Engañado

Kallias se encontraba mirando su reflejo en el espejo muy nervioso a decir verdad para bajar… ¿Qué pasa si no entiende?, ¿Me abandonará y se irá con él?, ¿De verdad sería capaz de dejarme?… Eran algunas preguntas que rondaban por su mente, decir que tenía miedo era quedarse corto, justo en ese momento estaba siendo preso de un ataque de ansiedad rascando fuertemente su brazo hasta sentir que se hacía daño.

Frunció el ceño al caer en cuenta de lo que hacía e inmediatamente se detuvo, creyó que había dejado eso atrás, en la secundaria cuando las situaciones lo superaban hasta asfixiarlo, pero no podía simplemente ceder ante la ansiedad, tenía que enfrentar su realidad como el hombre Omega que era.

Con una regenerada confianza salió de la habitación bajando por las escaleras hasta llegar a la planta baja donde estaba su hijo hablando amenamente con su abuela, una sonrisa surcó su rostro al ver lo feliz que estaba su tesoro, deseaba de verdad el no arruinar esa felicidad.

— Hijo — le llamó, la mirada de Jimmy se encontró con la de él y es entonces que el menor sonrió con mayor amplitud.

— Hola papi — Jimmy se levantó de donde estaba anteriormente para luego llegar hasta su padre y abrazarlo fuertemente enterrando su cara entre el hueco de su cuello, oliendo su relajante aroma a limón y vainilla. Sonrió, como su personalidad.

— Amor hay algo que necesito decirte — Kallias se apartó suavemente del abrazo para poder ver la cara de su hijo y luego plantarle un beso en la frente.

— Sí, claro, mami — dijo Jimmy suspirando con los labios de Kallias en su frente.

Aquí no, vamos a la casa del árbol - dijo, agarrando el brazo de su hijo y empujándolo suavemente hacia afuera de la casa.

Ambos subieron las escaleras, primero Jimmy y luego Kallias quien tomó asiento de inmediato, seguido por su hijo.

— Amor hay un tema muy complicado de tratar – Hizo una pausa – Está pasando algo con tu papá y… —

— ¿Te engañó, no es así? — interrumpió Jimmy dejando muy sorprendido a Kallias.

Suspiró.

— Así es — dicho esto se sumieron en un pesado silencio en el que solo se escuchaba el cantar de las aves, por un lado, Kallias no era capaz de ver a Jimmy a la cara y cruzarse con su mirada incriminatoria y por el otro Jimmy buscando una explicación del porqué su padre les estaba haciendo eso.

— Papi… — Habló Jimmy llamando la atención de Kallias quien soltó un "Mmm" — ¿Qué va a pasar ahora?, ¿dónde nos quedaremos? — La pregunta sorprendió nuevamente a Kallias quien dirigió sus orbes llorosos al rostro serio, pero comprensivo de su hijo, ese nos le alegró en sobremanera, pero se recordó que tenía que controlarse.

— Nos quedaremos en la casa de los abuelos mientras compro otra - Respondió Kallias con una sincera sonrisa.

Jimmy frunció el ceño confundido.

— ¿Y por qué no nos quedamos en nuestra casa? – Cuestionando a lo último.

Kallias soltó un pesado suspiro.

— Porque esa casa no es mía legalmente y no puedo echar a tu padre – contestó en un suspiro el omega con una mueca en los labios.

El ceño de Jimmy se frunció más de lo posible.

— Pero… ¿Tú no eres su mate? —

— Sí — Suspiró — Pero lo único que tengo a mi nombre es la mitad de la empresa y eso porque tu abuelo paterno me la dio en mi cumpleaños — Sonrió al recordar la vez en que su suegro le llamó a su oficina ese día, ver el papel sobre su escritorio lo confundió, pero saber que decía en él lo sorprendió, es mejor prevenir que lamentar, había dicho y ahora sabía a lo que se refería.

— ¿Y qué pasará con mi papá? —

El Omega le miró en silencio, no sabía que responderle y sabía cuan contradictorio podría sonar lo que le diría.

— Amor, tú sabes lo que se hace en estos casos —

— Sí, pero… ¿No hay otra manera? — Respondió el Alfa, lo que su padre proponía era imposible, pero mejor le seguía el juego para no dañar más al mayor.

Quiero decir que sí, pero no la hay, tú sabes como soy yo, así como sabes que odio las infidelidades y eso tu padre lo sabía — Kallias sonrió tristemente observando a dos ardillas frente a él que correteaban felices.

— Entiendo —

...

Jerry se sentía morir, no hacía tanto tiempo desde que Kallias le vio haciendo… Eso, con Lucía, y aun así, sentía como si hubieran pasado semanas, la espera le estaba matando, tenía, no, necesitaba ver a Kallias, explicarle, suplicarle si era necesario su perdón.

La cagó, lo tenía que admitir, si tan solo no lo hubiera hecho desde el principio, nada de esto estaría pasando, no debió hacerlo, pero no pudo evitarlo, cayó en la tentación, así fue cayendo otras veces hasta terminar en lo que es ahora, quisiera poder viajar en el tiempo unos años atrás y detenerse antes de cometer el error que marcaría sus vidas, pero no podía, y ahora la vida le estaba pasando factura por sus errores.

Él lo sabía, oh, claro que lo sabía, como olvidarlo, si se lo dijo en el altar, seré tu esposo, te amaré y cuidaré, a cambio pido tu entrega absoluta y fidelidad; esas fueron las palabras del omega, y ahí estaban, no prestó atención y eso fue lo que ganó a cambio.

Incapaz de detener sus pensamientos abandonó su habitación saliendo hasta la cocina, en cuanto llegó un sentimiento se apoderó de su cuerpo, añoranza, cuanto quisiera poder haberlo evitado, si lo hubiera hecho, estaría allí, disfrutando de un agradable almuerzo junto con su esposo e hijo, felices los tres unidos como una familia.

Una sonrisa triste surcó su rostro mientras las lágrimas caían por sus mejillas, de pronto un mareo lo poseyó, y su miedo creció un poco más, se debilita, el lazo que los mantenía unidos se estaba rompiendo y aunque le dolía admitirlo, no podía hacer nada para evitarlo, pero prefería intentar a estar revolcándose en su miseria.

Suspirando y lleno de determinación, abandonó su casa para montarse en el auto y conducir por las no tan transitadas calles de la manada hasta una floristería.

Aparcó el auto a un lado de la calle para luego ingresar al colorido local.

Estando dentro, el olor de las flores y la paz lo golpearon con fuerza, dejándole con una sensación de sueño y entumecimiento en el cuerpo, pero no duró mucho.

— Buenas tardes, señor — La beta de unos 20 años le saludó desde atrás de la caja.

Buenos días - Saludó él e hizo el intento de sonreír, pero estaba más que seguro que lo que obtuvo solo fue una rara mueca — Me gustaría llevar un ramo de flores —

— Claro, ¿Qué tipo de flores quiere? — Preguntó ella amablemente mientras salía de su lugar tras el estante.

— Unas para pedir perdón… —

...

Kallias era incapaz de detenerse y se abalanzó sobre su hijo en un asfixiante abrazo.

— Gracias mi vida — Dijo dejándole un beso en la frente.

— De nada mami, siempre te elegiría a ti sobre todas las cosas — Jimmy sonrió devolviéndole el abrazo a su padre

–- Vayamos dentro —

…

— ¡Derek! – Al escuchar su nombre saltó sobresaltado sobre asiento. Miró a todos lados y se encontró con muchas miradas en su persona.

— ¿Qué te pasa, hijo? — Su padre le preguntó a su izquierda mirándole con preocupación.

Nada papá — Mintió.

— Algo te ha de pasar — Dijo su madre mirándole de igual manera.

— Céntrate, que esto es importante — Antoni su beta le ordenó mirándole con exasperación.

— ¿Relevante para qué? - Preguntó él de igual manera fastidiado por estar tratando otra vez el mismo tema.

— Derek — Gruñó el otro.

— Ok, ok ¿Qué quieres que te diga? — Preguntó nuevamente con desinterés.

— DIME ALGO JODER — Gritó Antoni perdiendo por completo la paciencia.

— Ya te dije, no estoy de acuerdo contigo — Derek reprimió el impulso de levantarse y serrarle la boca a puños a su beta.

— Piensa por Dios, usa el puto cerebro por una vez en tu vida —

El ceño de Derek se frunció.

— Porque uso mi cerebro es la razón por la que te digo que no estoy de acuerdo contigo — Respondiendo.

— Si lo hacemos, le traerá beneficios a la manada — Refutó Antoni recio a abandonar su postura.

— Ok ya, si tanto quieres hacerlo, entonces sometámoslo a votación — Derek, muy a su pesar, cedió ante su beta, era su mejor amigo, pero también una persona sumamente exasperante.

— Me parece bien — Antoni sonrió sintiéndose victorioso.

— Ajá — Respondió simple.

— Alzan la mano lo que están a mi favor — Habló Antoni.

Seis de diez personas en la sala lo hicieron.

— Alcen la mano los que están en contra — Fue el turno de Derek de hablar.

Los otros restantes alzaron igualmente la mano.

— Seis a cuatro, ganamos – Antoni sonrió - Vamos a arrasar con esa manada… —

...

Jerry abandonó la floristería a paso veloz, se subió su vehículo y arrancó por la carretera.

Los nervios lo invadían, le sudaban las manos y su corazón latía con demasiada prisa, tenía que calmarse si no quería que Kallias se diera cuenta de su estado, aunque, ¿haría alguna diferencia si Kallias veía lo patético que es?, No lo creía, Kallias se caracterizaba por ser un Omega a quien no le importa casi nada y después de este incidente no creía que él podía ser la excepción, aunque, pensando lo bien, todavía no sabía qué le diría cuando le pregunte, ¿desde cuándo?, ¿lo preguntará de verdad?, si en ese momento estaban así no podía imaginar cuando el menor se enterara de que no era la primera vez que le era infiel, ¿valdrá la pena ser honesto?, corría el riesgo de que lo dejase y el lazo se rompiera por la falta de contacto, si ese fuera el caso estaba seguro no lo podría soportar, ¿romper el lazo que los mantenía unidos?, la sola idea de hacerlo le causaba escalofríos que se extendían por todo su cuerpo, nop, lo mejor era guardar silencio... Para siempre.

El sonido de una bocina sonada con perseverancia lo sacó de sus pensamientos, y no le dio tiempo de reaccionar muy bien a la hora de ver el gran camión tan cerca de él, giró el volante haciendo que el auto se fuera hacia la izquierda y, oh, para esa dirección lo único que había era una gran colina.

El auto rodó y rodó colina abajo, estallándose contra piedras de diferentes tamaños, hasta dar con una tan grande que lo detuvo justo a tiempo antes de que el auto cayera por un acantilado rumbo a la perdición.

Jerry en el interior del auto apenas y se mantenía despierto y, lo único que vio antes de cerrar los ojos fue una extraña luz.