Dilata reencarna en su primera vida, con recuerdos de la segunda. Hará de todo para poder tener una mejor vida y ser feliz junto a su hijo.
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Prólogo.
Por el bosque caminaba una mujer de negro mientras tarareaba una canción. Era una canción muy especial para ella, al igual que el día en el que estaba.
Lágrimas corrían por sus mejillas, tenía una sonrisa triste en su rostro, sus ojos lucían apagados, su cabello estaba suelto y bailaba junto con el viento que corría, su vestido y zapatos estaban llenos de barro por las recientes lluvias.
Frente a sus ojos había un pantalla y aparecían imágenes de la que fue su vida hasta ese momento, con un leve movimiento de su mano los recuerdos se detuvieron en una imagen en especial.
Su hijo.
Su amado hijo, que ahora yacía enterrado 4 metros bajo tierra por culpa de un animal despreciable.
Mirando la cara sonriente de su hijo más lágrimas corrieron por sus mejillas.
Con otro movimiento de su mano la imagen desapareció por completo.
Al mirar al frente había un acantilado.
Bajo la mirada observando las rocas afiladas al final del acantilado y las grandes olas que azotaban las paredes del mismo.
Por su mente pasaban todos los momentos que la llevaron a ese lugar.
Su vida con sus estrictos padres, su debut en la sociedad.
Y su peor error.
El momento en que se enamoró de su actual esposo.
El día en que emocionada caminaba hacia el altar mirando al que sería su esposo, el hombre más guapo a su parecer.
La muerte de sus padres y el tormento que siguió a eso.
Fueron 4 años de sufrimiento.
Su esposo, un hombre que la maltrató y abuso de ella cada día de su matrimonio.
Volvió a colocar la imagen de su hijo, una sonrisa apareció en sus labios.
Él era lo único bueno que le dejó dicho matrimonio y ya no está más.
Con un último suspiro se dio la vuelta dando la espalda al acantilado, cerrando los ojos se dejó caer a las afiladas rocas y el embravecido mar.
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Todo se volvio negro de repente.
Nunca sintió el golpe contra las rocas solo un vacío en su estómago como si algo la succionara.
Una pantalla apareció mostrando la vida de una chica que ella no conocía.
Podía ver muchos objetos extraños, las casas y caminos tampoco le parecían conocidos. Los nombres de las ciudades también eran desconocidos.
Vio su nacimiento, el gran amor que le tenían sus padres, su educación, lo emocionada que estaba con el nacimiento de su hermano, su primer amor, su primer beso, su primera vez y finalmente…
Su muerte.
La pantalla volvió a desaparecer y todo quedó en completa oscuridad.
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Despertó sobresaltada con la respiración agitada y con la sensación de que le dolía el cuello, levantó las manos para tocar si tenía algo pero nada.
Desconcertada se miró las manos.
–Pero ¿Qué?
No sabía lo que sucedía, estaba segura de que se había arrojado al acantilado por el dolor de haber perdido a su amado hijo.
Lágrimas comienzan a caer por sus mejillas, su pequeño bebé.
Se coloca las manos en el pecho por el dolor de la pérdida, ella lo amaba tanto, no le importaba que haya sido producto de una violacion de su esposo, nunca le echó la culpa a su bebé, siempre le quiso de todo corazón.
