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MI QUERIDO SECRETARIO

MI QUERIDO SECRETARIO

Status: Terminada
Genre:Yaoi / CEO / Casada con el millonario / Jefe en problemas / Mujeriego enamorado / Completas
Popularitas:2.9k
Nilai: 5
nombre de autor: Fanny123

Un joven talentoso pero algo desorganizado consigue empleo como secretario de un empresario frío y perfeccionista. Lo que empieza como choques y malentendidos laborales se convierte en complicidad, amistad y, poco a poco, en un romance inesperado que desafía estereotipos, miedos y las presiones sociales.

NovelToon tiene autorización de Fanny123 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPITULO 8

El regreso de Cristal Monteverde

Era un martes por la mañana cuando todo cambió en la oficina. La rutina habitual de correos, reuniones y proyectos se interrumpió por un anuncio inesperado de Alejandro.

—Torres, necesito que prepares la sala de juntas —dijo, su voz firme como siempre, pero con un ligero matiz de incomodidad que apenas se notaba.

—¿Alguna reunión importante? —pregunté, inclinándome sobre mi escritorio mientras organizaba los documentos.

—Importante —respondió él, frunciendo el ceño ligeramente—. La hija del CEO Monteverde vendrá a presentarnos un proyecto.

Mi corazón dio un pequeño salto, aunque intenté mantenerme profesional.

—¿Monteverde? ¿La empresa de lujo, señor?

—Sí —contestó Alejandro, serio—. Cristal Monteverde.

Mi mente no pudo evitar procesar el nombre. Cristal Monteverde, la heredera de una de las compañías más poderosas del país, conocida por su belleza, su carisma y su capacidad de manejar negociaciones como si fueran juegos de ajedrez. Pero lo que realmente hizo que mi corazón se acelerara fue la siguiente frase de Alejandro:

—Y fue mi ex.

Mis ojos se abrieron de par en par.

—¿Ex? —pregunté, sorprendiendo incluso a mí mismo con la incredulidad de mi voz.

—Sí —respondió él, con el mismo tono serio que siempre usaba, aunque noté un matiz de tensión—. No te preocupes, Torres. Solo es una reunión de trabajo. Nada más.

Poco después, la secretaria anunció la llegada de Cristal. Con pasos seguros y elegantes, la mujer entró en la oficina. Su cabello rubio brillante caía sobre sus hombros, y su vestido de alta costura azul marino la hacía parecer una reina en la sala de juntas. Sus ojos claros, intensos y calculadores, recorrieron la oficina con autoridad y seguridad, hasta que se detuvieron en Alejandro.

—Alejandro —dijo con suavidad, pero cargada de significado—. Cuánto tiempo.

Él se levantó al instante, recto, profesional, aunque sus manos estaban tensas y sus labios ligeramente apretados.

—Cristal —respondió—. Mucho tiempo.

Yo estaba a un lado, organizando los documentos, sintiendo que mi estómago daba vueltas. La tensión en la sala era palpable. Alejandro mantenía la formalidad, pero había algo en la manera en que sus ojos se suavizaron al verla, algo que no había mostrado con nadie más desde que estaba conmigo.

—Este es Gabriel Torres, mi secretario —dijo Alejandro, rompiendo un poco el hielo, aunque su voz sonaba más rígida de lo habitual.

—Encantada —dijo Cristal, extendiendo su mano hacia mí. Su mirada no escondía curiosidad, y aunque fue cordial, sentí que analizaba cada gesto mío.

—El placer es mío —respondí, intentando sonar confiado, aunque mis manos temblaban ligeramente.

La reunión comenzó, y Cristal presentó su proyecto de manera impecable. Cada diapositiva estaba calculada al detalle, cada palabra cuidadosamente elegida para impresionar. Alejandro escuchaba atento, tomando notas, haciendo preguntas precisas y cortas, manteniendo su postura firme, aunque era evidente que algo dentro de él estaba inquieto.

—Interesante propuesta —dijo él, finalmente—. Habrá que evaluarla a fondo.

Cristal lo miró con una mezcla de desafío y sonrisa sutil.

—Espero que no la descarten tan rápido, Alejandro —murmuró—. He trabajado duro para esto.

Yo me mantuve en silencio, observando la interacción entre ellos. La forma en que Alejandro la miraba era diferente a cualquier otra persona. Sus ojos no tenían frialdad, sino algo que solo yo había visto en momentos especiales: atención completa y cierta vulnerabilidad contenida.

Me sentí un poco desplazado, aunque intenté no mostrarlo. Cristal, sin saber nada de nuestra relación, parecía estar recordando viejos tiempos y, de alguna manera, reclamando un lugar en su vida laboral.

—Torres, por favor toma nota de los puntos clave —dijo Alejandro, volviendo a centrar la atención en mí.

—Sí, señor —respondí, aunque mi mente seguía procesando la tensión que se respiraba en la sala.

Al final de la reunión, Cristal se despidió con elegancia, pero antes de irse, se acercó a Alejandro y le susurró algo al oído. No pude escuchar sus palabras, pero pude ver cómo él tragaba saliva, su expresión cambiando de inmediato, endureciéndose otra vez.

—Estaré en contacto —dijo finalmente, con voz firme—. Nos vemos, Alejandro.

Al salir, dejó un silencio pesado en la sala de juntas. Alejandro se recostó en su silla, claramente afectado por el encuentro, mientras yo lo miraba con cierta preocupación.

—¿Está bien, señor? —pregunté suavemente, acercándome.

Él levantó la vista hacia mí, intentando ocultar cualquier emoción, pero su mano rozó la mía accidentalmente y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

—Sí, Torres —respondió, serio—. Solo… nada de qué preocuparse.

Pero yo sabía que no era verdad.

Esa tarde, mientras revisábamos documentos juntos, Alejandro estaba más silencioso de lo habitual. Cada gesto suyo parecía calculado, cada mirada dirigida a mí contenía un matiz de tensión que antes no había tenido. Yo trataba de concentrarme en el trabajo, pero no podía evitar pensar en Cristal y en cómo había afectado a Alejandro.

—Torres —dijo finalmente, con voz baja—. Necesito que todo esté perfecto en este informe. No puedo permitirme errores hoy.

—Entendido, señor —respondí, inclinándome sobre la computadora, intentando ocultar mi preocupación.

A medida que trabajábamos, la distancia entre nosotros se acortó sin que él lo notara. Yo me inclinaba para revisar un detalle, y su brazo rozaba el mío accidentalmente. Cada contacto era eléctrico, recordándome que aunque Alejandro había mostrado preocupación por mí en casa, aquí en la oficina seguía siendo un hombre serio, frío, pero profundamente protector.

Esa noche, cuando regresamos a su departamento, todo cambió nuevamente. Alejandro cerró la puerta detrás de nosotros, dejando caer la tensión acumulada durante el día. Me abrazó por detrás, apoyando su cabeza sobre mi hombro, y respiré su aroma.

—Cristal Monteverde estuvo hoy en la oficina —dije con cautela, mirando sus manos sobre las mías—. Parecía… segura de sí misma.

Alejandro suspiró, apartando un mechón de cabello de mi frente.

—Sí… y eso me recuerda cosas que no quiero recordar —murmuró, con voz ronca—. Pero eso no significa nada. Nada frente a lo que tenemos nosotros.

Me giré para mirarlo, y sus ojos grises, por primera vez en mucho tiempo, estaban cargados de emociones que no podía ocultar: preocupación, deseo, afecto.

—Señor… —susurré—. Lo que tenemos nosotros es real. No importa lo que haya pasado antes.

Él me tomó del rostro, acercándome a él, y sus labios encontraron los míos en un beso suave pero intenso.

—Lo sé —dijo entre besos—. Y por eso… voy a protegernos, sin importar lo que venga.

Los días siguientes fueron una mezcla de normalidad y tensión. Alejandro mantenía su frialdad en la oficina, y yo mi concentración, pero cada vez que nuestras manos se rozaban o nuestras miradas se encontraban, recordábamos la realidad: nuestra relación era fuerte y secreta, pero vulnerables frente a cualquier presencia inesperada, como Cristal.

Valeria y Samuel se convirtieron en nuestros confidentes silenciosos. Cada mensaje de aprobación de Valeria, cada broma de Samuel sobre “defender al jefe” nos recordaba que, aunque nuestra relación fuera secreta, teníamos aliados que nos apoyaban y celebraban nuestro amor en silencio.

Esa noche, mientras nos recostábamos juntos en el sofá, Alejandro me abrazó con fuerza.

—No voy a dejar que nadie nos separe —susurró—. Ni Cristal, ni nadie.

Yo me acomodé contra él, sintiendo la seguridad que solo él podía darme.

—Lo sé —respondí—. Y tampoco quiero que eso pase.

En ese momento, entendí algo que había estado claro desde hace tiempo: por más obstáculos que surgieran, nuestra relación no solo sobreviviría, sino que se fortalecería. Alejandro podía ser serio y frío frente al mundo, pero conmigo era el hombre más cariñoso y protector del planeta.

Y aunque la llegada de Cristal Monteverde había introducido una nueva tensión, también nos había recordado algo fundamental: juntos, éramos invencibles.

... CONTINUARA ...

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Fanny
🥰
orneidy soto
Hermosa esta novela gracias por compartir
Fanny: Muchas gracias 🥰🥰
total 1 replies
Fanny
linda
☫ Queen ✜S. D. R꫞
gracias por apoyarme, de nada apoyarse, te deje un puntos de 199 de cafecito. espero que continúe el capítulo🥰☺️
Fanny Rodriguez: 🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰
total 1 replies
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