Lo que empezó como una noche de copas y diversión termina por unir los destinos de dos personas con vidas completamente opuestas.
Marcos Ashford es un hombre frió, arrogante y calculador, acostumbrado a tener todo a sus pies.
Miranda Gonzales es una chica amable y extrovertida que no tiene miedo a divertirse.
¿Podrán ambos sobrellevar las adversidades y abrirse paso al amor?
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Renuncia
—Si lo que está pasando por su cabeza es que deberíamos repetirlo, olvidelo. No quiero.
—¿Por qué no? Se que lo disfrutaste.
—Pues se equivoca— Ya me estaba cansando de tanto forcejear con él para que soltara mi brazo.
—Ni siquiera fue tan bueno— Se que mis palabras le dieron justo en su ego por la forma en que frunció las cejas.
—¿Qué no fue tan bueno dices? Bien, veremos si sigues pensando igual— Sus labios chocaron los míos con brusquedad pero yo no tenia intenciones de corresponderle, le mordí el labio y debido a eso logré que me soltara. —¿Te volviste loca?
—No señor Ashford, no estoy loca. Simplemente no soy como usted cree.
—¿Vas a hacerte la digna ahora? Ja, no me digas, después de que te entregaste a mi con tanta facilidad— Okey, mi paciencia tiene un límite y es este. Me acerqué a él y estampe mi mano contra su rostro.
—Se equivoca conmigo. No soy como las demás, yo no quiero ni voy a estar a merced de sus deseos. No soy un juguete del que va a disfrutar cuando quiera— Me dirigí a mi escritorio y comencé a recoger todas mis cosas. —¿Y sabe qué, señor Ashford? Renuncio, no pienso seguir en este lugar después de esto— Agarré mis cosas y me dispuse a marcharme pero el nuevamente se interpuso.
—Espera...No quiero que te vayas así.
—Si lo que le preocupa es si lo demandaré por acoso, puede estar tranquilo. No lo haré, siempre y cuando usted se aparte y no vuelva a aparecer en mi vida— ¿Quién se cree? De verdad está pensando que me arrastraré a él después de una noche. Está loco si piensa que es así. Lo de la otra noche si fue algo consensuado y a pesar del alcohol yo sabía perfectamente lo que estaba haciendo pero eso no significa que fuese porque quería algo más con él. Es mi jefe o bueno, lo era y no me interesa tener nada que ver con ese egolatra mujeriego.
—No, eso no me preocupa, lo que quiero decir es que...me disculpes yo pensé que tú...
—Pues pensó mal. Y ya por favor, apartese— Por fin me hizo caso y me dejó pasar.
En el camino a casa llamé a Eugenia y le dije que por favor fuera a mi casa y por suerte me dijo que habia regresado de casa de sus padres y que bien, porque en este momento necesitaba hablar con alguien o la rabia que sentía hacia Marcos Ashford terminaría consumiéndome.
—¿Qué pasó? ¿Por qué sales tan temprano?— Al entrar a la casa me encontré con ella esperando junto a la puerta.
—Entremos primero, te explicaré todo.
—Oye creo que ya es tiempo de que me des una llave. No es divertido esperarte aquí afuera— Nos adentramos a la casa y dejé mis cosas a un lado.
—¿Y bien?
—Renuncié.
—¡Renunciaste! ¿Cómo que renunciaste? ¿Por qué?
—Porque el estúpido de mi jefe me trató como si fuera una cualquiera.
—Espera, espera...No estoy entendiendo— Le expliqué tal cual habían pasado las cosas y la expresión de su rostro cambió de horror a rabia en segundos.
—Voy a matarlo.
—No es necesario. Renuncié, no volveré a verlo nunca más.
—Entonces renunciaré yo también.
—Por supuesto que no. Eres directora de ventas, no puedes renunciar y dejar un puesto tan bueno así como así— Esto es un problema que debo afrontar sola, yo elegí meterme en esto.
—¿Y qué harás ahora? Si tus padres se enteran de que te quedaste sin trabajo volverán a insistir en...
—Ni me lo digas. Por ahora empezaré a buscar trabajo, por suerte tengo algo de dinero que me ayudará al menos un tiempo.
—Sabes que si necesitas algo puedes decirme. No lo dudes.
—Lo sé y gracias por estar siempre para mi. Eres una increíble amiga Eugenia.
Tengo que conseguir trabajo rápido, no quiero tener que recibir otra de las visitas de mi madre pidiéndome que regrese.