Daniel es un alfa que siempre ha tenido éxito en todo lo que ha emprendido, siendo la esperanza de recuperar el estatus de una familia que ha caído en desgracia.
Oliver es un omega proveniente de una poderosa familia, un chico que ha sido educado para formar parte de la élite, no hay espacios para las dudas ni mediocridad.
¿Se puede forzar al destino?
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Capítulo 15
Ha pasado una semana y no sé nada sobre Oliver, estoy volviéndome loco y esta sensación de angustia es cada vez más difícil de lidiar.
Pasé todo el fin de semana escribiendo mensajes y llamando al número de Oliver, no hubo caso en ningún momento entro la llamada y los mensajes no salían leídos.
Rebane mis sesos pensando en si lo que hicimos estuvo mal y lo terminé por espantar. Me sentí sucio, culpable y herido.
Su silencio calaba tan hondo que respirar dolía, mi Tía preocupada quería que fuéramos al médico, no tengo la suficiente confianza para decirle qué está pasando.
Nunca estaría de acuerdo con que tenga una pareja siendo tan joven, ella sigue animándome a estudiar y mantener toda mi atención en eso, ¿cómo le explicaría que no puedo concentrarme en la universidad porque solo puedo pensar en Oliver?, va en contra de todo lo que me ha enseñado.
Estoy solo en esto, no sé que es peor si no saber nada de él o el saber que deliberadamente no quiera saber nada de mi.
El Lunes lo busqué por todas partes en la universidad, aceche a sus amigos esperando verlo aparecer. Quisiera al menos verlo y saber que esta bien, luego pensaría como acercarme y hablar pues necesito saber qué mierda está pasando.
No puedo evitar ir llenándome de enojo e ira, pero por más que espero no pasa nada. Sigo intentando llamar y ninguna llamada entra.
Así pasan los días hasta llegar el Viernes, cuando no soporto la idea de pasar un fin de semana imaginando los peores escenarios, me armo de valor y acerco a sus amigos.
Les pregunto por Oliver, ellos me quedan mirando como si no entendieran nada. Reacciono molesto, les digo que soy el novio de él, ya no tengo miedo de perder nada pues siento que lo he perdido todo.
Les digo que llevo una semana sin saber nada de él, que al menos quiero saber si esta bien. Que me llame para decirme que algo o al menos para botarme.
Escupo esas palabras con amargura, pero la verdad es que si me llamara me haría pedazos llorando pidiéndole perdón.
La única respuesta que consigo es que retrocedan y empiecen a caminar sin mirar atrás. Entonces caigo en cuenta de que no sé nada más de él, me mantuvo tan oculto que todos que si no fuera porque sé que estuvimos juntos, pensaría que solo lo he imaginado.
No sé dónde vive, solo sé su nombre y apellido y es cuando recuerdo la vez que le hice el alcance que si era familiar de una de las familias más importantes del país, se rio de buena gana y me dijo que ojalá fuera así, es un alumno becado igual que yo.
El pensar que ambos teníamos una situación similar, que teníamos los mismos intereses y perseguimos las mismas metas era algo reconfortante.
Nos imaginaba terminando la universidad, comprometiéndonos, haciendo una vida juntos y podía verlo en casa cuidando de nuestros cachorros. Por él habría dejado mi camino de venganza, con él todo sería redención.
Mierda, esto me está matando. Estoy solo sentado en una banca en la misma plaza donde solíamos quedar después de clases, las lágrimas caen amargas por mis mejillas, lo extraño tanto...
De repente una figura femenina llega a interrumpir mi soledad, es Camila la amiga de Oliver.
Realmente eres patético ¿sabes?, no sabía que el tipo de Oli serian los alfas llorones. Dispara imprudente.
¿Tienes algo más que decir?, no tengo ganas de discutir con omegas estúpidas y banales. Escupo con amargura.
Tsk, ¿crees que tengo ganas de hablar contigo? Eres simplemente el juguete que tenía Oli para matar el tiempo. ¿Por qué piensas que nunca fue capaz de hablar de ti? Me pregunto taladrándome con sus ojos.
¡Mientes! ¡Él no haría eso jamás, nos amamos!, no hables de lo que no tienes idea. No sé qué pasó, pero no voy a admitir que todo lo que hemos vivido no sea real. Trato de controlarme para no golpearla, sus palabras se clavan y arden como fuego en mi corazón.
Iluso, él no volverá jamás. Arrastra las palabras, siento en sí voz cierta satisfacción que me irrita.
Se da media vuelta y empieza a caminar, en mi pecho arde una hoguera que amenaza con quemarme por completo.
Quisiera aplastar a esa perra y hacer que se trague cada una de sus palabras, quiero quemar toda la ciudad hasta encontrar donde se esconde Oliver. Quiero aferrarme a él aunque eso signifique quemarme.