Detrás de la fachada de terciopelo y luces neón de una Sex Shop, un club clandestino es gestionado por una reina de la mafia oculta. Bajo las sombras, lucha por mantener su presencia dentro de los magnates, así como sus integridad de quienes la cazan.
¿Podrá mantenerse un paso adelante de sus depredadores o caerá en su propio juego de perdición y placer?
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Revelación
La pregunta de Julian quedó en el aire sin ningún tipo de respuesta. La tensión aun se sentía en su cuello, el cual ya tenia un pequeño corte.
La mujer lo soltó, mientras él parecía inhalar todo el aire del mundo y tosía con cierta desesperación.
—Bonita daga. He de reconocer que tienes buen gusto. ¿De qué casa es?—jugueteaba con el arma en sus manos y actuaba con tanta naturalidad a pesar de que los ojos del dragón estaban clavados en el hombre. Julian la miró indignado, sin poder creer que ella estuviese preguntando en serio luego de casi intentar asesinarlo.
—¿Eres una maldita loca o que? Casi me matas de la nada—espetó sorprendido y algo asustado nuestro querido detective. La castaña esbozó una risa bastante refinada, sin perder la clase ni la elegancia.
—Nadie me había descrito tan perfectamente en tan pocas palabras. Muy sorprendente, Julian—La sangre se le heló al oír su nombre.
—Cómo es que...
—Creo que me quedaré con el juguete–se refirió al puñal—Y no vuelvas a portarte mal, "Juliancito" la próxima vez no seré tan condescendiente contigo. ¿Por qué no mejor disfrutas de la velada y pasas una noche agradable junto a otros tantos como tú?—comentaba alejándose sutilmente y con un contoneo de caderas que dejaba a mas de uno con la quijada en el piso—Y quien sabe, hasta podrías terminar follando a una linda damisela de la alta alcurnia.
—No me interesan esas perversidades. ¿Por qué no respondes mi pregunta?
—Oh, déjame adivinar—comentó regresando a donde él estaba, ignorando su insistencia—Eres un hombre felizmente comprometido, ¿o me equivoco?—dijo con ironía. Él no respondió, solo la observó, estudiando sus reacciones—Ay, Julian. Nos nos engañemos. El simple hecho de que estés aquí ya te convierte en un repugnante perro infiel. Quiero decir, mira a tu alrededor. ¿Que es lo que hay? Alcohol, droga, una pareja teniendo sexo en aquel sofá. Solo será cuestión de tiempo para que tu también caigas en las garras de este lugar—Finalizó retomando su puesto en la barra. Julian dibujó una sonrisa ladeada, sin apartar su mirada de ella.
—Se nota que te gusta presumir lo bien que conoces este lugar—Su comentario tenía toda la intención de sacarle información.
—No existe nadie mejor que yo que conozca a la perfección este lugar.
—Entonces puedo atreverme a intuir que incluso conoces a quienes están detrás de todo esto—Julian bajaba estratégicamente el tono de su voz. Aquella mujer no era confiable, pero si podía sacarle información valiosa, la haría hablar hasta develar lo mas bajo y oculto del club.
—¿A "quienes"? ¡Ja! ¿Por que estas interesado en eso?—ella era una mujer astuta, no se dejaría manipular tan fácilmente. Julian pensó un par de segundos antes de responder.
—Quiero hacer negocios muy lucrarivos, grandes. ¿Cómo puedo contactarlos?
—Al dueño no le importan los negocios. El propio club, es su negocio.
—Entonces es "dueño"
—¿Importa el género? Te diré esto Julian, no lo sabes pero, los hombres curiosos me encantan. Son muy...interesantes—confesó, su voz se volvía mas y mas seductora. Si Julian no se ponía en alerta, ella acabaría jugando con él. Se acercaba peligrosamente, coqueteandole sin ningún tipo de vergüenza.
Julian se envalentonó y sin permiso, le arrebató la máscara que cubría su rostro. Unos ojos azules y puros quedaron expuestos a su vista, la juventud desbordaba en su cara. Su expresión de sorpresa cambió a una llena de malicia y picardía.
—¿Creíste que me iba a intimidar?
—¿Quién eres?—repitió, en su vida había visto su cara, y de haberlo hecho, estaba seguro que no lo olvidaría. ¿Pero por qué sabía su nombre? Era la pregunta que no dejaba se darle vueltas en su cabeza. Estaba serio, ya no pensaba seguirle la
corriente.
La mujer se lamía los labios, a modo de desafío. Su habilidad para el coqueteo era sorprendente.
—Puedes llamarme Eleanor, niño rico—se acercó a un más—¿Contento?
—¿Cómo es que sabes mi nombre?—Julian no daba un paso hacia atrás, al contrario, estrechaba la distancia. Ya podían sentirse el aliento.
—Ya te lo dije, no hay nadie que conozca este lugar tanto como yo, eso incluye a todo aquel que entre o salga—se quedaron un par de minutos viéndose fijamente, hasta que ella tomó la máscara robada y cortó el momento—Se está haciendo tarde, ya es hora de la función.
—No he terminado de hablar contigo
—Pero yo si Julian—Le interrumpió—Solo siéntate cómodo, pronto te daré lo quieres. Ah, y antes de que se me olvide. No necesitas averiguar tanto, ya conociste al dueño del club.
Y con eso se perdió entre la multitud. Julian se levantó de la silla con rapidez, pero ya le había perdido el rastro. Chocaba sin disculparse con los otros invitados. Necesitaba respuestas. Las palabras de Eleanor eran tan ambiguas que no le ayudaban en nada.
De pronto, las luces del lugar se apagaron, y un gran reflector iluminó un escenario que había en todo el centro del salón. Unos tacones hicieron eco sobre la madera pulida de la tarima. Frente a todos, apareció la figura de Eleanor, como siempre tan despampanante. Se acercó hacia el micrófono y cuando captó la atención de todo el público, dejó revelar su rostro. Tras una ligera bocanada de aire, una melodía comenzó a sonar.
Y fue así como la voz melodiosa de la mujer se mezcló con las notas musicales del piano que se tocaba al fondo del escenario.
El cuerpo de Julian quedó inmóvil. Su canción parecía un hechizo que ponía a temblar a todos. Su letra tan desgarradora exponía su dolor, su pasado. Las mujeres lloraban y los hombres tragaban con fuerza para aliviar el nudo en su garganta.
Los ojos de Eleanor se humedecían con cada frase, pero su voz no se quebraba, sino que se hacia más fuerte y más imponente. Su canción era un grito de guerra.
Cuando su show terminó, miró a Julian directo a los ojos y le sonrió con una expresión de triunfo.
—Muy buenas noches a todos. Espero estén pasando una linda y agradable noche. Con esto, damos apertura a la nueva era de "Sodoma y Gomorra" Ahora que esas puertas se han cerrado—señala la entrada hacia el salón —Nadie se podrá salvar de lo que pase aquí dentro de ahora en adelante. Se perfectamente que en estos momentos por sus mentes pasa la duda de quién soy y que hago acá. Incluso para los miembros mas antiguos es sin duda una sorpresa que este yo aquí dando este discurso de apertura. Pues permitanme presentarme: Yo soy Eleanor Sterling, la última heredera del Imperio Sterling. Y hoy he venido hasta acá para darme a conocer y para reclamar Sodoma y Gomorra como mío.
Ya no había rastros de la joven que minutos antes había hablado con Julian, solo quedaba sobre el reflector una mujer fría y calculadora, una mujer de hierro, sin temor a nada ni nadie. Fue allí cuando Julian lo entendió todo: Eleanor Sterling era la dueña del club, su objetivo.