Gabriela

Está mañana debía levantarme muy temprano, debía arreglar un montón de asuntos en el Banco de la familia, almorzar con Tatiana, que una vez más me pediría que nos casaramos. Que ya eran muchos años de noviazgo, y blablabla. Es cierto eran ya seis años juntos. Era bonita, tonta, manejable y rica. Era la candidata perfecta. Pero siempre me retacaba. Papá me pedía un nieto, mi hermano era una bala perdida y según él yo era su heredero y no mi hermano que era un año mayor, mamá me decía que ya era hora. Tenía treinta y seis años. Pero mi vida estaba bien así para mí. No quería casarme. Algunas noches para mí eran sagradas de fiestas y prostitutas.

El abogado Parra me llamó y me notificó la hora de la lectura del testamento de una clienta y debía asistir yo. Cómo Gerente.

El almuerzo con Tatiana se alargó, fuimos a su departamento y tuvimos sexo. Lo pasé bien. Pero a pesar que ella quería hacerlo sin el preservativo, yo no transe. A mi edad no me iba a embaucar con un embarazo. Ser Padre no estaba en mis planes.

Miré la hora y era tarde. Me vestí y parti rapidamente a la reunión. Cuando quiero pasar, una mujer curvilínea, me cierra el paso. Muchas de ellas hacen lo fuera por llamar mi atención. Mi presencia de hombre rico siempre era un imán para todo tipo de mujeres. Pero no tenía tiempo de coqueteos vulgares. Cuando paso, siento un tirón en mi brazo. Era la mujer que se había colgado de mí. Seguramente para que me fijará en ella. Le llamo la atención. Y sucedió algo impactante. La vulgar morena me ha subido y bajado de mi pedestal, tratándome de lo peor. No podía creer todo lo que me dijo. Si hasta de buey me llamó. Por último podría haber sido toro. Pero para denostarme me llamó así. Ni siquiera gritó. Todo lo dijo con una voz ronca y muy suave. Notaba su respiración mientras hablaba, le subía y bajaba su pecho. Bastante bien dotada por cierto su delantera. No me dejó responderle nada. Era tal su enojo que sus ojos verdes se abrillantaron de la rabia.

Pensé por un momento que era uno de tantos planes de las mujeres. Pero cuando me dí cuenta que casi me pega. Acepté que ésta mujer es verdadera y su escencia es tan fuerte que me quedé callado. Yo, el hombre que hago pedazos a otros para conseguir lo que quiero, quedé sin habla.

La morena me había callado.

Dónde la podré ver de nuevo? pensé si sería alguna secretaria. Sus modales no eran de gente fina y su ropa era común. Podría ser a lo mejor una secretaria. Pero no tiene el tipo, es una mujer muy fuerte. Me dejó impactado. Le pediré a Parra que me dé las cámaras a dónde entra. Si la encuentro hoy mismo la tengo en mi cama.Una joya bonita derrite cualquier oposición. Me siento ardiendo por ella.

Cuando la veo en la reunión me quedo de una pieza. Seguramente es algo de Samuel Sánchez. Ya sea que es su tío o su amante... ésta potranca hoy la tengo debajo de mí.