Mayday Y Sus Magníficas Vacaciones En Amphy City

Cuando comenzó aquel show infantil donde Lana era la protagonista, me senté en su cama mientras abrazaba la linterna.

—¡Niños! ¡Todos denle la bienvenida a Shiny!

—¡Hola, niños! ¡Mi nombre es Shiny y hoy seré su hermana mayor!

Aún recuerdo esa serie, Lana era sin duda una estrella y Shiny era muy popular entre los niños, el público amaba a esa mimo ya que representaba muy bien el sentimiento maternal que todos necesitamos de pequeños.

Era un show muy amado hasta que sucedió el accidente del 2038 o como Lana lo llama, el caos del 38. No recuerdo mucho de ese día, aunque sí recuerdo la sensación que sentí, sentí una sensación muy fuerte de miedo.

Y recuerdo mucha sangre, pues según puedo recordar en esa época las personas eran muy sensibles con lo que se veía en la televisión y mis papis siempre decían que la gobernadora del país era una inútil, tanto que los criminales podían hacer lo que querían y el caos del 38 fue la consecuencia del monstruo más grande en una sociedad, los propios humanos.

Unos hombres encapuchados entraron al programa para comenzar una escena aterradora y sangrienta, recuerdo estruendos como fuegos artificiales, gritos y niños inmóviles en el suelo.

Tras ese día, Lana no volvió jamás a interpretar a Shiny, debido a los traumas causados por el caos del 38. Gracias a que la estrella del programa no regresó, y debido al comienzo de lo que sería un golpe de estado, el cual era liderado por los padres de los niños inmóviles, el programa fue eliminado y nunca más se volvió a transmitir. Pues todos querían olvidar una de las tragedias más grandes del país.

Aun así, ver a Shiny de nuevo, me hizo recordar los tiempos en los que Lana era una estrella y todo era felicidad. Un bonito recuerdo manchado por cosas de adultos, eso me hizo pensar que nunca era buena idea mezclar el mundo adulto con el mundo infantil, o tal vez este pensamiento solo era una consecuencia de lo que viví ese día.

Shiny hablaba y jugaba con los niños como una verdadera hermana mayor, tal y como lo recordaba. Aunque entre más avanzaba el programa, las risas más se distorsionaban volviéndose gritos, los niños comenzaban a tener agujeros en el cuerpo como en aquel día, sus cuerpos también se volvieron pálidos, el maquillaje de Shiny empezó a escurrir por debajo de sus ojos, como si no dejara de llorar, y en su cuello empezó a ser rodeado por una cuerda, aunque a ojos de los demás no parecía una cuerda gruesa y difícil de quitar sino un listón frágil del cual podrías fácilmente salir sin perderte en el camino.

—Ahora díganme, ¿quién de ustedes necesita una hermana mayor? —preguntó riendo mientras lágrimas escurrían de sus ojos, implorando ayuda—.

—¡¡Mayday!!

—¿Quién está sola? Y siempre lo estará

—¡¡Mayday!!

—Diganme, niños, ¿Quién vendrá a divertirse con nosotros?

—¡¡Mayday!!

El sonido de un circo comenzó a envolver todo el apartamento, cientos de globos comenzaron a salir debajo de la cama, eran de todos los colores imaginables.

—¡Bien hecho! Ahora podrían cantar conmigo para traerla a nuestro mundo

Los niños gritaron emocionados mientras el escenario del programa se llenaba de muñecos que se parecían a los trabajadores que habían fallecido en el 38. Todos se sujetaron de las manos mientras saltaban y cantaban alegremente.

—¡Todos los niños aman a Shiny! ¡Todos los niños aman jugar! —los globos comenzaron a estallar, liberando el líquido que había en su interior. Ese líquido era sangre, debido a la cantidad de globos, la habitación comenzó a llenarse de sangre—. ¡Pero ellos odian que juguemos! ¡Odian que Shiny tenga una amiga especial! ¡Y se escucha un…! ¡Pow! —los niños comenzaron a caer al ritmo de los estruendos como aquel día—. ¡Pow! ¡Ellos se enojan por una bonita amistad entre Shiny y su ayudante! —la sangre comenzó a llenar la habitación, era tanta que parecía una piscina solamente de sangre— ¡Pow! ¡Nosotros también pensamos en los pequeños! Así que tranquila, Mayday pronto seras una adulta como nosotros y no como tú elijas, tú no te vas a corromper como tu generación… —cantó mientras se reía—.

La sangre no tardó en llegar hasta el techo, traté de nadar como mis papis me habían enseñado, pero la sangre era demasiada, me asfixiaba y se metía en mi nariz. En un último intento por escapar nade hacia la puerta para patearla y apuntarla con la linterna.

—¡¿Por qué tratas de huir?! ¡Si te vuelves adulta podrás venir con todos nosotros! ¡Tendrás hermanos mayores a montón! ¡Y ya no serás un maldito estorbo para tus padres! ¡Serás una adulta! ¡Solo debes cruzar al mundo adulto! —gritó mientras su maquillaje se escurría—.

Justo cuando la sangre había llenado toda la habitación, logré abrir la puerta liberando toda la sangre y saliendo de esa habitación. Sin embargo, al liberarme de esa piscina de sangre, caí dentro del show infantil donde estaba Elizabeth vestida de Shiny, esperándome con una inmensa sonrisa en su rostro.

—Bienvenida a nuestro mundo…

—¡¡Mayday!! —añadieron los niños con sonrisas que parecían antinaturales y que contrastaban con las lágrimas que escurrían de su rostro—.

Traté de usar la linterna para herirla, aunque, debido a la sangre, mi linterna se había descompuesto. Había perdido una de las armas que tenía contra Elizabeth, pero eso no detuvo, me levanté tambaleando y bañada en sangre.

—¿Vienes por esto? —me mostró la tarjeta de Lana— ¿No es verdad? —preguntó con una sonrisa—.

—Dame… —caminé hacia ella. Mi reacción hizo que su sonrisa se rompiera—. ¡¡A mi hermana!! —grité corriendo hacia ella—.

Elizabeth sorprendida por mi reacción dio un pequeño paso hacia atrás. A diferencia de antes, ya no sentía tanto miedo, solo sentía odio. Ella me había quitado a mi abuelo, a mi prima y estaba por quitarme a una de las pocas personas que eran amables conmigo.

Los niños no tardaron en lanzarse hacia mí para detenerme, me tiraron al suelo e intentaron contenerme. Aunque no contaban con que peleara, los aparté de mí con patadas y golpes con mis puños.

Elizabeth molesta por la derrota de sus marionetas, comenzó a atacarme con sus gigantescas patas de araña que a veces salían de su espalda. Me protegí de sus afiladas patas de araña con los pequeños escudos de juguete de los niños, que habían quedado inmóviles en el suelo. No sabía si era por mi fuerza o porque Elizabeth ya no tenía la suficiente fuerza en su ilusión para controlarlos.