Briza necesita un nuevo empleo con urgencia. Daniel necesita una secretaria que además de hacer su trabajo prepare un buen café.
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capitulo 5
NARRA BRIZA:
Estoy en las nubes, salgo de la oficina todavía en shock. Entro a la mía y me quedo un momento mirando la nada. Luego recuerdo que tengo una selva que podar.
Inmediatamente busco mi celular y llamo a mis amigas. En una llamada en grupo.
—Qué raro la chica oficinista llamando en horario de trabajo —Sylvanas es la primera en hablar.
—¡No saben lo que paso! —grito al borde de la histeria.
—¡Te cogiste a tu jefe! —gritan todas a la vez y las miro haciendo una mueca.
—No... sí... bueno algo así... —respondo sin saber que responder.
—¡Con adivinanzas no querida, suéltalo de una! —dice Amy.
—Bueno recuerdan a Dan, mi mejor polvo de la universidad —comienzo diciendo y las veo rodar los ojos.
—Como olvidarlo si lo repites cada dos por tres —esta vez habla Cecilia.
—Bueno resulta que Dan es mi jefe —tiro la bomba y el silencio hace que mire con atención creyendo que se cortó la comunicación. De pronto todas chillan emocionadas.
Les cuento todo lo que paso y me regañaron por no dejar que me sacuda la cueva en su oficina, palabras textuales de mi querida Sylvanas.
—El caso que para esta cena necesito ayuda, sobre todo porque tengo una selva que atender.
—A no ¿Como puede ser? ¿Cómo no vas a depilar tu panochita? —pregunta irritada mi querida amiga Sil, las demás se ríen.
—No salgo, no tengo sexo hace como…. no recuerdo cuando fue la última vez ¿Para qué me voy a depilar? —digo y todas me miran divertidas, pero Syl me mira horrorizada.
—A las seis estamos en tu departamento para ayudarte, espero que esta noche sea tan memorable como la anterior cosa que nunca la puedas olvidar querida.
Corto la llamada negando y me concentro en terminar mi día laboral. Eso de las cuatro apago mi PC. Y me dirijo a la oficina de mi jefe, como todos los días, para comunicarle que me retiro. Toco levemente la puerta.
—Adelante —lo escucho decir.
—Ya me retiro señor, necesita algo más —digo asomándome.
—Si, ven aquí —sin entender entro y me acerco mirando su escritorio para ver que necesita.
Él se levanta de su lugar y se acerca a mí y tomando mi cara me besa robándome todo el aire, me cuelgo de su cuello y le respondo al beso con deseo. Se separa de mí.
—A las Veinte horas paso por ti, te puedes retirar —salgo de esa oficina nuevamente entre las nubes. Tanto así que casi choco mi cara con las puertas del ascensor.
Llego a mi departamento y tiro todo lo que llevo en las manos y me meto al baño. Me doy una ducha a conciencia y cuando salgo voy a la cocina a prepararme algo para comer.
No quiero llenarme con comida, pero sé que si no como algo mi diabetes se pone loquita. Tomo un poco de fruta cortada con yogurt y listo. Mientras como reviso mi celular.
Minutos más tarde suena la puerta de mi departamento y al ver la hora sé que es Sylvanas, su ansiedad puede con todo. Son las 5 y 30. Abro la puerta y entra como pancho por su casa.
—No puede ser que no estes preparada para la acción, mujer —entra con un maletín que coloca sobre la mesa de la sala y en la otra mano lleva un estuche con ropa y también carga el maletín del maquillaje.
Si no fuera mi amiga diría que es Jack el destripador y que en sus maletas esconde todo el material para sus fechorías. Aunque no está lejos de la verdad, esta mujer me va a matar. La veo sacar el aparato para depilar y de inmediato llevo mis manos para cubrir mi canastita.
—Podríamos recurrir a las afeitadoras y no a la violencia —digo tratando de evitar el sufrimiento.
—Hay mi vida quien dijo que verse bella no duele —dice colocándose unos guantes de látex, si es Jack me va a matar—. Ahora acuéstate y abre las piernas —me indica la mandona.
—Bueno Jack, trata de ser suave que si tengo suerte la quiero usar esta noche —digo recostándome sobre la mesa de la cocina.
—Wow, sí que eres rápida. Espero que primero cenen —nos reímos y luego pego un grito cuando de un solo jalón me quita la cera de mi centro.
—¡Duele como la mierda! —grito.
—Piensa en tu jefe, el quedara feliz de ver todo lisito este campo —dice y pega otro jalón.
—¡A la mierda mi jefe! —nuevamente grito.
En ese momento entran las demás chicas que al verme sufriendo se ríen junto con Sil.
—Claro, ríanse de la pena ajena —digo bajándome de la mesa.
—Dime una cosa Briza —escucho que habla Marion, la miro interrogante y señala la mesa de donde me baje— ¿Ahí comes?
—Si ¿por? —respondo mirando la mesa y luego a ella sin comprender su punto.
—Serás cochina, ¡tenías tu trasero ahí! —corre a la cocina y vuelve con un pote de alcohol y papel absorbente y se pone a limpiar todo como si se tratara de una escena de algún crimen.
—¿Quieres lavandina también? —pregunto y ella me fulmina con la mirada.
Si mi querida Marion es la obsesionada por la limpieza del grupo.
Luego de esa pequeña tortura ahora me convierten en muñeca de prueba. Si mis amigas se piensan que soy su barbie humana y me hacen probarme diferentes vestidos, pantalones, remeras y un sinfín de cosas.
Valió la pena tanto alboroto, me coloque un vestido negro de tiras finas. Lo que me dejaba mis chicas sueltas al viento. Es suelto y tiene una pequeña faja en la cintura. En los pies me coloque unos tacones plateados que hacen juego con mi pequeña catera.
Me deje mi pelo suelto pero las chicas lo peinaron marcándome bien las ondas. El maquillaje es suave. No quiero estar muy pintarrajeada, eso nunca me gusto.
Faltando quince minutos para la hora pactada mis amigas se van de mi departamento deseándome mucha suerte y sobre todo que me deje dar duro en cualquier lado, si nuevamente mi querida Sil y sus sugerencias.
Llega la hora y estoy nerviosa, me paro en frente de la puerta esperando a que suene, pero nada. Espero cinco minutos y nada. Pasan los minutos y nada.
Ya cansada de mirar la puerta como idiota me quito los zapatos y los lanzo, me voy a la cocina y me fijo si tengo algo decente que comer.
NARRA DANIEL:
Luego de que mi bella secretaria se va, llamo a mi primo.
—Hola perdido, tanto tiempo —ni bien contesta la llamada, dice.
—Hola, si la verdad tanto tiempo.
—Estoy en tu bar ¿Cuándo vienes? —pregunta él y miro la hora.
—En un momento, estoy saliendo de la empresa, de paso te cuento una novedad muy buena —tomo mi saco del respaldo de la silla y enfilo hacia la salida.
—Déjame adivinar.... la encontraste —escucho que me dice.
—Si, ahora voy para allá y te cuento todo, no lo vas a poder creer —respondo ya desde el ascensor.
—Pero apúrate que acá una morenaza me hace ojitos y sabes como soy.
—¡Calma tigre! Ya estoy en camino.
Salgo del ascensor y saludo a la gente de recepción y me dirijo a las cocheras a buscar mi coche. En el camino al bar llamo a mi amigo Shiloah que hace mucho que no se dé él.
—¿Cómo anda el chef internacional? —saludo cuando me responde.
—Acá cambiando pañales, se te antoja —dice y me rio. Quien diría que el hombre que juraba que nunca se rendiría a los brazos de una mujer está felizmente casado y con una caterva de hijos.
—No, gracias. ¿Cómo anda mi adorable Zafiro y su culo espectacular? —pregunto para hacerlo enfadar.
—Durmiendo, ¡y no te metas con su culo que es todo mío! —grita detrás de la línea y rompo a reír.
—Lo sé, lo se amigó. Solo quería molestarte —estaciono al llegar a mi bar— necesitas salir amigo ¿Cuándo nos juntaremos a tomar una copa?
—Sabes que no puedo, no me quiero quedar sin sexo una semana —dice y escucho como su bebe se ríe.
—Hasta tu hijo se te ríe, bueno será para la próxima. Acabo de llegar al bar quede con mi primo.
—Siempre que te ves con tu primo es por la morena esa, ¿alguna novedad? —pregunta y sonrió.
—Si, resulta que es mi nueva secretaria.
—Wow, que casualidad. Bueno suerte con tu chica. Te dejo que debo darle de comer a mi bebe.
—Ok, amigo. Saludos a tu linda esposa.
—Serán dados.
Corto la llamada e ingreso al bar. Saludo al personal y luego de ver unos papeles que me pidieron que firme me reúno con mi primo.
—¿Cómo es eso de que la encontraste? —pregunta luego de saludarme. Pido que me traigan un wiski en las rocas y mientras espero lo miro—. Vamos habla no des tantas vueltas.
—Que impaciente. Resulta ser que es mi nueva secretaria —digo muy tranquilo. El justo estaba tomando de su bebida y al escucharme escupe todo y precisamente en mi cara— ¡Carajo Adrián, no podías apuntar para otro lado!
—Lo siento. Pero como puede ser —dice sorprendido— Que buena casualidad.
—Si, hace un mes que trabaja para mí y cuando la escuche hablando con una de sus amigas por teléfono menciono algo de esa noche y bueno, luego busque el currículo de ella y ahí saque mis dudas.
—¿Pero no recordabas cómo era? —pregunta tomando más tranquilo de su trago.
—La verdad no, solo sus bellos ojos. Aunque si lo pienso bien esta más buena ahora.
Nos quedamos bebiendo y charlando un buen rato. Hasta que recuerdo un pequeño detalle y cuando veo la hora salto de mi lugar.
—¡Mierda, se me había olvidado! —comienzo a avanzar para salir del club, pero el encargado me frena para pedirme unas cosas y que revise otras y así el tiempo paso y cuando menos lo espere se habían hecho las diez de la noche.
Salgo del bar y me dirijo a mi departamento, estoy reventado. Me ducho y caigo rendido en mi cama. Antes de quedarme dormido recuerdo a mi linda secretaria y sus bellos ojos que mañana me miraran con furia.
y mis respetos para ti, por poder expresar e hilar bien las ideas de lo que quieres pasmar. felicidades y continúa así y sobretodo con miras hacia adelante.