Arenas Del Destino

Durante horas Nasser avanzo por un interminable desierto de dunas, y ahora se encontraba bajo una luna en cuarto menguante que pintaba las dunas con un resplandor fantasmal.

Nasser intentaba mantenerse despierto, pero a medida que pasaban las horas, iba siendo cada vez más difícil.

Finalmente, decidió detenerse a un lado, puso una balizas sobre el techo y tomo unas ramas secas qué llevaba en la parte trasera de su camioneta para prender fuego, se prepararía una infusión y luego dormiría un rato.

Mientras sentía el calor del fuego Nasser se recostó sobre su manta de dormir, el cielo estrellado era un augurio de que sería una buena noche, pensó como se manejaría al llegar al oasis, pediría permiso para acampar y vería como manejaba la situación.

Sabía que Kamal se encontraba con un grupo de médicos ahi, por precaución su llegada coincidiría con la partida de ellos.

Lo habían provisto de un teléfono satelital de última generación, y un correo directo con Mariana, el problema radicaba en que para acceder al correo debería salir del oasis con la excusa de necesitar suministros, motivo por el cual no llevaba gran cantidad de alimentos, lo suficiente para una semana.

Por su parte Sámira intentaba retrasar lo inevitable, su madre habia controlado estrictamente su alimentación, asi que esa noche mientras todos dormían se levantó y busco algo de comer, lo comería antes de levantarse y provocaría el vómito, ella no podía obtener un certificado de buena salud.

 Samira escucho a su padre levantarse sabia que pronto su madre la haria levantar trago lo que tenía escondido debajo de la almohada y minutos despues comenzó a vomitar en la vasija que tenía al lado de su cama, su padre la escucho y abrió rápidamente la cortina.

— ¿ Sigues enferma?, es que no has respetado la dieta bramo Farid furioso llevando su mano al cinturón

— Lo he respetado padre no es mi culpa si estoy enferma sollozo Sámira corriendo su pelo para poder verlo.

Laila escucho el llanto de su hija y aun con su camisón se acercó a ver lo que ocurria.

— No ha respetado la dieta reclamado Farid.

— Por supuesto que si Farid, me ocupe personalmente de que así fuera.

— Pues llévala otra vez con el médico exclamó Farid necesito se reponga pronto.

Laila asintió, ayudo a su hija a realizar la ablucion, luego de atender a su esposo, llevo nuevamente a Sámira con la doctora.

Mientras aguardaba para ser atendida Sámira comenzó a pensar en sus posibilidades, tarde o temprano su padre obtendría el certificado, a no ser que enfermara de verdad.

¿ Debia escapar?, pero como o a donde.

Ella no se quería casar pero si al menos su padre hubiera buscado un hombre de su edad, pero su padre se había visto seducido por la riqueza de Azizzi.

Farid Al–Jabari era un simple pastor de ovejas y cabras.

El jeque Azizzi era un hombre rico en comparación a su padre, tenía varias tiendas en la región, y algunos contactos influyentes.

La doctora fruncio el ceño al ver la garganta de Samira. Esta vez la doctora decidió ponerle un suero y le pidió a su madre que la dejara ahi, Laila fue a realizar sus quehaceres...

Mientras tanto los médicos del ejército habían logrado ubicar la tienda del agente perdido.

Hablaban con los vecinos, y alguien comentó que hacia dias no se lo veia, y había un olor asqueroso.

Con la excusa de ver si no estaba herido el dr Serkan ingreso a la tienda, el alivio llegó al ver que no se trataba de un cuerpo humano en descomposición sino de un animal.

Serkan volvió a salir.— Hay un animal muerto, sera mejor que lo limpiemos antes de que el edor se despliegue por todo el campamento y las moscas los invadan.

— Por suerte vinieron dijo una mujer.

— ¿ El dueño de la tienda donde esta?, pregunto Serkan.

— Hara como una semana que no lo vemos , se fueron con un grupo de hombres comento otra mujer.

— Supongo que nos tocara limpiar el desastre, dijo Serkan.

 — ¿Quiere que lo ayude?, pregunto otra.

— Creame no necesita oler eso, pero si tiene una cubeta de agua para limpiar un poco yo me ocuparé dijo el médico colocandose una mascarilla y volvió a ingresar luego de meter el cadáver en una bolsa comenzó a revisar buscando información, necesitaban saber con quien se había ido, pero de algo estaba seguro pensaba regresar pronto y algo salió mal...

Una mujer ingreso a la sala donde Sámira se encontraba recostada.

— ¿ Quieres hacer alguna petición al rey o su hija?, pregunto extendiendo un papel y una pluma.

— ¿ Ella lo leerá?, pregunto Sámira.

La doctora que había escuchado la pregunta sonrió con ternura.— Su Alteza siempre atiende nuestras peticiones, a la princesa le importa el bienestar de los niños y mujeres de su pueblo.

Samira dudo un minuto y luego tomo la pluma y el papel. Sámira escribió una petición. Doblo la nota y la metió en un sobre.

— No le digan a mi mamá susurró Sámira.

La enfermera asintió y salio dejando a la doctora con Sámira a solas.

— Mírame Sámira, susurró la doctora ¿ has provocado los vómitos?, pregunto la mujer mirandola con ternura.

Sámira comenzó a llorar y asintió.– No le diga a mi mamá por favor suplico.– Se lo dirá a papá y el me va a golpear.

— Sámira tranquila no diré nada, es nuestro secreto. Ahora dime ¿ porque lo has hecho?.

La joven dudo y temerosa susurró.

— Papá quiere casarme , el jeque Azizzi le exige un certificado de salud, es un hombre muy viejo y sere su segunda esposa y yo no quiero preferiría morir.

 La joven doctora asintió, tomo la mano de Sámira entre las suyas.

— Tranquila Sámira, sera nuestro secreto. Voy a ayudarte le diré a tu madre que no podremos darte el certificado mientras estes con estos malestares, pero no debes volver a repetir esto, puedes enfermar. Esto te dará unos días intenta hablar con tu madre, ella puede ayudarte a conversar con tu padre y que la situación cambie.

Sámira sonrió agradecida, era una sonrisa tenue, ella no era tan optimista.

Tras cuatro días los médicos se preparaban para retirarse del oasis de Wadi Al-Rimal, Sámira se encontraba más tranquila la doctora le había dicho a su madre que tenía un virus que al menos por veinte días iba a seguir enferma nadie le daría un certificado de salud y obviamente su padre no pagaría por una segunda opinión, tenía veinte días para cambiar su destino.

Esa tarde mientras ayudaba a su madre, Sámira la miro y le paso una cubeta con agua limpia del oasis para enjuagar la ropa.

— Escuche a papá hablar del jeque, Azizzi susurró ella.– Laila miro a su hija.– No quiero ser su esposa.

— No es algo que tu puedas decidir dijo Laila.

— En el campamento hay hombres jóvenes, porque no escoge un hombre de aqui.

— Porque el jeque Azizzi te pidió, no sera tan malo Sámira.

— Tiene otra esposa.

— Puede tener hasta cuatro mientras pueda mantenerlas. Sámira no sera tan malo exclamó Laila.

— Preferiría morir dijo Laila.

— Tu padre te cumplirá tu deseo si te empeñas en contrariarlo, pon los pies en la tierra Sámira.¿ Crees que yo quería casarme con tu padre?, ¿ crees que alguna de estas mujeres pudo escoger?, pregunto Laila.– Aquí solo escogen los hombres y una simplemente obedece, ve a lavar la letrina exclamó Laila

Sámira agarro la cubeta con el agua qué habían usado para enjuagar la ropa y fue a lavar la letrina. Ahi el agua era un recurso valioso y por momentos escaso por lo cual debía cuidarse.

Mientras fregada la letrina Sámira llego a la conclusión de que debía escapar...