En la bulliciosa ciudad decorada con luces festivas y el aroma de la temporada navideña, Jasón Carter, un exitoso empresario de publicidad, lucha por equilibrar su trabajo y la crianza de su hija pequeña, Emma, tras la reciente muerte de su esposa. Cuando Abby, una joven huérfana que trabaja como limpiadora en el edificio donde se encuentra la empresa, entra en sus vidas, su presencia transforma todo, dándoles a padre e hija una nueva perspectiva en medio de las vísperas navideñas.
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Sin mentiras
Luego de la salida al parque, Abby regresó a su casa. Al entrar suspiró profundamente mientras recordaba la tarde que había pasado en compañía de Jasón y Emma. A su mente llegaron las miradas de Jasón, sus sonrisas, la manera en que le hablaba y recordó que él le había dicho en varias ocasiones que la vida de Emma y la suya habían cambiado mucho.
Por un momento, Abby, pensó que era un hombre tan dulce, cariñoso con su hija, amable, y muy guapo. Y no era para menos si Jasón podría ser el sueño de cualquier mujer, alto, de buen físico, y destacaba donde fuera por su cabello pelirrojo y ni hablar de sus ojos claros y cristalinos.
—¡Aaahhhh! — suspiró la joven al recordar lo guapo que era— Ya quisiera yo que un hombre así se interesara en mí por el resto de mi vida— dijo en voz alta— Pero, aunque así fuera no creo que al saber todo de mí él quisiera hacerlo.
Luego de unos minutos en silencio y con los ojos cerrados recordando él rostro de Jasón la muchacha se puso de pie y se metió a la ducha, la noche ya había caído y después de cenar se fue a la cama.
Al día siguiente apenas llegó al edificio, el encargado del área de limpieza la llamó a su oficina y le dijo que el jefe quería verla.
Mientras caminaba hacia la oficina de Jasón, Abby imaginó miles de motivos por los cuales él había pedido que fuera, y deseaba en su corazón que ninguno de ellos tuviera que ver con dejar de estar en la vida de la pequeña Emma.
Abby tocó la puerta...
— Adelante— dijo Jasón desde el otro lado, ella entró.
— Buenos días, Jasón— saludó ella.
—Toma asiento por favor— le pidió él, ella obedeció tratando de que no se notara su nerviosismo.
El aire en la oficina de Jasón estaba cargado de una tensión que Abby no sabía si era real o fruto de su propia imaginación. Habían pasado la tarde anterior juntos en el parque, disfrutando de momentos que parecían sacados de un sueño, pero ahora, al estar a solas con Jasón, sentía una mezcla de anticipación y nerviosismo.
Jasón caminó hasta la puerta y la cerró con seguro, bajó las cortinas de las ventanas que daban hacia los pasillos, dejando afuera el bullicio de la oficina y creando un espacio íntimo donde sólo existían ellos dos. Abby miró alrededor, tratando de encontrar algo en lo que concentrarse que no fuera la intensidad de su mirada. Pero Jasón no le dio esa opción; se acercó a ella con una expresión decidida pero también llena de vulnerabilidad.
—Abby, no sé cuantas veces ya te he dicho que...—comenzó, su voz grave y cargada de emociones—. Desde que llegaste a mi vida, algo dentro de mí ha cambiado. Pensé que había perdido la capacidad de sentir así, pero tú… tú me has demostrado que hay espacio para algo más.
Ella sintió que el aire le faltaba. Las palabras de Jasón golpeaban su corazón con una fuerza inesperada, desarmando las barreras que había construido durante años.
—Jasón… yo… —intentó responder, pero él levantó una mano, pidiéndole que le permitiera terminar.
—Quiero que sepas que esto no es algo que tome a la ligera. Eres importante para Emma, pero también lo eres para mí. Abby, quiero que seas mi novia. Quiero que construyamos algo juntos, algo real.
Las palabras quedaron suspendidas en el aire, llenando el silencio con una promesa que Abby nunca había imaginado escuchar. Una parte de ella quería lanzarse a sus brazos y aceptar sin reservas, pero otra, más cautelosa, la obligó a detenerse. No podía avanzar sin ser honesta con él.
—Jasón, lo que me estás diciendo significa mucho para mí. Y no voy a mentirte: también siento algo muy fuerte por ti. Pero antes de dar este paso, hay cosas que necesitas saber sobre mí.
El rostro de Jasón se endureció ligeramente, pero no con rechazo, sino con una determinación serena. Asintió y tomó una silla, invitándola a sentarse frente a él.
—Dime lo que tengas que decir, Abby. Nada cambiará lo que siento por ti, pero quiero conocerte completamente.
Abby se sentó, jugueteando con las manos mientras reunía el valor para hablar. Nunca había compartido esta parte de su vida con nadie, pero sabía que Jasón merecía la verdad.
—Antes de llegar aquí, mi vida no fue fácil. Crecí en un orfanato y, cuando cumplí la mayoría de edad, me vi obligada a buscar trabajo en cualquier lugar que pudiera encontrar. Durante ese tiempo, conocí a alguien que… —respiró profundamente, sintiendo cómo el dolor del pasado regresaba brevemente—. Pensé que era alguien que me protegería, pero terminó siendo todo lo contrario. Era controlador, manipulador, y… peligroso.
Jasón frunció el ceño, pero permaneció en silencio, permitiéndole continuar.
—Logré escapar de él, pero no sin consecuencias. Todavía me persiguen algunos recuerdos y… él también. A veces pienso que podría volver a aparecer. Por eso he mantenido mi vida lo más sencilla y discreta posible.
Hubo un momento de silencio pesado. Abby se preparó para lo peor, pero cuando finalmente alzó la vista, se encontró con la mirada de Jasón, que no era de juicio, sino de comprensión y protección.
—Gracias por confiarme esto, Abby. Lo que pasaste no define quién eres hoy. Eres fuerte, valiente, y no voy a permitir que nada ni nadie te haga daño de nuevo.
Abby sintió que las lágrimas se acumulaban en sus ojos. No esperaba una reacción tan llena de apoyo, y eso sólo confirmó lo especial que era Jasón.
—¿Entonces? ¿Sigues queriendo que sea tu novia, incluso con todo lo que acabo de decir? —preguntó, su voz temblando ligeramente.
Jasón se acercó, inclinándose hacia ella y tomando sus manos entre las suyas.
—Más que nunca, Abby. Quiero que empecemos de nuevo, juntos. Y si ese hombre vuelve a aparecer, lo enfrentaremos juntos. Ya no estás sola.
Abby asintió, finalmente permitiéndose sonreír a través de las lágrimas. La decisión estaba tomada, y aunque sabía que el camino podría no ser fácil, con Jasón a su lado sentía que todo era posible.
Mientras se levantaba y Jasón la abrazaba con una ternura que la hacía sentir segura, ninguno de los dos notó la figura que observaba desde el pasillo, una sombra del pasado que pronto haría su presencia conocida, amenazando con desestabilizar todo lo que habían comenzado a construir.