Eloíse, una mujer hermosa de cabello negro, ojos profundos, grises como un día nuboso, corazón noble, pero con una vida miserable, al morir su madre, Eloíse es obligada a casarse a la mayoría de edad por su madrastra Karelin, la cual no soporta tenerla bajo su mismo techo, sus dos hermanastras se casan con el hombre de sus sueños, pero Eloíse debe casarse sin amor y sin recibir un cortejo como toda dama de la alta sociedad debería de recibirlo. Karelin se dedicó a buscar por todos lados al hombre con menos prestigio y malo del reino, sus amistades le aconsejaron cual sería el indicado, el duque Ciro, un hombre descrito como salvaje, malo y de poco prestigio por ser un heredero bastardo, el cual es buena opción para Eloíse, según karelin.
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Capítulo 16 no puedo bajar la guardia
Ciro
De regreso al palacio me mantengo en silencio, estuvo observándome, sentía su mirada hasta que la vi, no dejaba de verme y yo no puedo bajar la guardia con Eloíse.
Llegamos y me bajo sin esperarla, ingreso a mi habitación y me Quitó la ropa, me doy una ducha larga, necesito llamar mañana a Mary, necesito que me quite todo esto que siento.
La mañana llega y me alistó para bajar a desayunar, al bajar ya se encuentra ella comiendo, se ve hermosa.
— Buenos días, duque, ayer ya no pude agradecerle todo lo...
— Ya no me trates de usted, me siento demasiado viejo al escucharlo de ti, comienza a tutearme.
– ¡Claro... Como digas!
— Mucho mejor.
Comemos como siempre en silencio, llegan a servirnos más café, amo el café, el mayordomo está por irse cuando se resbala y pareciera más un baile el que hace para no caerse y al final, cae de culo. Se levanta avergonzado y se marcha rápidamente, pero eso no es todo.
Eloíse acaba de escupir su café, comienza a reírse, pero lo hace en silencio, creo que le ha dado un ataque de risa.
Creo que si no para me uniré a ella, me mantengo serio hasta que me ve.
— Lo, lo siento... Dice aún entre risas.
No respondo, solo respiro y sigo comiendo.
La veo y... Joder, no puede ser que está haciendo lo mismo que ayer, comienza a limpiarse el pecho, ya que le ha caído café.
Algo comienza a descomponerme, su pecho es blanco, comienzo a imaginar como sería tocarlos, besarlos y...no eso no.
Me levanto de golpe y me marcho.
Debo sacarme estas tontas ideas y sé que lo haré si me sació, así que mando a llamar a Mary.
Camino a mi despacho y espero a que Mary se presente, al poco tiempo me avisan que se encuentra en el palacio, me encaminó a mi dormitorio y pido que la lleven a mi alcoba.
Me sirvo una copa de vino y me la tomo de romplón, luego me sirvo otra.
— Al parecer alguien está urgido.
— ¡Así es, así que desvístete!
— ¡Creo que estamos de mal humor!
— Solo has lo que te pido.
Comienza a desvestirse y se me acerca, el gran duque hoy disfrutará de una mañana llena de placer.
La tomo de la cintura y comienzo a besarla salvajemente, necesito que soporte toda mi potencia, por qué estoy desesperado y ya no puedo más.
Comienza a desvestirme, tiro todo al suelo, la acomodó en la mesa que tengo y los besos se vuelven más intensos, hasta se queja cuando muerdo su labio inferior.
Necesito sacar todo esto o me volveré loco.
Mary siempre ha sabido aguantar toda mi potencia, por eso es mi concubina favorita, tomo su cabello fuerte.
— Sopórtame.
— Tú saca todo conmigo.
Vuelvo a besarla salvajemente, la tomo de la cintura y ella entrelaza sus piernas en mi cintura, la llevo hasta mi cama y la tiro, me acomodó entre sus piernas he ingreso salvajemente.
Veo su rostro y mis pensamientos me engañan, cierro los ojos y ella aparece en mi radar, su olor, su sonrisa, su mirada, la deseo, maldita sea la deseo.
Salgo de Mary furioso por no poder seguir.
— Lárgate.
— ¿Hice algo mal?
— ¡Que te cambies y te largues! Le grito.
Ella toma sus cosas y comienza a vestirse, me voy al baño y le doy un fuerte golpe a la pared.
Por tu culpa Eloíse, por aparecerte en mis pensamientos no pude seguir, pero no bajaré la guardia, lo juro.
A ponerse las pilas porque después viene otro y la conquista