Adam es un gángster y una madrugada, cae en una trampa, al descubrir que estaba siendo traicionado por su novia, con su mayor rival, durante esta trampa, termina gravemente herido y es salvado por Samantha, una mujer sencilla, que más tarde descubre que trabaja en uno de sus hoteles, ella es una hermosa mujer que está pasando, como él, por una desilusión amorosa. Después de que Samantha le salve la vida, Adam empieza a protegerla de su rival, que se entera de que le ha salvado la vida y se obsesiona con ella.
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Jugando a los médicos
Cogió todo lo que necesitaba y se dirigió de nuevo al baño, el botiquín ya estaba allí, en el armario del lavabo, solo esperaba que tuviera allí, todo lo que él necesitaría para el procedimiento.
Cuando entró, Adam ya se estaba desabrochando la camisa, ella solo levantó la vista, y dirigió su mirada hacia el armario para coger el resto de las cosas.
Adam dejó la pistola dentro de la bañera en un lugar al alcance de la mano, por si necesitaba sacarla rápidamente. Terminó de quitarse la camisa con gran dificultad, miró hacia la herida que tenía abundante sangre alrededor y pidió su bebida.
Si estuviera solo, se habría quitado también los pantalones, pero con ella con él, no lo haría, no quería hacerla quedar mal, ya que le estaba ayudando.
Adam respiró hondo, bebió un poco del tequila y pidió el alcohol, luego vertió el líquido sobre su herida.
Adam gemía mucho, mientras Samantha se quedaba mirando sin saber qué hacer, imaginando cuánto podía dolerle y más aún que lo fuera a hacer sin anestesia.
- Voy a necesitar tu ayuda -le habló-.
- ¿Qué quieres que haga exactamente? - ella ya temía la respuesta.
- Tendrás que extraer la bala, por lo que noto, no está muy profunda.
- ¿Yo? Espera, ¿cómo voy a hacer eso? Nunca he hecho algo así -intentó argumentar-.
- Con la posición en la que estoy aquí, me resultará difícil hacerlo, esterilizar el cuchillo e intentar encontrar y extraer la bala -explicó.
Si Samantha ya estaba nerviosa por la situación antes, después de que él le dijera que tendría que extraer la bala, entonces se puso realmente nerviosa.
- ¿Estás segura? Ni siquiera he terminado la carrera de enfermería - intentó convencerle de nuevo.
Samantha había empezado la carrera de enfermería, pero tuvo que dejarla por motivos económicos, así que aún no había alcanzado un nivel tan alto de aprendizaje en el curso y si sería capaz de hacerlo, no lo sabía.
- Sí\, confío en ti -intentó tranquilizarla.
La táctica que utilizó Adam pareció funcionar, después de entender que él confiaba y dependía de ella para hacer ese procedimiento, Samantha se sintió un poco más segura de hacer lo que él le pedía.
Se hizo un nudo en el cabello asegurándolo, se quitó la chaqueta, quedándose con una blusa de tirantes y unos jeans, después de quitarse la chaqueta, solo hizo más evidentes sus pechos llenos, que no pasaron desapercibidos ante la mirada de Adam, a pesar de que seguía adolorido.
Samantha esterilizó el cuchillo echándole alcohol, se arrodilló a su lado, respiró hondo en un intento de calmarse, y advirtió antes de empezar.
- Si te duele demasiado, házmelo saber, o si estoy haciendo algo mal, asegúrate de decírmelo.
Adam solo asintió con la cabeza y ella comenzó, él intentaba contener el gemido cuando la hoja penetró en su piel, pero estaba siendo difícil, el dolor era demasiado.
Él ya sudaba profusamente por el dolor que sentía, ella también sudaba por el nerviosismo y el miedo a hacer algo mal.
Después de un rato de intentarlo, Samantha por fin consiguió sacar la bala, estaba contenta de haberlo conseguido y sonrió a Adam, que también le devolvió la sonrisa.
Se levantó colocando la bala encima del lavabo, se lavó las manos que estaban manchadas de sangre, cogió una toallita, la humedeció y se acercó de nuevo a Adam.
Su intención era limpiar alrededor de la herida para intentar hacer un vendaje, como no tenía materiales para suturar en su casa, le preguntó un poco incómoda si podía hacerlo.
- ¿Puedo limpiar la herida?
Adam la miró y esta vez ella le sostuvo la mirada, él lo confirmó con un movimiento de cabeza, y ella se agachó de nuevo, empezando a limpiarle la herida.
Adam observaba como Samantha lo limpiaba, y analizaba las ironías del destino, en la misma madrugada, su novia ayudaba en un complot para matarlo, mientras que otra mujer ayudaba a salvarlo.
Incluso en esa posición, pudo observar sus rasgos faciales, tenía la piel bronceada, sus labios eran voluminosos y bien delineados, para Adam, era sin duda una mujer que irradiaba belleza y sensualidad, sin ser vulgar.
Samantha terminó de limpiarlo y levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Adam fijos en ella, esa vez no pudo evitar sentirse un poco avergonzada por esos ojos penetrantes.
Samantha se levantó y caminó de regreso al fregadero, limpiando el exceso de sangre de la toalla, podía sentir como su corazón se aceleraba, recordando la mirada que aquel hombre tenía sobre ella.
La forma en que la miraba hizo que Samantha se sintiera desnuda, era como si la hubiera desnudado con la mirada, no podía negar que era guapísimo y sexy y la conmovía.
"Contrólate Samantha, no dejes que el retraimiento hable más alto" se reprendió a sí misma en sus pensamientos.
Volvió en sí al oír la profunda voz de aquel hombre detrás de ella.
- ¿Puedo tumbarme un rato? Me siento un poco mareada.
- Claro -respondió ella, ayudándole a levantarse.
Como siempre la pistola ya estaba en su mano, incluso ella le había ayudado, no sabía nada de aquella mujer, hasta que no estuviera seguro de que era de fiar, no se lo pondría fácil.
Samantha terminó dirigiéndose hacia su habitación para acostarlo en su cama, él se dio cuenta de a dónde iba y le pidió que lo acostara en otro lugar.
- Puedes tumbarme en el sofá, no quiero invadir tu intimidad más de lo que ya lo he hecho - dijo mirándola de nuevo.
Ella solo confirmó con la cabeza y lo ayudó a recostarse en el sofá, aun sin saber quién era, para Samantha, no parecía estar del todo mal.
Adam estaba un poco débil y somnoliento, pero aún tuvo fuerzas para pedirle que revisara la carga de su celular, pues necesitaba avisarle a Caio lo que había pasado.
Cuando volvió, Adam parecía haberse dormido ya, ahora dudaba qué hacer, si llamarle a él, o llamar ella misma al hombre que había mencionado, recordaba que se llamaba Caio.
Encendió su teléfono móvil, la pantalla estaba bloqueada, y solo se desbloqueaba con su huella dactilar, como no quería llamarle, se arriesgó y con cuidado mantuvo el dedo, consiguiendo así desbloquear la pantalla.
la que lo está esperando en la puerta🙄🙄🙄