Anyel y Elisa, Dos jóvenes con una amistad de muchos años. Con sueños muy diferentes, metas que anhelan cumplir, promesas que no cumplieron y que pondrían a prueba su amistad y también el amor que recién empiezan a tener entre si.
Ambos estarán en un dilema por conservar su bonita amistad, batallando en contra de un inevitable Amor.
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Capitulo 4
—¡Anyel!— exclamó Ysyuri entrando a casa.
Los gritos de la mujer alertaron a ambos chicos, sus corazones empezaron a latir descontrolados. Por su cabeza solo pasaba la idea de que ya sabían sobre su secreto, sus besos apasionado, Elisa más nerviosa que Anyel. No tendría palabras para explicar nada. Ambos salieron a la sala y para sorpresa de Elisa también estaba Paola, su querida madre, eso la alertó más y sus nervios incrementaron.
—¡Hijo!— susurró Ysyuri, con lágrimas en sus ojos.
—¿Qué pasa mamá?— indagó el joven algo preocupado.
—Paola me llamo que fuera al colegio donde trabaja para que le hiciera un favor, solo para decirme que soy la nuevamente maestra de niños— hablaba la mujer con tanta emoción, agradecimiento y muchas más emociones.
—Tuve que ir por ella, no paraba de llorar— hablo la abuela, quien no perdió tiempo en observar a su nieto, al verlo como soltaron el aire que tenían retenido, Elisa se acercó a su madre. Ambas viendo cómo madre e hijo se abrazaban.
—Te lo iba a decir más tarde, pero que bueno que ya lo sabes— confesó Anyel, tratando de ocultar sus emociones.
—Felicidades, amiga, uno de tus sueños se cumple, te dije que para la edad no hay límites— le dejo claro, Paola, dándole un abrazo.
—Gracias, amiga.—
Mientras ellas se abrazaban. La mirada de Anyel y Elisa chocaron, hasta eso había cambiado, ya no sé podían normal, sus miradas buscaban ver sus labios, encendiendo cada parte de su ser.
Cómo en familia, así decidieron cenar, entre miradas que iban y venían, tratando de ocultar lo que ahora sentían. Aun así, siempre existe alguien que no se le pasa nada, por un lado.
—¿Eli, como vas con lo de la beca?— Indagó la abuela Roberta. La tensión fue mucha, la respuesta de Elisa ya no eran rápidas y llenas de alegría, no sabía qué decir, buscando en Añil la respuesta.
—Eli, Roberta te está haciendo una pregunta— interrumpió Paola los pensamientos de su hija.
—Oh, disculpa, es que, aún no me dicen nada— Respondió algo cabizbaja.
—No te preocupes mi niña, confía en tu destino. Creo en ti talento y sé que obtendrás esa beca— Afirmó la abuela, sin dejar de ver las expresiones de su nieto.
—Gracias— Habló Elisa con una sonrisa amable.
Era muy difícil, tratar de que todo siguiera como antes, cuando escuchar hablar de sus sueños, era más emocionante para el otro y eso ahora no era así. El corazón de cada uno dolía, al querer cambiar todo, que tener que irse lejos, no fuera una opción.
Aun así, Anyel no era capaz de decirle a Elisa que se quedara, que renunciará a sus sueños y siguieran en un juego que no sabía dónde llegaría.
—Eli, vamos para que anotes lo que tienes que entregar mañana— mintió Anyel, antes que se fueran.
Elisa se levantó con la atenta mirada de todos, aunque no eran miradas acusadoras, ella las sentía así. A pasos lentos llegó a la habitación donde Anyel ya la espera impaciente, haciendo el menos ruido posible, juntando sus labios, un corto beso que igual los dejo sin aire.
—Nos vemos mañana— hablo Anyel, poniendo su morral en sus espaldas y acompañándola afuera, la dejo siquiera decir una palabra. Claramente, no quería escucharla pedir que se estuviera esa locura.
Para él, sus labios se había convertido en la cosa más deseada, queriendo sentirlos en cada instante y mientras pudiera y ella no se negara, así sucedería. En sus manos no estaba evitar lo inevitable.
felicidades autora .
Que hermosa amistad la de Elisa, Noelia, Julián y Anyel.