Maldita Sea Mi Suerte

Nadia sabía perfectamente que Fátima iba en contra de los gustos de su hijo, por eso decidió que él la conocería hasta el día de la boda, Nadia comenzó con los preparativos de la boda sería ahí mismo en la hacienda, buscaría el mejor vestido para la novia, quería que todo fuera perfecto.

Fátima subió a su habitación por más que quería llorar sus lágrimas estaban estancadas su voz no salía mucho menos sus gritos, ella no quería casarse jamás había pensado en eso pero sabía perfectamente que el matrimonio sin amor no iba a funcionar, además Fátima creyó que su vida estaba en aquel convento sin embargo vera cobarde no podía enfrentarse a su padre, ella era débil y no solo hablo de la debilidad física si no también aquella del alma, al parecer Fátima era una especie de zombi el cual se dejaba llevar por lo que su figura de autoridad le ordenará, Fátima acepto su destino como un cordero el cual va a ser sacrificado, durante los siguientes días ella permaneció encerrada en su habitación pues le daba miedo enfrentarse con su padre y mucho más con la que era su madrastra y hermana, Mari la chica de servicio era su única amiga, aunque al principio Fátima se comportaba de manera tímida Mari era muy ocurrente y siempre termina a sacándole una sonrisa, durante una de esas conversaciones Fátima no pudo ocultar su curiosidad por su futuro marido.

—Mari, tú ¿ conoces a Julio Fernández? —

—Que si lo conozco aquí todo mundo lo conoce es el hombre más guapo que hayan visto mis ojos, de mis ganas ya hubiera hecho el sin respeto con él —

—¿Qué es el sin respeto?— pregunto Fátima confundida.

—Como le explicó — dijo Mari llevándose las manos al cabello para después rascarse. —El sin respeto, es dejarse llevar si me entiende es tener sexo— Fátima ante las palabras de Mari se sonrojo y se persignó, Mari al verla no pudo evitar reír pues recordó que Fátima había llegado de un internado, para Fátima el hablar de sexo era algo prohibido en el convento, durante su estadía en el colegio esos temas eran tabú por lo cual no se hablaban y lo único que se limitaban a decir las monjas que solo podían tener sexo cuando estuvieran en sagrado matrimonio así que para Fátima ese era un mundo desconocido, la curiosidad empezó a surgir en ella.

—¿Y por qué si es un hombre tan atractivo necesita una esposa?—

—No se muy bien pero al parecer quedó en silla de ruedas y no podrá caminar y la que era su prometida se va a matrimoniar con su tío —.

Las dos jóvenes hablaron por un largo rato durante los días siguientes ellas hablaban, era poco porque Isabel era muy exigente con Mari quería todo a la perfección, Mari se había vuelto una gran amiga para Fátima era la única persona con la que tenía contacto.

Cada día más se acercaba a la boda, así que Romina e Isabel fueron hasta la capital por sus vestidos para la boda de Fátima y Julio, a ellas no les importo cual sería el vestido que llevaría Fátima, pues lo único que ellas querían era llamar la atención de los demás.

Nadia ya tenía todo listo para la boda solo faltaba elegir el vestido de novia así que fue hasta la hacienda de Joaquín, se llevó a Fátima, pero ella parecía que estaba muda y cuando llegaba a contestar era en monosílabos, Fátima se sorprendió al ver aquella tienda de novias era enorme y había una gran cantidad de ellos, todos eran hermosos aunque había visto en algunas revistas algunos de ellos, pero nunca uno en vivo, aunque nunca había pensado en el matrimonio ahora estaba ilusionada con probarse alguno de ellos, la encargada de la tienda le mostró varios Nadia observó que Fátima no le gustó que el vestido estuviera tan escotado por lo cual eligió algo más recatado, pero elegante, Fátima al probárselo supo que ese era el indicado y así se lo hizo saber a Nadia después de escoger el vestido Nadia también busco algunos artículos, Fátima sentía una alegría, pero no sabía el porqué quizá porque Nadia era la primera persona que se preocupaba por ella después de que se murió su madre, Nadia podía ver lo frágil que se encontraba, Nadia se sentía culpable pues ni había cumplido su promesa.

Después de un largo día Fátima tuvo que regresar a su habitación ahí ya la estaba esperando Mari, cuando Fátima la vio se sobresaltó.

—Que tan fea estoy para que te asustes — dijo Mari.

—No es eso solo que no esperaba que estuvieras aquí —

—Tengo que aprovechar que la bruja mayor y su renacuaja no estén para que me cuentes como te fue —

Fátima le contó todo lo que había hecho, le contó de lo hermoso que era el vestido pero también del miedo que sentía pues su vida está por transformarse.