Rachely Villalobos es una mujer brillante y exitosa, pero también la reina indiscutible del drama y la arrogancia. Consentida desde niña, se ha convertido en una mujer que nadie se atreve a desafiar... excepto Daniel Montenegro. Él, un empresario frío y calculador, regresa a su vida tras años de ausencia, trayendo consigo un pasado compartido y rencores sin resolver.
Lo que comienza como una guerra de egos, constantes discusiones y desencuentros absurdos, poco a poco revela una conexión que ninguno de los dos esperaba. Entre peleas interminables, besos apasionados y recuerdos de una promesa infantil, ambos descubrirán que el amor puede surgir incluso entre las llamas del desprecio.
En esta historia de personalidades explosivas y emociones intensas, Rachely y Daniel aprenderán que el límite entre el odio y el amor es tan delgado como el filo de un cuchillo. ¿Podrán derribar sus muros y aceptar lo que sienten? ¿O permitirán que su orgullo
NovelToon tiene autorización de F10r para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 19
Los celos y un hermano protector.
.
.
.
.
.
.
.Narra Daniel Montenegro
Dejé a Rachely en la oficina de Raúl, con su furia aún palpable en el aire. Esa niña podía sacar lo peor y lo mejor de mí al mismo tiempo. Pero esta vez, su molestia estaba completamente justificada. Franco no solo estaba invadiendo su espacio, sino que su insistencia era descaradamente irritante.
Raúl y yo caminamos juntos hacia donde se encontraba ese hombre. Raúl, siempre más sereno, intentó abordar el tema con diplomacia. Pero yo no tenía tiempo ni paciencia para eso. Apenas lo vi, me acerqué con pasos decididos, sin importarme quién estuviera mirando.
—Franco —llamé su atención, mi voz tan fría como el hielo.
El hombre levantó la vista de su teléfono, claramente sorprendido al verme.
—Montenegro, ¿a qué debo el honor? —respondió con ese tono arrogante que me hacía querer estrellarlo contra la pared.
Me acerqué un paso más, invadiendo su espacio personal.
—Te voy a decir esto una sola vez, así que escúchame bien. Mantente lejos de Rachely. No quiero verte rondándola, ni insinuándote, ni siquiera mirándola. Si vuelvo a verte cerca de ella, te juro que te rompo las piernas.
Mi tono era bajo, pero cargado de amenaza. No estaba jugando, y él lo sabía.
—Daniel... —Raúl intervino, colocando una mano en mi hombro—. Tranquilízate, por favor.
Me giré hacia mi cuñado, mi mandíbula apretada.
¿Cuñado?
—¿Tranquilizarme? Este tipo no entiende límites, Raúl. Y tú sabes tan bien como yo que no voy a permitir que la moleste más.
Franco, intentando mantener la compostura, levantó las manos en un gesto de aparente rendición.
—No quería causar problemas, Montenegro. Solo estaba siendo... amigable.
Lo miré con desdén.
—Tus ideas de "amistad" son repugnantes. Ahora lárgate y no vuelvas a acercarte a ella.
Raúl, con su paciencia infinita, intentó suavizar las cosas después de mi arrebato. Le explicó a Franco que Rachely no estaba interesada y que sería mejor que mantuviera las cosas profesionales. Yo, mientras tanto, me crucé de brazos, mirando al hombre con una intensidad que dejaba claro que mi amenaza no era solo palabras.
Finalmente, Franco se marchó, y Raúl suspiró profundamente.
—¿Qué diablos fue eso, Daniel? —me preguntó, más curioso que molesto.
Lo miré, encogiéndome de hombros.
—Solo me aseguré de que entendiera el mensaje.
Raúl me observó con atención, su mirada analítica.
—Estás celoso.
Su declaración me tomó por sorpresa, pero no lo demostré.
—No sé de qué hablas.
—Claro que sí. Lo he notado desde hace tiempo. Tú y Rachely... —dejó la frase en el aire, como si estuviera tratando de encajar las piezas de un rompecabezas complicado—. Siempre discuten, siempre se buscan, siempre están al borde de algo. ¿Qué hay entre ustedes, Daniel?
Lo miré directamente, sin parpadear.
—Nada que deba preocuparte.
Pero mi respuesta no parecía convencerlo del todo.
[...]
Narra Raúl Villalobos
Conozco a Rachely como la palma de mi mano. La he criado desde que tenía meses en mis brazos. Mi hermanita menor, mi princesa, mi orgullo. Sé perfectamente cómo es: caprichosa, mimada y obstinada como nadie, pero también inteligente, extremadamente astuta y con una sensibilidad que pocos conocen.
Tiene 22 años y, aunque por fuera parece una joven con el mundo a sus pies, una diva que sabe lo que quiere y lo obtiene, sé que por dentro es completamente diferente. Rachely nunca se ha enamorado. Jamás ha tenido un novio ni la experiencia de un amor correspondido o de un desengaño. Es, a pesar de su actitud de niña mimada, completamente inexperta en asuntos del corazón. Es su parte más inocente, y precisamente esa inocencia es la que siempre he querido proteger.
Por eso, ver cómo Daniel mira a mi hermanita me genera sentimientos encontrados. Cuando entré a la oficina y vi cómo la rodeaba con sus brazos, cómo jugaba con un mechón de su cabello mientras la observaba con una ternura que nunca antes le había visto a ese hombre, no pude evitar preguntarme: ¿Qué está pasando aquí?
No era normal. No podía serlo.
Daniel Montenegro no es un hombre fácil de leer. Es astuto, calculador, y aunque tiene su lado bromista y sarcástico, también sé que detrás de esa fachada hay alguien profundo y serio. Pero hoy, en la manera en que sus ojos seguían cada movimiento de Rachely, vi algo que no esperaba ver: celos. Y no cualquier tipo de celos, sino esos que nacen de un interés que va mucho más allá de una simple atracción.
Lo confirmé con Franco. La manera en que Daniel lo enfrentó, amenazándolo con romperle las piernas si volvía a acercarse a Rachely, no era la de un compañero de trabajo protegiendo a su colega. No, esa era la reacción de un hombre marcando territorio.
Mientras hablaba con Franco, podía sentir la tensión en el aire, la rabia apenas contenida de Daniel, y aunque intenté calmarlo, sabía que esto iba más allá de un simple malentendido. *Él está celoso*.
Al terminar con Franco y regresar a la oficina, vi algo que me dejó sin palabras. Daniel fue directamente hacia Rachely, ignorando a todos a su alrededor. Se acercó, la tomó por la cintura como si fuera lo más natural del mundo y comenzó a jugar con un mechón de su cabello mientras la miraba como si fuera lo más preciado que había visto en su vida.
Rachely, por su parte, actuó como la niña caprichosa que es, feliz de haberse librado de Franco. Pero su actitud no cambió el hecho de que Daniel la miraba con una devoción que nunca antes había visto en él.
Fue entonces cuando lo supe. Necesito hablar con Daniel Montenegro, y lo haré cuanto antes.
No puedo permitir que mi hermanita termine lastimada. Sé el valor que tiene Rachely, no solo como mi hermana, sino como la persona extraordinaria que es. Puede gastar miles de dólares en ropa y bolsas, pero también tiene una biblioteca impresionante llena de libros que devora con la misma pasión que pone en todo lo que hace. Es inteligente, capaz y una joven con un futuro brillante.
Sin embargo, es también una joven que jamás ha experimentado el amor. Y ese es un terreno que puede ser peligroso, sobre todo cuando alguien como Daniel está involucrado.
—Tenemos que hablar, Daniel —murmuré para mis adentros mientras observaba cómo mi hermanita se alejaba, aún sin ser consciente de lo que estaba pasando.
Porque si hay algo que tengo claro, es que Daniel Montenegro no está jugando. Y si lo está, entonces no sabe con quién se está metiendo. Rachely Villalobos puede ser caprichosa e insoportable, pero también es una mujer que no merece que jueguen con ella.
Esto no termina aquí.