Un hombre que es muy poderoso y dueño de todo un imperio tendrá que lidiar con una mujer que al principio le parecía la espía o enemiga sin saber que pronto se enamoraría de ella.
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Capítulo 5: Entre el Amor y la Venganza
La mansión Calderón se encontraba en un estado de tensa calma. Los recientes eventos habían aumentado la vigilancia y la paranoia dentro de sus muros. Alejandro había intensificado las medidas de seguridad, y todos los movimientos de Isabella eran seguidos de cerca por los guardias y por Mateo, quien no confiaba en ella ni un ápice.
Isabella, sin embargo, se mantenía firme en su propósito. Sabía que cada día que pasaba se acercaba más a descubrir la verdad detrás de la muerte de su familia y a ejecutar su venganza. Pero algo inesperado comenzó a crecer en su corazón: una confusa atracción hacia Alejandro.
Esa noche, mientras Isabella se preparaba para acostarse, recibió un mensaje de Alejandro pidiéndole que se reuniera con él en su despacho. Sabiendo que no podía negarse, se dirigió rápidamente a la habitación, donde lo encontró sentado detrás de su escritorio, revisando documentos.
"Isabella," la saludó Alejandro, levantando la vista cuando ella entró. "Siéntate, por favor."
Ella se sentó, tratando de mantener una expresión neutral. "¿En qué puedo ayudarle?"
Alejandro cerró el expediente que estaba revisando y se recostó en su silla. "Quería hablar contigo sobre algo personal. Algo que no tiene que ver con negocios ni con nuestra organización."
Isabella lo miró, intrigada. "¿De qué se trata?"
Alejandro suspiró, como si lo que estaba a punto de decirle le pesara en el alma. "He estado pensando mucho en ti, Isabella. Desde que llegaste, algo en mí ha cambiado. Y no puedo evitar sentir que hay algo entre nosotros que va más allá de nuestra alianza profesional."
Isabella sintió un nudo en la garganta. Sabía que cualquier reacción equivocada podría poner en peligro todo su plan. "Señor Calderón... Alejandro," comenzó, eligiendo cuidadosamente sus palabras. "Estoy aquí para cumplir con mi deber y encontrar justicia para mi familia. Pero no puedo negar que también he sentido algo... diferente desde que llegué aquí."
Alejandro la miró intensamente, sus ojos grises brillando con una mezcla de deseo y duda. "Quiero que sepas que no es fácil para mí confiar en alguien, especialmente en estos tiempos. Pero contigo, siento algo que no he sentido en mucho tiempo."
Isabella sabía que debía ser cautelosa. No podía permitir que sus sentimientos nublaran su juicio, pero también comprendía que ganarse la confianza de Alejandro podría ser clave para su misión. "Alejandro, aprecio tu honestidad. Yo también siento una conexión contigo, pero necesito tiempo para entender qué es exactamente lo que siento."
Alejandro asintió, aceptando su respuesta. "Lo entiendo. Solo quiero que sepas que, pase lo que pase, tienes mi apoyo. Y que estoy dispuesto a protegerte, sin importar el costo."
Isabella se levantó lentamente, sabiendo que debía retirarse antes de que sus emociones la traicionaran. "Gracias, Alejandro. Eso significa mucho para mí."
Mientras regresaba a su habitación, sus pensamientos estaban enredados en una maraña de emociones contradictorias. Por un lado, su deseo de venganza seguía siendo fuerte, pero por otro, comenzaba a cuestionar si podía llevar a cabo su plan sin ser consumida por sus propios sentimientos.
A la mañana siguiente, la mansión estaba más activa que nunca. Alejandro había convocado una reunión urgente con todos los líderes de la organización. Isabella sabía que esta sería una oportunidad crucial para observar y analizar a cada uno de ellos.
La reunión se llevó a cabo en la sala principal, un lugar amplio y decorado con elegancia. Los líderes comenzaron a llegar, sus rostros serios y sus movimientos calculados. Alejandro se encontraba en el centro de la sala, irradiando autoridad y poder.
"Gracias a todos por venir en tan poco tiempo," comenzó Alejandro. "He recibido información de que hay una amenaza inminente contra nuestra organización. Necesitamos reforzar nuestras defensas y asegurarnos de que todos nuestros movimientos sean precisos y seguros."
Mientras Alejandro hablaba, Isabella observaba a cada uno de los presentes, buscando cualquier signo de traición o deslealtad. Sus ojos se detuvieron en un hombre corpulento con una cicatriz en la mejilla. Su expresión era dura, pero había algo en su mirada que la hizo sospechar.
Después de la reunión, Isabella se acercó a Mateo, quien estaba discutiendo con uno de los guardias. "Mateo, necesito hablar contigo," dijo en voz baja.
Mateo la miró con recelo. "¿Qué quieres?"
"El hombre con la cicatriz en la mejilla. Hay algo en él que no me gusta. Creo que deberíamos investigarlo más a fondo," sugirió Isabella.
Mateo la miró con desconfianza, pero asintió. "Está bien. Le haré un seguimiento. Pero recuerda, Isabella, estoy vigilándote de cerca."
Esa noche, Isabella no podía dejar de pensar en Alejandro y en la creciente atracción que sentía hacia él. Sabía que estaba jugando un juego peligroso, pero también sabía que no podía detenerse ahora.
Mientras las sombras de la noche cubrían la mansión Calderón, Isabella se dio cuenta de que estaba atrapada entre el amor y la venganza. Y que en este mundo de traiciones y mentiras, solo los más astutos y fuertes sobrevivirían. Pero estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío, porque sabía que su misión aún no había terminado.