Cristian de la Fuente y Mía Ferrer se conocieron desde niños gracias a la relación cercana de sus familias. Mía es la ahijada de Victoria, la madre de Cristian, lo que los hacía pasar mucho tiempo juntos. Desde el primer día, Cristian se convirtió en el niño más popular de la clase: atlético, carismático y siempre rodeado de amigos. Mía, en cambio, era una niña tímida y reservada, con una gran pasión por la lectura y el arte, pero con sobrepeso, lo que la convirtió en el blanco fácil de las burlas de los demás niños, incluido Cristian.A pesar de su conexión familiar, Cristian se unió a los demás en hacer comentarios hirientes y bromas pesadas sobre el peso de Mía, sin darse cuenta del profundo impacto que sus palabras tenían en ella. Mía siempre se sintió dolida, especialmente porque esos comentarios venían de Cristian, a quien admiraba secretamente.
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Capítulo 6: ¿Celoso yo?
El sol de la mañana se filtraba suavemente a través de las cortinas de la cocina, iluminando el espacio con una cálida luz dorada. Cris estaba sentado en la mesa, con una taza de café humeante entre las manos, sumido en sus pensamientos. Los eventos recientes con Mía y la llegada de Marco habían agitado sus emociones de maneras que no había anticipado.Victoria, su madre y madrina de Mía, entró en la cocina con una sonrisa radiante. Era temprano, pero ya parecía llena de energía y vitalidad. "Buenos días, Cris. ¿Cómo estás?", preguntó mientras se servía una taza de café.Cris levantó la vista, un poco sorprendido por la pregunta, pero respondió con un tono neutro, intentando no revelar demasiado. "Bien, ma", dijo, y tomó un sorbo de su café.Victoria se sentó frente a él, observándolo con curiosidad. Había notado que algo perturbaba a su hijo y no era del tipo de persona que dejaba pasar esas cosas sin indagar. "¿Y Mía?", preguntó, mirando alrededor. "No la he visto esta mañana".Cris soltó un suspiro, dejando la taza en la mesa. "Salió con Marco. Parece que tienen planes para todo el día y no volverán hasta mañana", respondió, tratando de mantener la voz casual, pero no pudo evitar que un leve rastro de molestia se filtrara en sus palabras.Victoria levantó una ceja, interesada en la reacción de su hijo. "Hacen linda pareja, ¿no te parece?", comentó casualmente mientras tomaba un sorbo de su café.Cris frunció el ceño y miró a su madre, una mezcla de incomodidad y irritación en sus ojos. "¿Te parece?", dijo, tratando de sonar indiferente. "Ese italiano vino aquí solo para llevarse a Mía".Victoria sonrió, notando la pizca de celos en la voz de su hijo. "¿Y desde cuándo te preocupa tanto a quién se lleva Mía?", preguntó, con una chispa de diversión en sus ojos.Cris se removió incómodo en su silla, evitando la mirada de su madre. "No es que me preocupe", insistió, aunque su tono de voz lo delataba. "Es solo que... no sé, simplemente me sorprende que de repente aparezca y... ya sabes".Victoria se inclinó hacia adelante, dejando su taza en la mesa. "Cris, cariño, es evidente que Mía y Marco tienen una relación especial. Han sido amigos durante mucho tiempo y, a juzgar por lo que he visto, se cuidan y se respetan mucho. ¿Por qué te molesta tanto?"Cris jugueteó con la cuchara en su café, buscando las palabras adecuadas. "No me molesta", insistió nuevamente, aunque su voz sonaba menos convincente con cada palabra. "Solo que... bueno, Mía y yo tenemos una historia. Y no sé, verlos juntos me hace sentir algo... raro".Victoria suspiró, entendiendo que su hijo estaba lidiando con sentimientos más complejos de lo que quería admitir. "Cris, a veces las personas necesitan tiempo y espacio para encontrar su camino. Mía ha pasado por mucho, y Marco ha sido un gran apoyo para ella. Pero eso no significa que no haya espacio para ti en su vida también. Tal vez este sea un buen momento para reflexionar sobre tus propios sentimientos y lo que realmente quieres".Cris asintió lentamente, procesando las palabras de su madre. "Sí, supongo que tienes razón", dijo finalmente. "Solo quiero que Mía sea feliz, y si Marco es el que puede darle eso, entonces tendré que aceptarlo".Victoria sonrió, orgullosa de la madurez de su hijo. "Eso es lo que significa amar a alguien, Cris. Querer su felicidad, incluso si eso no siempre incluye a uno mismo de la manera que quisiéramos".Cris suspiró y se pasó una mano por el cabello, todavía luchando con sus emociones. "Es solo que... No puedo evitar sentirme un poco celoso. Es decir, hemos compartido tantas cosas, y verla tan feliz con Marco... No sé, me hace sentir como si estuviera perdiendo algo".Victoria extendió la mano y la colocó sobre la de Cris, dándole un apretón reconfortante. "Es natural sentir celos, Cris. Pero los celos no siempre son algo malo. A veces, nos ayudan a entender lo que realmente queremos y lo que valoramos. Quizás estos sentimientos te están diciendo que Mía es más importante para ti de lo que habías reconocido".Cris reflexionó sobre las palabras de su madre. Tenía razón, claro. Siempre había visto a Mía como una amiga cercana, pero ahora que la veía con Marco, se daba cuenta de que sus sentimientos eran más profundos. "Tal vez tienes razón, ma. Tal vez necesito hablar con Mía y ser honesto sobre cómo me siento".Victoria sonrió, feliz de ver que su hijo estaba dispuesto a enfrentar sus sentimientos y ser sincero consigo mismo y con Mía. "Eso suena como un buen plan, Cris. La honestidad y la comunicación son claves en cualquier relación. Estoy segura de que Mía apreciará tu sinceridad, sea cual sea el resultado".Cris asintió, sintiéndose un poco más tranquilo después de la conversación con su madre. "Gracias, ma. Siempre sabes qué decir".Victoria sonrió y se levantó para darle un abrazo. "Para eso están las madres, cariño. Ahora, ¿qué te parece si preparamos algo delicioso para el desayuno? Una buena comida siempre ayuda a aclarar la mente".Mientras Cris y Victoria empezaban a preparar el desayuno, él no podía evitar pensar en la conversación que tendría con Mía. Sabía que no sería fácil, pero también entendía que era necesario. No podía seguir negando sus sentimientos ni permitiendo que los celos lo consumieran. Era el momento de ser honesto consigo mismo y con Mía.Más tarde, mientras cocinaban juntos, Victoria le contó historias de su propia juventud y de cómo había lidiado con sus propios amores y desamores. Sus palabras y consejos le dieron a Cris una perspectiva más clara sobre lo que estaba sintiendo y cómo debía actuar.La mañana transcurrió de manera agradable, y aunque los pensamientos sobre Mía y Marco seguían presentes en la mente de Cris, ahora se sentía más preparado para enfrentarlos. Sabía que tenía el apoyo incondicional de su madre y eso le daba fuerzas.Cris miró el reloj y se dio cuenta de que todavía tenía tiempo antes de que Mía y Marco regresaran. Decidió aprovechar ese tiempo para reflexionar más profundamente sobre sus sentimientos y lo que realmente quería para su futuro. La charla con su madre había sido un buen comienzo, pero ahora necesitaba estar completamente seguro de sus emociones antes de hablar con Mía.Mientras tanto, en otro lugar del pueblo, Mía y Marco disfrutaban de su día juntos, ajenos a los sentimientos conflictivos de Cris. Para Mía, Marco siempre había sido un amigo cercano y querido, alguien en quien podía confiar y con quien podía ser ella misma sin reservas. No había imaginado el torbellino de emociones que su reencuentro con Cris había desatado.El día avanzaba lentamente, y Cris se encontró caminando por los lugares que solía frecuentar con Mía cuando eran niños. Cada rincón le traía un recuerdo, una risa compartida, un secreto contado. Se dio cuenta de que esos recuerdos eran más que simples momentos del pasado; eran la base de algo mucho más profundo y significativo.