La Tirana Reina Que Se Enamoró

Al día siguiente de la pequeña discusión en los aposentos de Adrián, la Reina tomaba las clases con regularidad más que todo para no causar sospechas con otros nobles o incluso con sus otros sirvientes. Estas clases eran el momento justo para ella descansar su mente y concentrarse en algo distinto, hoy le tocaba baile en pareja, la Reina se negó a este tipo de baile, fingiendo que Adrián no se sentía bien cuando él irrumpió en el salón sin tocar la puerta por qué le quería informar a la Reina sobre oportunidades de negocios con su reino pero al ver la cara de Rafaela comprendió que había ingresado a un lugar que no debía ingresar.

Rápidamente el instructor de baile apresuró a Adrián a entrar, Rafaela solo suspiraba incómoda más que todo por que la noche anterior había visto como le escribía a otra persona de manera tan cariñosa, no sería correcto para ella tener una oportunidad como un baile pequeño con el pero a su vez le emocionaba que hubiera llegado, si no, le tocaba aguantarse los regaños del instructor de baile. Minutos más tarde mientras la música clásica se escuchaba por todo el salón, Adrián y Rafaela bailan como si fueran dos cisnes, lo cual el Rey no se percató pero la Reina si. Mientras lo miraba fijamente a los ojos su mirada cambiaba pero apenas notaba ese ligero cambio, pisaba sin querer el pie de Adrián. Varias veces lo terminó pisando porque se sentía incómoda o nerviosa.

Al finalizar la clase, La Reina se apresuró a irse dejando a Adrián solo con la música de baile. Al caminar por los pasillos de su palacio sentía como su corazón latía muy rápido, de nuevo sentía estos sentimientos que la estaban volviendo loca poco a poco, pequeñas sonrisas salían de su rostro, pero fue interrumpida por que uno de sus antiguos consejeros quería otra vez volver, era su mano derecha. Rápidamente su rostro nervioso y sonriente se tornó serio.

— ¿Por qué has vuelto?. —preguntó Rafaela mientras lo observaba seriamente.

Valentino alias Valen, quien siempre tuvo una sonrisa perturbadora se arrodilló implorando perdón por haber desaparecido, que esa nunca fue la intención de él. La Reina solo sonrió preguntando si de corazón se arrepentía por haberla dejado con todo este problema, Valen aún con la cabeza baja dijo que no supo actuar ante el problema presentado. Sin dudarlo dos veces una de sus sirvientas que iba dando la vuelta en una esquina se sobresaltó y se escondió rápidamente pues escuchó un golpe muy fuerte, y era por qué la Reina estaba enojada con él, se supone era su mano derecha pero se sintió traicionada por el. No había discusión ni una vez, solo ese golpe que retumbó por todos los pasillos haciendo un eco eterno.

— Su majestad… Me disculpó desde el fondo de mi alma pero yo-

— Silencio… Tú más que nadie debías informarme de esos movimientos y hasta ahora solo me estás dando excusas en vez de ayudarme a salir de este problema, si para invierno tú no has solucionado este problema e investigado quien me tendió una trampa… ¿Sabes lo que sucederá verdad?...

La sirvienta estaba temblando ya que era la primera vez que veía como la Reina reprendió a uno de sus súbditos, había escuchado los rumores pero jamás pensó que viviría para ver este pequeño gran escandalo, aún así guardaba silencio lo más que podía, y solo escuchaba murmullos que no podía entender del todo, prefirió marcharse y tomar otra ruta para poder seguir con sus tareas. En la tarde, el palacio estaba más silencioso, y mientras algunos sirvientes limpiaban y cumplían con las tareas más basicas otros se encargaban de atender a la Reina quien se encontraba en el jardín y mientras Valen se encontraba con ella, la merienda de hoy era café con pastelitos buscando soluciones. Adrián que es curioso por naturaleza vio como Rafaela solo regañaba más y más a otra persona podía escuchar su voz desde lejos diciéndole “No me sirve, vuelve a empezar”

Por la noche, todo era calmado y sereno, la Reina seguía en el jardín pensativa, Adrián se dirigía a sus aposentos cuando por la ventana la noto ahí a ella, sola como un ave perdida. Sin más remedio él decidió ir a verla.

— Rafaela…

La Reina se dio la vuelta lentamente. — … ¿No deberías estar durmiendo?. —comento de manera delicada como si de una flor se tratara.

Adrián solo la miraba fijamente hasta que se sentó a su lado. — No tengo nada mejor que hacer en estos momentos. —dijo pareciendo despreocupado.

— Y las cartas que escribías… ¿Llegaron a su destino?. —pregunto tratando de no parecer poco natural.

— … Uhm… Si…

Un silencio incómodo los recorrió, la Reina solo asintió con la cabeza, se siente al menos feliz de tenerlo cerca pues para ella, su mundo y sus sentimientos están empezando a cambiar.

— … Quería guardarme una pequeña sorpresa pero… En verdad creo que lo mejor y más respetuoso que puedo hacer por ti es… Proponerte algo más… —exclamó mientras sus manos se movían un poco.

Adrián solo podía observar curioso su reciente cambio. — Su majestad, sea lo que sea por favor mejor déjelo como una sorpresa.

La Reina lo miró sorprendida, pero respeto la decisión que tomó. Al observar el cielo se percató que las estrellas brillaban como si fueran perlas.

— ¿Sabes lo incómodo que es esto? … Digo… solo por qué yo-

La Reina lo interrumpió para poder señalar hacia el cielo una especie de estrella fugaz que apenas estaba pasando. Ambos se quedaron atónitos y maravillados y sin darse cuenta sus manos llegaron a tocarse levemente mientras observaban el cielo nocturno.

Un momento agradable que la Reina no quería que se detuviera, sus sentimientos cada vez se sentían más fuertes, no negaba el hecho de que Adrián le llamaba la atención y que disfrutaba cada vez más en silencio… pero… había alguien espiando desde las sombras… ¿Quién podría estar viendo desde las sombras lo que hacían los Reyes de Belmont?...