiene sonrisa de villano Disney y me gusta, Los fritos picantes son afrodisíacos (o él lo es) y mamá sabe. Dios mío, mamá SABE.

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Maru Sevilla
Un capítulo interesante, engancha para seguir leyendo /Ok/
Blue Light: 😊😁✒️Me alegra que le guste la novela.
total 1 replies
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