— Advertencia —
La historia está escrita desde la perspectiva de ambos protagonistas, alternando entre capítulos. Está terminada, así que actualizo diariamente, solo necesito editarla. Muchas senkius 🩷
♡ Sinopsis ♡
El hijo de Lucifer, Azaziel, es un seducor demonio que se obsesiona con una mortal al quedar cautivado con su belleza, pero pretende llevársela y arrastrar su alma hacia el infierno.
Makeline, por su lado, carga con el peso de su pasado y está acostumbrada a la idea del dolor. Pero no está segura de querer aceptar la idea de que sus días estén contados por culpa del capricho de un demonio.
—¿Acaso te invoqué sin saberlo?
—Simplemente fue algo... al azar diría yo.
—¿Al azar?
—Así es. Al azar te elegí a ti.
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Tiempo prestado
No comprendí por qué yo era especial. Habían tantas personas a las que podía mortificar. Me había dicho que no cambiaría de parecer, y no me desgasté más en intentarlo. Al menos había conseguido que reconsiderara la idea de terminar conmigo en ese momento. “Podría darte más tiempo, si es lo que quieres” había dicho, como si estuviera siendo generoso.
— ¿De cuánto tiempo estamos hablando? —insistí. Odiaba admitirlo, pero mis emociones estaban fluctuando por influencia de él, y eso me hacía pensar que tenía poder sobre mí.
—Una semana.
Grité.
—¡¿Qué esperas que haga yo con una semana?
Escuché la maldita risa salir de su boca.
— No lo sé, podrías hacer lo que quisieras. Mira —pensó—, terminar tus cosas pendientes, despedirte de tu familia. Cosas del estilo —hizo un gesto despectivo, como deshaciendo las palabras en el aire.
—¿Podrías… extenderlo? —le estaba casi rogando y me sentía humillada, él solo se quedaba analizando las cosas y no me daba una pronto—. Escucha, piénsalo, ¿sí? —se inclinó hacia delante, probablemente atento a las tonterías que le estaba diciendo—. Tendrás literalmente toda la –maldita– eternidad para hacer de mí lo que te plazca. Por lo menos dame más tiempo.
—¿Y cuánto más es el tiempo que quieres?
—Unos cuantos… —sabía que no aceptaría— ¿Años?
Sin embargo, y para mi sorpresa. Se lo pensó. Se lo pensó en serio. Creí haber notado un poco de fastidio y claramente quería negarse. Sin darme cuenta, mi pierna empezó a moverse por la impaciencia.
—Sí, está bien —dijo finalmente—. Pero no serán muchos. Y tampoco te diré exactamente cuántos son
¿Qué? Eso no es justo.
—Estás admitiendo que ni siquiera es culpa mía estar en esto —me clavé en esa idea—. Dices que solo ‘me elegiste al azar’ ¿Y no quieres permitirme estar más tiempo?
—Dije que está bien —habló en tono frío.
—Ajá, pero no quieres darme muchos años, y tampoco quieres confesarme cuántos —me recliné, frustrada de no querer admitir que definitivamente no tenía cómo salir del problema. Lo único que me quedaba era persuadirlo de aplazar mi destino—. Nunca más voy a volver —confesé, más calmada—. Lo que más me afecta es que no hice nada para merecerlo.
—Por favor. Es tiempo de sobra. Es más, si acepto darte todo el tiempo que se te plazca, es muy probable que intentes fugarte o hacer algo para eludir que tome tu alma.
—¿Cómo podría hacer eso yo? —pregunté fastidiada.
Aunque, si lo pensaba mejor, quizás sí podía buscar la manera y seguramente encontraría cómo protegerme. Involuntariamente, me detuve a pensar si era posible y me detuve a darme cuenta de su mirada.
—No lo haría, lo prometo —traté de convencerlo. Pero era cierto que haría cualquier cosa por escapar.
—A mí no puedes engañarme. Está en tu naturaleza humana intentarlo.
Creo que me había visto más sospechosa de lo que pensé.
—Se supone que tú eres un ente demoníaco. Podrías encontrarme si lo intento, ¿no?
Él dejó liberar una sonrisa. Me parece que le estaba llenando el ego.
—Por supuesto que te encontraría.
En efecto, le estaba llenando el ego. Su arrogancia se me antojaba irritante, pero no me parecía buena idea agravar mi situación.
—A ver, espera —dijo—. Yo estoy dando algo aquí ¿No te parece justo que pueda pedir algo yo también?
Noup, muy justo no me parecía. Pero en fin, no quería contradecir al diablo.
—¿Y qué es lo que quieres?
—Voy a estar cerca de ti, todo el tiempo —abrí la boca para refutar, pero él alzó la mano para detenerme. Siguió hablando—. Te vigilaré y estaré cerca todo lo que yo decida. Igual no es una petición, lo haré aunque te niegues.
Estaba enojada, me tenía atada de las manos, estaba obligada a aceptar lo que fuera que él quisiera.
—Vamos —continuó—. Estoy siendo permisivo contigo, solo quiero algo pequeño a cambio.
En todo caso, al menos sabría que me estaría vigilando y no lo haría a escondidas. No puede ser, me estaba resignando muy pronto.
—No todo el tiempo —pedí—. Solo… de vez en cuando, ¿de acuerdo? —me lo negó, me sentía minúscula al intentar imponer lo que yo quería. Y era tan patético que me estuviera sintiendo de ese modo—. Por favor.
Giró los ojos.
—Bien. Te daré algo de privacidad de vez en cuando. ¿Eso está bien para ti?
No, pero supongo que no tengo más opciones. Dios, como si me estuviera haciendo un favor.