En un tranquilo pueblo rodeado de montañas, Martín, un chico alto y reservado, siempre ha creído que su altura lo separa del mundo que lo rodea. Sofía, en cambio, pequeña pero llena de energía, ve el mundo desde una perspectiva completamente diferente. Un inesperado encuentro entre ellos hará que dos mundos opuestos se entrelacen de formas que ninguno imagina. Lo que comienza como un simple gesto de ayuda, pronto desatará emociones que pondrán a prueba sus propios límites. ¿Hasta dónde pueden llegar dos personas que ven la vida desde alturas tan distintas?
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Capítulo 5: La primera chispa.
El calor del verano había llegado al pequeño pueblo, trayendo consigo tardes largas y cálidas. Las tardes se alargaban, ofreciendo más tiempo para que Martín y Sofía compartieran juntos. Habían continuado con sus paseos y reuniones, y cada vez que se encontraban, la conexión entre ellos parecía crecer de manera sutil pero significativa.
Una tarde, decidieron visitar una feria local que se había instalado en el centro del pueblo. El aire estaba lleno del aroma de comidas caseras y el sonido alegre de música en vivo. Los dos paseaban por los puestos, disfrutando de las atracciones y probando diversos bocadillos.
— ¿Sabías que solía ganar en todos los juegos de feria cuando era pequeña? — dijo Sofía con una sonrisa traviesa, mientras miraba un puesto de tiro al blanco.
— ¿En serio? — preguntó Martín, levantando una ceja. — ¿Qué tipo de juegos?
— De todo tipo — respondió ella, riendo. — Desde el tiro al blanco hasta las carreras de sacos. Mi padre solía decir que tenía suerte de campeona.
Martín la miró con escepticismo.
— Bueno, si tienes suerte, deberías probar suerte en el tiro al blanco hoy.
Sofía aceptó el desafío, y mientras se acercaban al puesto, Martín se quedó observando con una mezcla de curiosidad y diversión. Sofía se preparó para lanzar las bolas, y después de un par de intentos fallidos, finalmente acertó en el blanco con precisión, ganando un pequeño peluche de premio.
— ¡Te lo dije! — exclamó Sofía, sosteniendo el peluche con una sonrisa triunfante. — ¡Soy la reina de la feria!
Martín se rió y la felicitó.
— Impresionante. Tendré que pedirte consejos para el próximo juego de feria al que vaya.
Continuaron explorando la feria, y mientras se movían de un puesto a otro, Martín empezó a notar algo en la forma en que Sofía lo miraba. Había una chispa en sus ojos, una mirada de admiración y cariño que no podía ignorar. Aunque Martín intentó no pensar demasiado en ello, el sentimiento de Sofía se hizo más evidente con cada gesto y sonrisa.
La noche llegó con la feria iluminada por luces brillantes, creando un ambiente mágico. Decidieron tomarse un descanso en una de las áreas de descanso, donde se sentaron en un banco cercano al escenario principal. La música en vivo llenaba el aire, y la gente bailaba y reía alrededor de ellos.
— ¿Te gusta la música en vivo? — preguntó Sofía, mirándolo de reojo mientras observaban el espectáculo.
— Sí, me gusta. Aunque no suelo ir a muchos eventos como este — respondió Martín, acomodándose en el banco.
Sofía lo miró con curiosidad.
— ¿Por qué no? ¿No te divierte?
— Me gusta la tranquilidad — explicó Martín. — Prefiero estar en mi taller o en lugares tranquilos. Aunque, debo admitir, hoy ha sido divertido.
Sofía se inclinó hacia él, sonriendo.
— Me alegra escuchar eso. Me he dado cuenta de que disfrutas mucho más de lo que dejas ver.
Martín la miró, sintiendo una calidez en su pecho. La forma en que Sofía lo entendía y el hecho de que se diera cuenta de sus sentimientos internos lo tocó más de lo que esperaba.
— Tal vez — admitió él. — Es que, a veces, no estoy seguro de cómo actuar en situaciones como esta. Pero contigo, me siento más relajado.
Sofía sonrió ampliamente, y en ese momento, la música y el bullicio de la feria parecieron desvanecerse, dejándolos a ambos en una especie de burbuja tranquila.
— ¿Sabes qué? — dijo Sofía con un tono juguetón. — Deberíamos hacer algo loco para celebrar este momento. Como, por ejemplo, lanzarnos a la pista de baile y demostrar nuestros mejores pasos.
Martín la miró sorprendido, pero no pudo evitar reír.
— ¿Lanzarnos a la pista de baile? No estoy seguro de estar listo para eso.
— Vamos, no seas tímido — insistió Sofía, arrastrándolo suavemente hacia la pista. — Será divertido.
Martín, aunque reticente al principio, accedió finalmente y, para su sorpresa, se dejó llevar por la emoción del momento. Sofía lo condujo hacia el centro de la pista, donde comenzaron a moverse al ritmo de la música. Aunque Martín no era un gran bailarín, la risa y la alegría de Sofía lo contagiaron, y pronto se unió a ella en un torpe pero divertido baile.
Mientras bailaban, Martín comenzó a sentirse más libre y menos preocupado por lo que pensaran los demás. La forma en que Sofía se movía con confianza y se reía de sus movimientos torpes le hacía sentir que era parte de algo especial.
Después de un rato, se detuvieron, jadeantes y riendo. Sofía se inclinó hacia Martín, sonriendo con una expresión de satisfacción.
— ¡Eso fue increíble! — exclamó ella. — Nunca pensé que podría disfrutar tanto de un baile improvisado.
— Sí, fue inesperadamente divertido — admitió Martín, recuperando el aliento. — Gracias por arrastrarme a esto.
Sofía lo miró con una chispa en los ojos.
— De nada. Me alegra que hayas disfrutado.
A medida que la noche avanzaba, Martín y Sofía se dieron cuenta de que el ambiente de la feria les había permitido ver algo nuevo en su relación. Había una chispa entre ellos, una conexión que parecía ir más allá de la simple amistad. Martín comenzó a notar que sus sentimientos por Sofía se estaban intensificando, y aunque no estaba seguro de cómo manejarlo, sentía que había algo más creciendo entre ellos.
Cuando se despidieron esa noche, mientras caminaban de regreso a sus casas, el cielo estrellado parecía reflejar la calidez de sus sentimientos.
— Me lo pasé muy bien hoy — dijo Sofía, mirando a Martín con una sonrisa sincera.
— Yo también — respondió él. — Ha sido un día que no olvidaré pronto.
Ambos se despidieron con un abrazo amistoso, pero para Martín, el abrazo parecía tener un significado más profundo. La primera chispa de algo más estaba encendida, y aunque no sabía cómo se desarrollaría, sabía que su relación con Sofía había cambiado de manera significativa.
Mientras Martín caminaba hacia su casa, su mente estaba llena de pensamientos sobre Sofía. La manera en que se reía, cómo había mostrado su lado juguetón, y la conexión que sentía con ella lo hacían reflexionar sobre lo que realmente quería. La feria había sido el escenario perfecto para que ambos empezaran a darse cuenta de que sus sentimientos estaban evolucionando, y el futuro parecía lleno de posibilidades emocionantes.