Ésta es la historia de una doctora que conquista sin querer a todos quienes la rodean... hombres, mujeres, niños... Todos la llegan a querer sin medidas, y muchos son los que quieren ir más allá con ella, pero su corazón siempre perteneció a alguien más...
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Plenitud...
Los besos entre Max y Priscila seguían siendo fuego puro, pero ahora Max se había propuesto imprimirse a Priscila en la piel, si esta era la única vez que haría el amor por amor, se tatuaría a su bebé en la piel, el alma y el corazón. Se fueron deshaciendo de las prendas que estorbaban, pero se quedaron en ropa interior.
Bajó por su cuello, besando brazos, el valle de sus montañas, su vientre, el ombligo, las piernas, los pies, subió de nuevo, y esta vez la volteó, besando toda su espalda, a él le pareció la espalda más hermosa del universo. Era velluda y en forma de V no era una mujer lobo, era la piel más desea y tierna que él había experimentado. Besó ese trasero firme que se asemeja a una manzana, lo invitaba a morder, pero no, en su primera vez no haría eso, siguió besando la parte posterior de sus piernas.
Priscila temblaba. Pero no era de miedo, era de esa sensación que jamás había sentido. Conocemos esa sensación como placer, pero era su primera vez. Temblaba porque ella deseaba saber cómo corresponder a esa sensación que él le brindaba, pero había puntos en los que ella misma se perdía en el mar de sensaciones por el que él la estaba llevando. Max volvió a su boca y ella se guindó sobre su torso, desprendiendo con torpeza los botones de la camisa. Comenzó a besar el cuello de él quien no era inmune a los reflejos de su cuerpo, pero se mantenía fuerte. Al ella ver esos músculos con los que había fantaseado tantas veces, hizo lo que siempre había querido. Mordió su pectoral, lo hizo y siguió camino abajo. Incluso dejó un recuerdito en la V que se formaba en su cadera. Allí mordió más fuerte. Max volvió a estremecerse. El hombre estaba literalmente haciendo un esfuerzo monumental por no agarrarla y entrar en ella inmediatamente.
La dejó que siguiera y bajó por sus esculpidas piernas, dejando besos y mordidas. Cuando finalmente terminó, quiso voltearlo al igual que él hizo con ella, pero no se lo permitió. La atrapó y volvió a besarla. Finalmente, el momento de quitar las últimas prendas llegó, con una habilidad que Priscila quiso obviar, le quitó el brasier, besó nuevamente por su cintura y caderas, y finalmente la panti también fue desechada. Los ojos de Max brillaban por las inminentes ganas de llorar que tenía, ver a su bebé así, frente a él, era mucho más de lo que él había imaginado. Eres perfecta... Dijo mirándola fijamente a los ojos, como queriendo que ella entendiera que lo decía con toda la sinceridad de su corazón.
Se levantó y se desprendió de su bóxer, ese que cubría la enorme hombría que estaba más que listo para recibir a esa hermosa mujer que tenía por delante. Ella lo miró y se sonrojó. Eso es ... ¡Demasiado grande! Habló con el rubor más acentuado en sus mejillas. La acción enterneció el corazón de Max quien la besó y le dijo, Dicen que cuando hacen una pareja perfecta, aún en eso los cuerpos encajan perfectamente. Priscila se detuvo un momento y lo miró Alguna vez ¿has estado con una mujer a la que le encajes perfectamente? Su pregunta sorprendió a Max, quien con sinceridad respondió... No, soy muy grande y no entra completamente. Priscila lo miró a los ojos y le dijo, Bueno, solo espero ser tu molde perfecto. A lo que él respondió... Ya verás que si lo eres bebé. Volvieron a besarse, él con cuidado de no hacer sentir incómoda a su amada, tocó su centro, estaba como una fuente de agua. Ella estaba absolutamente lista para él. Sonrió con orgullo y lentamente fue introduciendo a su muy bien dotado amigo.
Al llegar a su barrera natural, la miró y ella estaba con los ojitos cerrados. Bebé, te va a doler un poco, pero cuando estés lista, te mueves para saber que puedo continuar. Ella aún con los ojos cerrados asintió con su cabeza. Él comenzó a besarla para que se distrajese un poco y mientras lo hacía, terminó de quitar su pureza. La sensación fue electrizante para ambos. Ella gimió de dolor y se arqueó. Esa acción hizo que el amigo de Max terminara de entrar completamente. Él también se quedó inmóvil. Era la primera vez que esto sucedía y para su deleite, era con el amor de su vida. La atrajo nuevamente hacia el y la besó con intensidad. Se sentía como si sus almas se estuviesen entrelazando. Sentía como un nudo inquebrantable se formaba entre ellos.
Pasados unos minutos, ella comenzó a moverse torpemente, pero esto le dio la luz verde a Max para comenzar a hacerla disfrutar. El vaivén fue lento, era el roce perfecto entre ellos. Estaban en el cielo. En medio del goce y disfrute, Priscila dijo: Amor, necesito ir al baño, me voy a hacer pipi... El grandote sonrió con picardía y le dijo, no bebé, no es ganas de hacer pipi, estás a punto de tener tu primer clímax, y lo vamos a tener juntos. No te cohíbas mi bebé, déjate llevar por lo que estás sintiendo. Max aceleró el ritmo mientras sentía como el interior de ella se contraía, llegó el momento en el que ella gritó MAX!!!!! Y él también grito al tiempo PRISCILA!!!! Al hacerlo, él sin poner todo su peso, se recostó sobre su pecho.
Ella se sentía plena. Sentía que en ese preciso momento podía volar. Y él ni hablar. Su respiración era agitada. Sentía como si nunca antes hubiese hecho el amor. Y es que antes lo había hecho por no dejar, porque estaba medio borracho, porque era el quarterback de su equipo, en fin por las razones equivocadas. Pero hoy, hoy lo había hecho POR AMOR. Y definitivamente se hacía el juramento de NUNCA más hacerlo por ninguna otra razón. Lo que significaba que lo haría solamente con Priscila. Así que decidió hacer su juramento. Bebé, pase lo que pase, jamás volveré a hacer el amor con nadie más que no seas tú. Eres la mujer de mi vida, Eres la dueña de mí ser entero. Te amo Priscila Edwards.
Priscila se medio levantó y lo miró ¿Cómo me llamaste? Ella no podía creer lo que acababa de escuchar. Lo que oíste Priscila Edwards. Porque no es un estado civil lo que decide nada. Es a quien le pertenezca el corazón y sé que el tuyo me pertenece a mí, eso te convierte en MÍA. Te hace ser mi mujer, te hace ser la única dueña de todo lo que soy, lo que tengo y lo que yo vaya a llegar a ser. Te amo bebé. Concluyó el grandulón que resultó ser extremadamente tierno y romántico.
Priscila no podía creer lo que estaba escuchando, pero su corazón latía desbocado... Te amo Maximilian Edwards. No habrá nunca otro hombre que sea como tú. Y de todo mi corazón, deseo que encuentres una manera de ser mío para siempre. Dijo con la voz entrecortada. Ya yo soy TODO TUYO. Fue la respuesta de él y con eso, volvieron a dar rienda suelta a su pasión. Se mantuvieron en ese plan hasta las 5 de la mañana, dónde abrazados, agotados pero en total plenitud, vieron el amanecer desde la cama que daba al balcón y el hermoso paisaje. Max colocó la alarma para las 11 de la mañana. Y se quedaron profundamente dormidos.
Priscila mientras se quedaba dormida, miró el rostro de su amor y deseó... Ojalá si encuentres la manera de ser mío mi amor... Y con su deseo y entre los brazos del grandote, se rindió en los brazos de Morfeo.
felicitaciones querida autora 👏👏