¿ Que ya no me amas?... esa es la manera en que justificas tú cobarde deslealtad... Lavender no podía creerlo, su esposo, su amado esposo le había traicionado de la peor forma. Ahora no solo quedaba divorciarse, sino también vengarse.
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Capitulo 24
—¿Qué haces aquí, Lavender? —preguntó Violett con una voz llena de inocente preocupación, aunque sus ojos brillaban con una mezcla de orgullo y burla.
Lavender se detuvo a medio escalón, su mirada fría y distante posándose en Violett y Maxon.
—Entregando una ofrenda —respondió Lavender, con un tono calmado que no dejaba lugar a dudas sobre sus intenciones.
—Oh, vaya... Eso me sorprende —dijo Violett, fingiendo aún más preocupación.
—¿Te sorprende que entregue una ofrenda? —respondió Lavender, aunque parecía una conversación trivial, dado el contexto que rodeaba a aquellos tres, nadie quería perderse una palabra de lo que se dijeran. Por eso, la atención de todos estaba puesta en ellos.
—Lo que me sorprende es que salgas... Ya sabes por qué —dijo Violett, insinuando que le preocupaba que Lavender pudiera sufrir algo debido a las acusaciones de infidelidad que pesaban sobre ella.
Una leve sonrisa se dibujó en el rostro de Lavender, lo cual erizó la piel de Violett. Se preguntaba por qué sonreía tan despreocupadamente cuando, en realidad, debería estar angustiada y desesperada por la humillación.
—No tengo nada que me avergüence, por eso puedo mostrar mi rostro con orgullo —dijo Lavender, con serenidad.
—¿Orgullo? —gritó un noble desde las filas traseras del templo—. ¡Alguien que le fue infiel al Duque puede decir tal cosa! ¡Eres una desvergonzada!
El comentario fue apoyado por muchos, y pronto el templo se llenó de murmullos y acusaciones repetidas: —¡Desvergonzada! —pero nada de aquello intimidó a Lavender, quien se mantenía firme en su postura, a pesar de que Violett creía lo contrario.
—Claramente puedo caminar con orgullo y la frente en alto, porque la verdad es que han acusado de crímenes que no cometí —dijo Lavender, mientras su mirada se cruzaba con la de Maxon, quien desvió la suya. Era evidente la tensión que había entre ellos.
Algunos murmuraron entonces que la ex Duquesa insinuaba que la habían incriminado para provocar su separación con el Duque. Esto no le agradó a Violett, quien tensó sus puños al darse cuenta de que Lavender no estaba reaccionando como ella había supuesto.
—Pero... pero hay pruebas de ello... En la subasta, ahí se conoció la verdad sobre tu amante —dijo Violett descaradamente.
—¿Mi amante? —respondió Lavender, con una ceja levantada—. ¿Lo dice porque tenía un broche de esmeraldas similar al que compré? Por cierto... ¿Recuerda usted, Duque, que se lo entregué el día después de su regreso? Y tú también estabas ahí —dijo Lavender, mirando intercaladamente el rostro de Maxon y Violett. Ambos se sorprendieron, porque no esperaban que ella hablara sobre lo que realmente había pasado.
Los nobles esperaban expectantes la respuesta del Duque. Lavender clavó su mirada en la de Maxon, y este pareció quedarse sin aliento.
—Yo... Yo no lo recuerdo —respondió finalmente Maxon, con una voz vacilante.
La respuesta alivió en cierto modo a Violett, quien escuchó cómo nuevamente murmuraban, llamando mentirosa a Lavender.
—Es así... —dijo Lavender, mientras su mirada se llenaba de decepción hacia Maxon—. Y sin embargo, yo lo recuerdo perfectamente... Parece ser entonces que le ha robado sus recuerdos y sus pertenencias.
Esas palabras resonaron en Maxon con una fuerza inesperada. Tanto, que quiso salir de ahí de inmediato, pero Violett se lo impidió, poniéndose firme cuando sintió que Maxon intentó moverse.
—Simplemente creo que deberías reconocer tu error... Así Max podría perdonarte, y ambos podrían seguir en paz sus caminos —dijo Violett, con un tono que pretendía ser conciliador, pero que en realidad solo buscaba hacer que Lavender admitiera su supuesta infidelidad.
Sin embargo, la manera en que Lavender la miró le hizo saber de inmediato que eso no sucedería.
—Me acusan de infiel a mí, y sin embargo, no soy quien se está comprometido apenas un mes después de divorciarme —dijo Lavender, con una voz clara que resonó en el templo.
La expresión de Violett y Maxon se torció, y el silencio que había ocupado el lugar estalló en un murmullo generalizado. Era como si los presentes de pronto recapacitaran y se dieran cuenta de que no tenía sentido todo aquel relato que señalaba a la ex Duquesa. Y lo más notable: ¿por qué la supuesta mejor amiga de la ex Duquesa era ahora la prometida del Duque?
Los comentarios que comenzaron a surgir hicieron que Violett se avergonzara. Su rostro se tiñó de rojo al oír lo que decían sobre ella: que era una mala amiga, una trepadora, una bruja que había hechizado al Duque, y muchas cosas más.
Entonces, para terminar de hacer todo más grande y que terminara siendo algo de lo que se hablaría en todo el reino, quien entró al templo a dejar su ofrenda fue nada más y nada menos que el príncipe Silver, quien por primera vez ponía un pie en aquel lugar.
Todos los nobles se inclinaron con respeto y temor, pero sin poder evitar mirarlo con sorpresa y curiosidad. Alguien que no esperaban ver de pronto estaba ahí. Al llegar frente al altar, donde se dejaban las ofrendas, Silver se detuvo y saludó a Lavender con una expresión suave. Fue a la única a quien dirigió la palabra directamente.
—Condesa —dijo Silver, con un tono respetuoso pero cálido.
Luego, giró hacia Maxon y Violett. Su mirada se centró feroz y fríamente en Maxon, mientras que a Violett ni siquiera le prestó atención, algo que la enfureció aún más.
—He estado escuchando esta interesante conversación —dijo Silver, con una voz que resonó en el templo—. Y déjenme decirle, Condesa, que estoy completamente de acuerdo con usted... La infidelidad parece provenir más del lado que se compromete en circunstancias dudosas y tan repentinamente.
Las palabras de Silver hicieron que Violett temblara de vergüenza, impotencia y rabia, al mismo tiempo que desataron todo tipo de comentarios entre los presentes. Maxon se molestó y, cuando iba a decir algo, Silver se adelantó.
—Pero eso es solo mi apreciación... —dijo, con un tono que dejaba claro que no estaba dispuesto a discutir—. Cada quien sabrá qué tan limpia está su conciencia —añadió, mientras fulminaba a Maxon con la mirada.
Lavender estaba sorprendida. Al igual que los demás, no esperaba la presencia de Silver, ya que no era algo que acostumbrara a hacer. Pero también le sorprendió que pareciera estar defendiéndola, ayudándola a hacer ver la verdad a los demás.
Silver miró a Lavender en silencio por un instante y luego le dijo:
—Condesa... Veo que aún no ha entregado su ofrenda... ¿Me permitiría acompañarla?
Lavender, que había estado en silencio por un instante, aturdida por todo aquello, apenas pudo responder:
—Sí... sí, por supuesto, Alteza.
Con un gesto de cortesía, Silver le ofreció su brazo, y juntos se dirigieron hacia el altar, dejando atrás a una Violett furiosa y un Maxon visiblemente molesto.
En la vida real tambien existen hij@s que se creen blindados bajo ese titulo y que sus padres deben perdonarle todo.
/Facepalm//Facepalm//Facepalm//Facepalm/
Buena esa Silver.
me recuerda a mi chiquitin cuando dice: "entendiste? o te hago un dibujito"