Fiera

Al día siguiente todos estaban reunidos en el funeral del difunto Mendoza, su esposa estaba destrozada, se desmayaba de llanto cada que alguien llegaba a dar el pésame, sus vecinos y conocidos la estaban apoyando mientras llegara su hijo, ya que no tenía ningún familiar cercano más que sus empleados.

Mientras que en la ciudad Luis José había alquilado una avioneta para llegar en una hora a la Finca de sus Padres, que pronto pasaría a ser suya por herencia, junto a él una somnolienta Samantha se quejaba de todo.

Samantha: Luís José, cariño, ¿por qué debemos ir tan temprano?

Luis José: Ya te dije mujer, mi padre murió y mamá está sola, es mi deber como único hijo ir a apoyar con todo (ella le hace un puchero una vez toma asiento a su lado)

Samantha: cielito, lo siento tanto, es que el embarazo me tiene mal, tengo mucho sueño y me pone de mal humor despertar tan temprano.

Luis José: si, ya sé, como te dije, no estás obligada a ir conmigo.

Samantha: ¿y dejarte solo? Jamás, quien sabe que mujeres coquetas hay en ese pueblo que quieran robarme a mi hombre.

Luis José: no digas tonterías, solo hay campesinas (suspira cansino)

Samantha: si, pero alguna de ellas te puede servir para pasar la noche, eso sí que no lo voy a permitir, además dijiste que me llevarás como tu prometida, aunque no tengo un anillo de compromiso.

Él se rasca su incipiente barba y mete su mano al bolsillo, luego toma la mano de la joven modelo y coloca algo en su dedo, ella alza su mano y se queda deslumbrada por lo que ve.

Samantha: Amor, que lindo, es de diamantes ¿verdad?

Luis José: obvio, es lo que se merece la futura señora Mendoza.

Samantha: Aw, cielito, me haces llorar (finge limpiar sus lágrimas) te amo mucho cariño.

Lo toma del cuello perdiéndose en sus labios con pasión, él la toma de la cintura colocándola ahorcajadas en su regazo, profundizando el beso y apretando sus senos con sus manos, gimiendo como dos animales en celo son interrumpidos por un carraspeo, al levantar la vista ven a un hombre guapo y fornido, Samantha al verlo detalladamente de pie a cabeza muerde su labio con deseo, en cambio, Luis José le pone mala cara.

Piloto: Es hora de despegar, yo seré su piloto, por favor manténgase en sus asientos.

Asintieron y quedaron absortos en sus propios pensamientos mientras la avioneta despegaba, Samantha pensando en la vida de lujo que vivirá con el hombre a su lado y Luis José pensando que volverá al lugar que pensaba dejar atrás sin importar nada, no quería volver, ya estaba acostumbrado a la vida de fiestas y desperdicio de dinero que llevaba una vez llegó a la ciudad.

Se graduó solo como deber e insistencia de sus Padres, sin embargo, siempre que podía se daba sus lujos, hacía cosas no tan legales para ganar un poco más de dinero de lo que le enviaba su padre, pero volver solo le traería muchas responsabilidades y dolores de cabeza.

Una hora después en el hangar del pueblo la avioneta donde llegaba Luis José con su prometida aterrizó, ya lo esperaba el Capataz de la Finca, Don Fulgencio, quien trabajaba con la familia Mendoza desde el día que se casaron, sabía todo sobre esa familia, hasta sus más oscuros secretos, también conocía las andanzas del joven Luis José y su enamoramiento hacia Teresita, pero él sabía que era solo un capricho, una vez que probará la inocencia de esa hermosa jovencita, la dejaría sin remordimiento.

Es como el dicho "tal palo tal astilla", el joven era la misma representación de su padre cuando era más joven, cuántas mujeres no pasaron por su cama mientras estuvo vivo, aun así no abandonó a su esposa y está ni enterada, él solía decirle que esas mujeres solo eran un quita estrés, en cambio, su querida Margaret era el amor de su vida.

Después de tener al joven Luis José, la señora Margaret tuvo varios abortos espontáneos, lo cual llevo a una fuerte infección y tuvieron que sacarle el útero, siendo así el único heredero de la pareja, a pesar de su delicado cuerpo, la señora se veía bastante fuerte y soportaba todas las enfermedades por su familia.

Luis José: Don Fulgencio.

Don Fulgencio: un gusto volver a verlo joven patrón.

Luis José: el gusto es mío, veo que me hiciste caso.

Don Fulgencio: si, joven, como ordenó, traje la camioneta todoterreno.

Luis José: si, la verdad me gustaría haber ido en caballo, pero mi mujer está embarazada y no quiero arriesgarla.

Don Fulgencio: ¡Oh, que sorpresa! Felicidades, joven.

Luis José: si, si, gracias, vamos que madre debe estar esperando (toma la mano de Samantha)

Don Fulgencio asiente y mira a la joven al lado de su patrón, se ve que es una de esas chicas ricas que solo están pendiente de su apariencia, estaba ataviada con un vestido, joyas costosas, cartera de marca y unos tacones que le hacían doler los ojos, suspira a sus adentros sabiendo que cuando llegue a la Finca se le va a ser difícil caminar con ese atuendo.