💔🔥 ZADDY: ¡Recuperando a mi Esposa! 🔥💔
Perdió a la mujer de su vida... Ahora hará lo imposible para recuperarla.
Gerónimo Báez lo tenía todo: poder, éxito y una esposa leal que lo amó por más de veinte años. Marla Andrade de Báez, una mujer fuerte y empoderada, fue su compañera incondicional… hasta que él lo arruinó todo.
🔥 La crisis de los 40 lo golpeó.
💣 Un error. Un desliz. Una traición imperdonable.
Marla no era una mujer que se quedara llorando. Con dignidad, lo dejó atrás. Se convirtió en la versión más poderosa de sí misma, mientras el mundo la aplaudía… y él la veía desde la distancia.
💔 Gerónimo ahora es el villano de su historia.
Pero hay algo más, algo que nadie ha visto… y que él no puede revelar.
🔹 La verdad está oculta entre mentiras y apariencias
🔹 Las pruebas lo condenan.
🔹 El mundo la alienta a seguir adelante sin él.
Pero Gerónimo no está dispuesto a rendirse.
🔥¿Su amor será suficiente para obtener una segunda oportunidad?
🔥¿O Marla seguirá adelante…?
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16. Su marioneta.
POV. Marcos Becker.
Camino de un lado a otro, como un león enjaulado.
Mi vida está a punto de irse a la mierda.
Todo por imbécil.
Por calenturiento. Por no mantener mi puto pene dentro de los pantalones.
Ella fue mi peor error. Caí como un maldito adolescente.
Su piel: joven, tersa.
Su cuerpo: perfecto, cada curva en su lugar.
Y yo… un viejo de casi 60.
Me dejé llevar, como un idiota.
Por volver a sentir unos labios húmedos y vibrantes sobre los míos, marchitos…
Una piel fresca bajo la mía, añeja. Poder tocarla, recorrerla con mis manos envejecidas…
Era como si ella revitalizara mi cuerpo viejo, como si hiciera rugir de nuevo mi corazón gastado.
Tenerla bajo mi cuerpo…
Eso me condenó.
Me convertí en su títere.
En su marioneta.
En su maldito juguete.
No medí las consecuencias.
Puse el mundo y mi nombre a sus pies.
No había marcha atrás.
Me volví un puto adicto a su cuerpo, a sus caricias, y no me importaba lo que hacía.
Cuando me di cuenta de lo que tramaba, ya estaba hundido…
No era a mí a quien quería.
Era a Gerónimo.
Cuando por fin decidí volver a actuar como el hombre mayor que soy, con una esposa que ha estado a mi lado en las buenas y en las malas por más de tres décadas…
El padre de dos hijos adultos, casados, padres de cuatro hermosos niños…
Sé que ellos jamás me perdonarán haberle fallado a su madre… a su abuela.
Pude dimensionar el puto problema en el que estaba.
Pero eso solo era una parte.
Al escucharla decir que no me ama, que solo era su medio para llegar a su hombre, me di cuenta de que arriesgué todo por nada.
Ella no está interesada en mí. Solo me usó.
He sido un completo idiota.
Brenda me manipuló como a un niño ingenuo.
Sin darme cuenta, la ayudé a separar a Gerónimo de Marla.
La noche cae y no he sido capaz de salir de la oficina, apenas iluminada por la luz fría del monitor. Llevo una botella de whisky.
Estoy sentado en el sofá, sintiendo el peso de mi propia estupidez. Sobre el escritorio, entre contratos y documentos sin importancia, está el maldito informe.
Mi hombre de confianza me lo entregó semanas atrás.
Flashback
—Señor, aquí está el informe sobre la señorita Brenda —dice, extendiéndome el sobre.
Frunzo el ceño con molestia y prácticamente se lo arrebato, lanzándolo sobre el escritorio.
Rodrigo me mira consternado.
—Señor, debería leerlo…
No lo dejo continuar y lo callo con un gesto de la mano.
—Rodrigo, yo no te pago por andar de metido en mi vida privada —lo recrimino severamente.
Sé que Brenda no es de su agrado, pero debe respetarme como su jefe.
Baja la cabeza y mira al piso.
—Disculpe, señor, no fue mi intención molestarlo.
—Que no se repita. Ve y ocúpate de los verdaderos enemigos —digo hecho una furia.
Fin del flashback.
El único culpable de lo que está pasando soy yo.
Ignoré el informe. Lo dejé ahí, acumulando polvo, mientras me hundía más en la adicción de su piel.
Pero ahora, con la mente más clara y el vacío en el pecho, lo abro.
Página tras página, la verdad me golpea como un puño en la cara.
Brenda no solo me usó. Jugó con todos.
Hackeó los correos y el teléfono de Gerónimo y Marla, manipulando los mensajes, eliminando respuestas, sembrando dudas y discordias.
Logró que las autoridades detuvieran a Marla en cada viaje, retrasándola lo suficiente para evitar que se encontrara con Gerónimo.
Pero lo peor… lo peor está en la última página.
Estoy involucrado en una investigación por lavado de dinero. Y Brenda está detrás de eso.
Un escalofrío me recorre la espalda.
"Dios mío... ¿qué he hecho?"
La oficina sigue en penumbras. Afuera, la ciudad sigue con su vida, indiferente al desastre que se desmorona en la mía.
Paso una mano temblorosa por mi rostro. El informe sigue abierto sobre el escritorio, cada página es un golpe directo al estómago.
No puedo respirar.
No puedo pensar.
Solo hay una pregunta martillando en mi cabeza:
"¿Cómo carajos arreglo esto?"
Tomo el teléfono y llamo a mi esposa. Al tercer timbrazo, ella contesta.
📱—Aló, Marcos… amor, ¿dónde estás? —escucho su voz preocupada. Como si yo mereciera esa preocupación.
📱—Bety, mi amor, quiero decirte que te amo. A tu lado fui el hombre más feliz del universo.
📱—También te amo… Pero dime… ¿pasa algo?
📱—No, mi amor. Solo que hace tanto que no te decía esas palabras, que siento la necesidad de hacerlo.
Siento un nudo en la garganta… Ahogo un sollozo.
"Dios, pobre mi familia. Les he jodido la vida."
📱—¿Ya vienes?
📱—Sí, voy para allá, pero sigue durmiendo —digo y cuelgo el teléfono.
Siento la inmensa necesidad de llamar a mi hijo mayor.
📱—¿Papá?
📱—Hola, hijo.
📱—Dime, ¿pasa algo?
📱—No. ¿Acaso está prohibido llamar a mi hijo?
📱—Para nada, papá. Solo que si me llamas a la medianoche, eso me preocupa.
Miro la hora en el teléfono: son las 00:09.
📱—Lo siento, hijo, no me di cuenta de la hora. Descansa, mañana hablamos. Solo quiero decirte que te amo.
Corto la llamada antes de que escuche mis sollozos.
Tomo los documentos que acabo de leer, los coloco en otro sobre y los marco: Para Gerónimo Báez. Los dejo sobre el escritorio de mi secretaria.
Salgo con la intención de ir a casa. Debo hablar con Bety y contarle todo. Pero, al pasar frente a la oficina de Brenda, veo su luz encendida.
Me detengo.
Me acerco y la veo… tan hermosa como siempre, aunque sé que es una víbora venenosa. Aun así, no puedo evitar la tentación de acercarme.
"¡Maldita sea, Marcos! ¿Qué tan bajo has caído?" Me recrimino a mí mismo.
Quiero detenerme, pero ella es como un talismán maligno y destructivo. Todo lo que toca, lo arruina.
Para prueba, un botón… Convirtió mi vida en una completa mierda.
En un pestañeo, destruyó todo lo que me llevó una vida de esfuerzo y sacrificios construir… Y aun así, sigo queriendo sentir el aroma de su perfume.
Tal vez… rozar su piel.
—Brenda…
Ahora sí doctorcita, aténgase a las consecuencias de sus palabras