Al sorprender a una pareja en pleno acto, Kumala Rasya Putri(Kurap) se ve obligada a firmar un acuerdo absurdo con aquel hombre. Pandu Nugraha Andaksa(Panu) debe contener su ira cada vez que se enfrenta a Rasya, quien pone a prueba su paciencia una y otra vez.
Entonces, ¿terminarán atrapados en un matrimonio como en cualquier novela? ¿O habrá una sorpresa inesperada que logre que ambos se enamoren mutuamente?
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Capítulo 18
Una mujer de mediana edad con el cabello recogido en un moño se acercó a ellos. Su rostro resplandecía al ver a dos hombres guapos de piel blanca de pie junto a la camilla. Sus pasos se hicieron más amplios y quedó aún más fascinada al ver a Pandu y Arga de cerca.
"¡Mamá, no seas coqueta! Es una lástima que papá esté enfermo". Rasya intentó recordárselo, pero Marlina —la madre de Rasya— simplemente lo ignoró y volvió a admirar a los dos hombres guapos que empezaban a sentirse incómodos.
"Ay, Kum. Papá está muy enfermo, ay, ay", gimió Paijo, pero a Marlina no le importó y siguió mirando a Pandu y Arga, que comenzaban a sentirse incómodos.
"Recupérate pronto, papá. Para que puedas tener una esposa joven. Juleha, la viuda voluptuosa, aún no se ha vuelto a casar, papá". Rasya habló con naturalidad.
Al escuchar las palabras de su hija, Marlina se giró inmediatamente y miró fijamente a Rasya y Paijo con las manos en las caderas. Paijo golpeó el brazo de Rasya, pero la chica simplemente frunció los labios con los ojos parpadeando.
"¿Te quieres volver a casar, papá?", preguntó Marlina con un tono ligeramente elevado.
"Estoy enfermo, mamá. No te enfades así, ya sabes que a tu hija le gusta decir tonterías como si se tirara un pedo". Paijo intentó dar una explicación.
"¿Pedo de quién?"
"Pedo tuyo". Paijo se tapó la boca después de responder, mirando a Marlina que parecía cada vez más molesta.
"Mamá, no te enfades, las arrugas de tu cara se van a multiplicar. Estamos en el hospital, ¿por qué estáis discutiendo? Si vais a discutir, hacedlo en la cama, no aquí". Rasya intentó mediar en la discusión de sus padres.
"¡Tú, niña, cállate!", gritó Paijo.
"No me llames niña, tío. ¡Rasya! ¡Mi nombre es Rasya!", bromeó Rasya.
Pandu y Arga negaron con la cabeza al ver a esas tres personas que, en su opinión, eran un poco extrañas. Pandu pensó que el padre de Rasya estaba gravemente enfermo y que moriría pronto, por lo que había llevado a Rasya de vuelta a su pueblo. Quién sabe si la casarían antes de que su padre muriera, pero todo estaba muy lejos de sus predicciones. Ahora se estaba calmando al ver la arrogancia de esa familia.
"Kum, Parjan viene para acá, hace un rato—"
Antes de que Marlina terminara de hablar, un hombre no muy guapo de piel oscura entró en la habitación. Rasya agarró inmediatamente el brazo de Pandu con afecto. El hombre intentó apartar la mano de Rasya, pero la chica le pellizcó la cintura a Pandu, haciéndole soltar un gemido de dolor.
"Cállate, tío. Si haces ruido te voy a presentar a Zubaedah, la flor del pueblo de aquí, que es increíblemente coqueta", susurró Rasya poniéndose un poco de puntillas para llegar al oído de Pandu.
Pandu se quedó callado y dejó que la mano de Rasya rodeara su brazo. Mientras tanto, Parjan miraba a Pandu con desprecio, antes de saludar a los padres de Rasya alternativamente.
"Querida Rasya, ¿cómo estás?", preguntó Parjan con suavidad, aunque la mirada del hombre era penetrante hacia Pandu, que en ese momento sonreía con cinismo.
"¡No me llames querida!", respondió Rasya con brusquedad.
"¡Uf! ¿Por qué siempre eres tan arisca con este chico guapo?". Parjan resopló un poco con brusquedad. "¿Quién es este hombre feo?", preguntó señalando a Pandu con la barbilla. La mano de Pandu se cerró con fuerza al escuchar a Parjan llamarle hombre feo.
"¡Oe! ¡Mírate al espejo, Bang!", protestó Rasya sin aceptar. "Si a alguien así de guapo le llamas feo, ¡entonces puede que tus ojos necesiten una operación de cataratas!"
"Cariño, ¿por qué siempre eres así conmigo? Ya he preparado diez vacas para la dote según tu petición".
"Ya no quiero vacas", dijo Rasya con indiferencia.
"¿Y qué quieres, cariño? Lo cumpliré". Parjan habló con arrogancia.
"No hace falta. Mejor que estés con otra persona, me voy a casar con él en breve con una dote de un apartamento de lujo", dijo Rasya con seguridad. Los ojos de Pandu se abrieron al mirar a Rasya, que en ese momento mostraba su hilera de dientes blancos.
"¡No me lo creo!", replicó Parjan con voz alta.
"¡No grites! ¡Esto es un hospital, no la casa de tu padre!", reprendió Rasya. Parjan se calló al instante.
"Tú—"
"Sí, ¿verdad, tío? Te vas a casar conmigo en breve, recuerda, tío, que ya me has hecho cosas indebidas". Rasya fingió secarse las lágrimas.
"¡Buju bune! ¡No grites tan fuerte, papá. Dijiste que estabas enfermo, pero tu voz es como un megáfono!", protestó Rasya como si no hubiera hecho nada malo.
