La historia más cliché del año", así la describiría Carla... pero, ¿qué pasa cuando los villanos cuentan su versión?
pero ¿qué pasa cuando se ve desde los ojos de Kiara? Una joven obligada a comprometerse con el príncipe a los 15 años por decisión de su padre, quien en secreto ama al hombre con el que está destinada a casarse. Todo cambia cuando Marionela entra en escena. Su aparente dulzura esconde un lado oscuro que Kiara conoce de primera mano, pues es ella quien comienza a manipular al príncipe y convertir la vida de Kiara en un caos.
La gota que colma el vaso llega cuando Marionela, en un acto calculado, se envenena para culpar a Kiara. La supuesta villana es acusada injustamente, encarcelada y casi ejecutada, pero logra reducir su sentencia. Allí, en el calabozo, un golpe la despierta a su vida pasada y con ello, un propósito claro: cambiar su destino .
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capitulo 18 _ ¿un cambio útil ?
Los días posteriores al banquete se llenaron de reuniones, estrategias políticas y charlas diplomáticas. Kiara e Ian se mantenían como una unidad impenetrable, manejando cada situación con precisión y astucia. Sin embargo, en esos momentos de aparente formalidad, surgieron pequeños detalles que comenzaron a cambiar la dinámica entre ellos.
Ian, quien siempre había sido un hombre frío y calculador, notaba que su mente se desviaba constantemente hacia Kiara. Era fascinante verla en acción, siempre un paso adelante, respondiendo con una mezcla perfecta de elegancia y mordacidad. Por su parte, Kiara empezó a percibir que Ian no solo era un aliado político; Había algo en la forma en que la miraba, como si viera más allá de la máscara que ella siempre mostraba al mundo.
El paseo nocturno ¿
Una noche, después de una larga reunión especialmente con el rey y su consejo, Ian y Kiara decidieron dar un paseo por los jardines del palacio. La brisa era fresca y el cielo estaba cubierto de estrellas.
— ¿Siempre son tan incompetentes? —preguntó Ian, rompiendo el silencio, refiriéndose a los nobles que insistían en seguir proponiendo ideas absurdas para "mejorar" el reino.
Kiara soltó una risa suave.
—Acaso esperabas algo más? Los nobles de Liu son expertos en aparecer, pero cuando se trata de pensar, es mejor no esperar demasiado.
Ian sorprendentemente, algo poco habitual en él.
—Eres diferente, Kiara. No solo aquí, sino en cualquier lugar al que vayas.
Ella se detuvo un momento, sorprendida por sus palabras.
—Eso suena a un cumplido, Ian. ¿Acaso estás bajando la guardia conmigo?
Él la miró, sus ojos rojos brillando bajo la luz de la luna.
—Quizá. Contigo, a veces, siento que no necesito guardias ni máscaras. Es extraño.
Kiara no respondió de inmediato. Había algo en su tono, de la manera en que la miraba, que hacía que su corazón latiera más rápido de lo normal.
Al día siguiente, mientras revisaban documentos en la biblioteca del palacio, Kiara intentó alcanzar un libro en una de las estanterías más altas. Sin pensarlo, Ian se levantó y se colocó detrás de ella, tomando el libro con facilidad.
— ¿No confías en mí para resolver esto sola? —bromeó Kiara, dándose la vuelta y quedando peligrosamente cerca de él.
Ian no retrocedió. En cambio, la miró directamente a los ojos, con una intensidad que la dejó sin aliento.
—Confío en ti más de lo que confio en nadie, Kiara.
El aire entre ellos parecía cargarse de una tensión diferente, una que ninguno de los dos estaba dispuesto a admitir todavía. Kiara rompió el contacto visual rápidamente y se apartó, terminando de revisar el contenido del libro.
—Bien, entonces usa esa confianza para encontrar la mejor manera de hacer que el rey ceda a nuestras propuestas —respondió con una ligera sonrisa.
Ian la observó en silencio por un momento antes de volver a su asiento, pero su mente seguía atrapada en la forma en que los ojos de Kiara habían brillado durante ese breve instante.
A medida que los días pasaban, los pequeños momentos entre ellos comenzaron a acumularse. Una sonrisa fugaz aquí, un comentario que revelaba más de lo que querían admitir, una mirada que duraba un segundo más de lo necesario.
Durante una sesión de entrenamiento en combate, Ian observó cómo Kiara manejaba la espada con una precisión y gracia que rivalizaba con los mejores guerreros.
—Si alguna vez decidieras liderar un ejército, nadie se atrevería a enfrentarte —dijo Ian, acercándose para corregir la posición de su espada.
—Eso suena a una invitación —respondió Kiara, alzando una ceja.
—Quizá lo mar. ¿Quién mejor para gobernar y conquistar a mi lado?
La manera en que lo dijo, con un tono mitad broma, mitad sinceridad, hizo que Kiara sintiera un calor inesperado en el pecho.
Una noche, mientras Kiara revisaba documentos en sus aposentos, Ian apareció con dos copas de vino.
—Has trabajado demasiado hoy. Relájate un poco —dijo, dejando una copa frente a ella.
Kiara lo miró con una mezcla de sorpresa y gratitud.
¿Estás preocupado por mí? Eso es nuevo.
—Solo cuido de lo que es importante —respondió Ian, sentándose frente a ella.
Pasaron el resto de la noche conversando, dejando de lado las estrategias y planes, hablando de sus pasados, sus sueños y sus miedos. Fue en ese momento que Kiara comenzó a darse cuenta de lo diferente que era Ian de lo que había imaginado. Detrás de su fachada de emperador implacable, había un hombre que también había luchado, sufrido y sacrificado mucho para llegar a donde estaba.
Esa noche, cuando Ian se retiró, Kiara se quedó mirando la copa vacía frente a ella, su mente llena de pensamientos confusos. Sin darse cuenta, un pequeño pero genuino sentimiento comenzaba a florecer en su interior.
Por su parte, Ian, mientras regresaba a sus aposentos, sonriendo para sí mismo. No sabía cuándo había comenzado a sentir algo por Kiara, pero ahora estaba seguro de una cosa: ella no solo era su aliada ni su emperatriz. Se estaba convirtiendo en alguien que él no quería perder por nada en el mundo.