El Momento De La Venganza

James no puede dejar de deleitarse con el cuerpo de Margarita, aunque por momentos la sintiera nerviosa, ella no pone resistencia y se deja llevar; no se imagina que la joven no termina de disfrutar el momento, aunque se ha sorprendido por las sensaciones agradables que por momentos llega a sentir, al mismo tiempo siente culpa de sentirse bien con eso, si hasta hace poco, ella solo podía relacionar el sexo como algo malo, que le trajo dolor.

El hombre está disfrutando cada momento, la toma de los glúteos y se pone de pie con ella en brazos, para recostar suavemente a la joven mujer en la cama, sin que le implique el menor esfuerzo. Pero ese movimiento, desconecta a Margarita del presente, y como imágenes, de una herida que aún no sana, la regresan al pasado.

...*** En otra vida ***...

Esa tarde ella estaba por salir de la casa, no había ninguno de los trabajadores del servicio, supuestamente el señor estaba de viaje, los trabajadores más antiguos tomarían descanso y lo único que ella debía hacer era mantener limpia el interior de la casa por la semana que el señor estuviera fuera.

Estaba en medio de la sala con destino a la puerta de servicio cuando escuchó dos vehículos estacionarse; ella se apresuró en tomar sus cosas y cuando iba a abrir la puerta, Demian Mussi ingresó y detrás de él Emilio Lagos, en ese momento aún no sabía quién era.

- "Buenas tardes, señor Mussi, creí que su viaje iba a ser más largo, ya terminé de limpiar, me estoy retirando", dijo Margarita.

- "Es tu día de suerte, le has gustado a un amigo, si te portas bien, recibirás una buena recompensa", expresó Demian con una extraña sonrisa en el rostro.

- "Lo siento, señor Mussi no le entiendo", manifestó Margarita confundida.

- "No te hagas la tonta; ¿cuánto cobras por acostarte con él?", inquirió Demian con total desparpajo.

- "Señor Mussi se está equivocando conmigo yo no me vendo. Me voy", respondió Margarita.

- "Peor para ti. (Dirigiéndose a Emilio) Tráela", ordenó Demian.

Margarita quiso correr, pero pronto recibió un golpe que la derribó, Emilio la amordazó y la llevó a rastras al Despacho, aprovechando para manosearla mientras lo hacía.

En el Despacho estaban en el sillón Richard Thompson y Francisco Solorzano. A Richard le había gustado la muchacha cuando la vio en una reunión que organizó Demian y aunque la abordó, Margarita lo rechazó tajantemente. No hizo mucho escándalo, pero le exigió a Mussi que la quería y que le haría pagar su rechazo.

- "No debiste rechazarme, siempre tengo lo que quiero", dijo Richard acercándose a la muchacha. "Pude hacer que te divirtieras, pero ahora solo me voy a divertir yo", agregó.

Margarita seguía batallando por liberarse, en cuestión de segundos Damián le arrancó la ropa, los tirones le provocaron dolor, pero eso iba a ser lo menos de la noche; otro golpe para calmarla, porque aun así batallaba por liberarse de su agarre; y en cuestión de segundos estaba desnuda sobre el escritorio, con Lagos sosteniendo sus brazos sobre su cabeza.

- "Es toda tuya", dijo Messi.

...******...

Margarita aún recuerda la mirada de Richard mientras se acercaba, y el dolor que sintió cuando estuvo dentro, como pudo sentir rasgarse por dentro.

- "No deberías pensar en otras cosas, si quieres disfrutar de esto, bonita", le susurra James, para luego seguir acariciando la suave piel de la joven, trayéndola al presente. La respiración agitada que tiene Margarita no es por la excitación, sino por el miedo que volvió a sentir.

Regina le había dicho que en términos generales y bajo su experiencia había dos tipos de hombres en la cama, aquel que buscaba su propia satisfacción y solo le importaba llegar al clímax; y aquel otro a quien ver arder en pasión a la pareja, lo excitaba aún más y lo disfrutaba mejor; y si era del segundo caso, una mujer que solo se quedara quieta lo iba a aburrir rápidamente.

Necesitaba gustarle a James Thompson, si quería obtener su ayuda; así que el miedo no la podía vencer, necesitaba gustarle en demasía, pero cómo si por momentos se paraliza y no sabe qué hacer.

- "Lo siento, tal vez si me dice lo que debo hacer, lo haga mejor", dijo Margarita, casi susurrando.

James le toma el rostro y la queda mirando, hay algo extraño en esa mirada que no puede descifrar, pero que le fascina; pero a la vez, puede notar el miedo.

- "No le des ese control a nadie, bonita, o vas a terminar perdiendo, descúbrelo por ti misma, aunque no debería decírtelo yo", expresó James, mientras se echa a su costado, una mujer asustada no es algo atractivo para él.

Margarita está quieta, tal vez ya lo arruinó todo, una lágrima cae por el costado de su ojo, limpia disimuladamente la lágrima que se le escapó, y obligándose a tomar la iniciativa, se pone a horcajadas sobre James.

- "Nunca me ha gustado que me mientan, menos en la cama, ¿por qué te vendiste?, te repito no pareces ese tipo de chica", dijo James, quitándola de encima y poniéndose de pie; su incomodidad se notaba en el rostro.

- "La mayoría no inicia esto por diversión, quiere la verdad, está bien. (Se tapa con la sábana, para sentirse un poquito segura) Mi padre necesita una operación que cuesta doscientos mil dólares, ¿cómo una chica como yo, de una familia como la mía, podía pagar algo como eso? Alguien me dijo que había hombres que podrían pagar esa cantidad por una virgen, el único VALOR de una chica como yo; y aquí me tiene, por más nombre rimbombante que le pongan, yo me vendí y usted me compró, soy una prostituta, en eso me convertí y no estoy orgullosa, pero no tenía otra opción. Y si tengo que devolverle el dinero porque no cumplo su expectativa, igual tendré que venderme a otro, porque seguiré necesitando el dinero y encima tendré deudas con la empresa, después de todo firmé un contrato y les pertenezco por un año", expresó Margarita frustrada, sus malditos recuerdos le habían arruinado el plan.

James la mira, él había hecho lo que sea necesario para escalar, pero tenía que reconocer que no había empezado de cero, había tenido ciertos privilegios al ser el hijo de un hombre rico; y la mujer en la cama estaba haciendo lo mismo, pero sin muchas herramientas y sacrificando su dignidad; porqué tenía que tener conciencia en ese momento, si hubiese sido mejor solo tomar lo que compró y de ahí dar media vuelta.