EN OTRA VIDA

LUCIA SMITH

— Alguna vez has sentido como si quieres llorar pero no puedes— le pregunté a mi madre.

— Muchas veces.

— ¿Por qué el señor dijo que era mi padre? Creo que puedes contarme la verdad, ya no soy una niña. Nunca te pregunté por mi papá, asumí que si solo tenía un apellido era porque mi progenitor nunca me quiso, Pero él dijo que llevaba tiempo buscándonos.

— No quiero contarte.

— Es mi derecho saber sobre mi padre.

— No me juzgues. Las personas cometen errores y aprendemos de ellos.

— Me haces pensar que la mala fuiste tu. Eres injusta

Mi madre empezó a llorar. Al verla llorar yo también lloré. Tal vez le duele recordar. Tal vez ese señor fue malo con ella. Tal vez deba dejar de preguntar.

Me acosté, vinieron esos momentos con Dylan a mis pensamientos. Mi primer beso, mi primera vez, él siempre fue mi primer amor. Sabía que en algún momento esto terminaría mal. La señora América debe estar muy molesta con él.

Al día siguiente.

— Voy a salir a buscar un lugar donde quedarnos. No podemos estar pagando por un cuarto de hotel. No salgas.

— Está bien.

Mi madre salió. No esperé ni quince minutos cuando yo me alisté y fui a la casa de los Salvatore. No hay peor lucha que la que no se hace.

Toqué el timbre. Abrió una empleada.

— Lucía mejor vete.

—Quiero hablar con la señora América.

— No lo hagas. Ayer después de que se fueron de esta casa parecía el infierno.

— Dile que estoy aquí.

La empleada me miró con tristeza. Entró a la casa. Cinco minutos después la señora América abrió el portón y me tiró sal encima.

—No vuelvas a venir a esta casa o llamaré a la policía. Solo para que sepas que mi hijo se va a casar en un mes con Estela. Si vuelves a venir me voy a asegurar de arruinar la vida de tu madre y la tuya— no me dejó hablar y me tiró el portón en la cara.

¿Me tiró sal encima? ¿Por qué? Yo no soy mala. Decidí caminar para ver si mis pensamientos y sentimientos se tranquilizaban. Me sentí un poco mareada, me agaché, puse mi cabeza en mis rodillas. Cuando me repuse caminé hasta llegar al hotel.

Me di una ducha, lavé mi cabello que estaba todo lleno de sal. Sentí una pequeña molestia en mi parte baja del abdomen, era más bien como si me iba a bajar mi menstruación. Me acosté.

Mi madre llegó al medio día.

— Tú viajarás a Francia.

— ¿Qué? — me tomó por sorpresa.

— Sí. Toda la vida he ahorrado para tus estudios. Y la mejor opción es que estudies en Francia— me extendió un boleto de avión.

— Pero no quiero irme lejos. ¿Y por qué solo hay un boleto?

— Yo voy a trabajar en una casa como doméstica, solo que no me aceptan contigo, pensándolo bien, este año vas a la universidad y lo mejor es que estudies en el extranjero.

— No me quiero ir. Tengo algo pendiente que hacer aquí.

— Olvídate del joven Salvatore. Él se va a casar con Estela.

Ella ya lo sabía.

— Pero yo lo amo y yo sé que él me ama.

— Tu vuelo es hoy a las 5 de la tarde. Vamos a comprar algo de ropa y una maleta muy bonita.

— Pero yo no conozco, me voy a perder.

— Tienes que portarte viva, la vida debe continuar y tú debes estudiar y ser alguien en esta vida. Uno forja el camino que quiere caminar. Y en este país no podrás. Estudia, vive tu vida, enamórate de nuevo, pero ya olvida a Dylan, olvídate de todo.

Mi rostro estaba inundado de lágrimas.

— Siento que no me quieres aquí. Es por ese hombre que dice llamarse mi padre.

—No cometas los mismos errores que yo cometí. Nunca debes amar a alguien que no está a tu alcance.

— Está bien. Voy a obedecer.

— Vas a viajar a París. La mejor universidad de Francia es Paris Sciences et Lettres – PSL Research University Paris. Busca un cuarto para estudiantes.

— Y el dinero. ¿Con qué voy a pagar?

— Irás con un poco de dinero. Abres una cuenta en un banco y me envías el número de cuenta, ahí te voy a depositar el resto de mis ahorros. Pagas la matrícula y eso te va a durar un tiempo. Tienes que buscar un trabajo de medio tiempo.

— Está bien.

Hicimos unas compras y a las 5 de la tarde estaba sentada en un avión que iba a París, Francia.

Me siento como una cobarde, es como si estuviera huyendo. Tal vez sea lo mejor. Iba cargada de miedo, con el corazón roto.

Cinco horas duró el vuelo. Eran las 10: 30 de la noche. Estaba sentada con mi maleta en el aeropuerto.

Llamé a mi mamá. Le dije que ya estaba aquí y que no se preocupara.

No hablaba francés, no conocía la ciudad. Me quedé en el aeropuerto lo que quedaba de la noche.

En la mañana del día siguiente me paré fuera del aeropuerto. Descargué una aplicación y así fue como llegué a un hostal. Descansé un rato y mi vida como adulta empieza aquí.

Busqué cuartos para estudiantes en internet.

Lo primero que tenía que hacer era aprender el idioma, así que me inscribí en el curso de francés de la universidad.

Con los cabos atados, tenía cuarto y estaba anotada en un curso de francés, lo otra era buscar un trabajo y decidir que carrera universitaria estudiar.

Mi vientre empezó a doler horrible, mi menstruación siempre era sin dolor y de pocos días. Busqué una farmacia para comprar unas toallas sanitarias y unas pastillas para el dolor.

Lo último que quiero es enfermarme. Llegué a mi cuarto. Me fui a duchar.

Unos pensamientos vinieron y me llenaron de preocupación. "El mes pasado me bajó mi menstruación, hace dos meses tuviste sexo con Dylan, no te cuidaste" No, no, no. Imposible. El mes pasado me vino. He estado muy estresada.

Salí de la ducha, me puse una toalla sanitaria por si me bajaba en la noche y me tomé una pastilla. Me acosté un rato.