La Reencarnación De La Duquesa

Jade extiende su mano acariciando la mejilla de Esmeralda. Su piel era tan suave como la seda.

Esmeralda era muy parecida a la hija de Jade, la diferencia física entre ellas era muy poca.

Arteria también nació con el cabello rubio, sus ojos grandes azules y su piel blanca. Muy parecida a su hermano Marcelo.

Ambos extrañamente se parecían mucho a David. Hasta el momento, Jade, no se podía explicar por qué sus hijos heredaron rasgos físicos de David, si no eran nada de el.

Esmeralda mantuvo la cabeza inclinada frente a la Duquesa. En ese momento, Jade tuvo muchos sentimientos encontrados.

Su sobrina no tenía por qué pagar por los pecados de sus padres. Así qué, fue alejando su mano y giró su cuerpo quedando cara a cara con Isabela.

______ Ella, no. Esmeralda es inocente de todo el pasado.

Jade forzó una leve sonrisa y contestó.

______ ¿Cuán pasado?

______ No recuerdo a que te refieres.

Levantó el mentón y caminó al interior de sus aposentos.

Enseguida, Isabela se acerca a su hija y limpia la mejilla de Esmeralda.

_____ No te vuelvas a acercar a ella, ¿queda claro?

La niña confundida por la actitud de su madre, mueve la cabeza.

_____ Vuelve a tus aposentos y no salgas de ahí hasta que lo ordene.

Las sirvientas acompañan a la niña a su habitación, dejando a Isabela a solas con su amargura.

______ Maldita seas, Elizabeth, ¿Cómo diablos lograste casarte con el Duque y no solo eso, lo obsesionarte contigo?

Mientras Isabela se quedaba pensando, Carlota no podía asimilar lo que pasaba. Sintió un nudo en la garganta que no la dejaba respirar, recordó lo que pasó hace años y sintió escalofríos.

_____ ¿Cómo puede ser posible? ¿Cómo puede ser posible?

Carlota se repetía continuamente mientras camina de un lado a otro por toda la habitación. Se detuvo frente a la ventana.

______ El forastero resulto ser el Duque... El Duque... Esa palabra se quedó clavada en lo más profundo de la mente de Carlota.

Sintió como sus piernas se doblan al recordar el pasado. Llevó sus manos a su pecho, respirando con dificultad.

Cerró los ojos y recordó el pasado.

..."Maldita mocosa, juro por los mil dioses que pagarás muy caro haberme humillado. ¿Quién te crees para sentirte superior a mí?...

..."Te hundiré en el barro y ni siquiera podrás levantar la mirada de nuevo"...

Carlota se cubrió por completo y salió de su casa. En el camino, busco a una mujer que se dedicaba a las hierbas, ya lo había hecho antes con la madre de Isabela y Elizabeth.

Durante todo el embarazo le dio pequeñas dosis de veneno, esperando que perdiera a su hijo.

Aun así, las niñas nacieron fuertes y sanas como si alguien las hubiera protegido, pero, su madre no corrió con la misma suerte, ella murió en el parto dejando a las niñas desamparadas.

Esa misma noche, Carlota me entregó una carta al Sumo sacerdote y a los demás ancianos presentes.

La carta decía que ella presentía su muerte y que por esa razón les pedía que Carlota tomara su lugar como la madre de sus hijas.

Todos quedaron sorprendidos por la extraña petición de la madre de las niñas. Ninguno se explicaba porque Carlota y no otra mujer.

Después de hablarlo, Carlota mostró otras cartas escritas por Melina. El sumo Sacerdote hizo lo que su esposa pidió en cada Carta y se casó esa misma noche con Carlota.

Llevó a la niña al Palacio del Conde, y se despidió de su hija; confiando que se convertiría en una gran Condesa.

Carlota compró hierbas para dormir a Elizabeth. Tenía planeado cada movimiento en su contra. Solo era una niña, una niña que si algo de su plan salía mal, su cabeza seria cortada de su cuerpo.

Aún contra su miedo, se alejó y fue de nuevo a su hogar. La cena casi estaba preparada por las cocineras.

_____ Pueden irse a cambiar. Yo me encargo de lo demás. Prepararé el postre para su majestad.

Las cocineras salieron de la cocina dejando a Carlota a solas. Mientras preparaba el postre, hervía las plantas que necesitaba.

El olor dulce del pan recién horneado disminuyó el olor de las plantas. Al estar listo, puso un balde con agua y dejó el plato que Elizabeth usaría esa noche para cenar, también el vaso y los cubiertos.

Dejó que el plato y todo lo demás secara por sí solo. Luego llevó todo a la mesa, repartió los platos y los cubiertos.

Espero a que todos llegaran para repartir los alimentos. Los alimentos de Elizabeth absorbieron lo que había en el plato, por esa razón, la cena de la chica supo amarga al final, sin embargo, no quiso decirlo.

Al volver a su recámara y beber el té de hierbas que le dio Isabela, el sueño venció a Elizabeth.

Pasado el tiempo, Carlota llevó al chico que encontró entrando a los terrenos de la casa. El chico escapaba de los guardias del Conde, si era atrapado sería descubierto y todos sabrían que era el Duque.

Ser un chico con alma libre le causaba muchos dolores de cabeza a su padre y a su madre.

Entró a la recámara donde estaba Elizabeth, su gran belleza lo hechizo. Se intentó resistir al deseo que la chica le provocaba, aún así, fue más grande su deseo por ella.

La fue tocando lentamente hasta que ya no pudo detenerse. Después de hacerla suya, fue sacado de la habitación y logró escapar de la ciudad sin que nadie se diera cuenta de quien era.

Meses más tarde, David mandó a su sirviente a pedir la mano de Elizabeth, su padre habia muerto y él se convirtió en nuevo Duque.

La noticia de que Elizabeth fue expulsada llego a él, haciéndolo enfurecer. Más tarde, la vio en su propio palacio; como sirvienta de su madre.

El destino la llevó a él, lo que más lo impresionó fue su embarazo. Elizabeth estaba a muy poco de dar a luz a su hijo.

El futuro Duque estaba por nacer. David se sentía inmensamente feliz... Carlota jamás se imaginó que le entregó a Elizabeth al Duque.

Creyó que era un ladrón, un chico sin oficio que solo buscaba dinero y diversión. Lejos estuvo de imaginar que era el Duque David; en busca de aventura antes de tomar las riendas de su Ciudad.

Carlota temblando abrió los ojos, si un día se descubre lo que hizo, será condenada a la horca.