Imagina un mundo donde lo virtual y lo real se entrelazan, y tu supervivencia depende de tu habilidad para adaptarte.
Aquí conoceremos a Soma Shiro, un joven gamer que recibe un misterioso paquete que lo transporta a NightRage. En este mundo, debe asumir el papel de guerrero, aunque con una peculiaridad, lleva una espada atorada en la boca.
NightRage no parece ser solo un juego, sino un desafío extremo que pone a prueba sus límites y su capacidad para confiar en los demás. ¿Logrará Shiro encontrar la salida, o quedará atrapado en este mundo para siempre?
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Capitulo 14
—Tú también eres uno de ellos, ¿no, "Elizabeth"? —dijo con un tono frío y severo.
Sagi, sorprendido por la repentina acusación, se quedó inmóvil por un momento. Las dudas lo consumían. La falsa Elizabeth comenzó a llorar, dejando caer su bastón, fingiendo debilidad
y angustia. Trataba de poner en duda la acusación de Tsukasa.
—¡¿Cómo puedes decir eso?! ¡Tsukasa, seguro tú eres el monstruo! ¡Estás intentando confundirnos! —gritó entre sollozos, intentando ganarse la simpatía de Sagi.
Pero Tsukasa no cedía.
—Tengo una habilidad que me permite detectar a los enemigos —respondió con calma, sin apartar el dedo del gatillo —Sé que no eres realmente Elizabeth. No trates de engañarnos.
Sagi, aunque todavía no podía estar seguro al cien por cien, sabía que algo no cuadraba con la Elizabeth que había aparecido. Con un sentimiento de determinación creciente, decidió actuar antes de que las cosas empeoraran. No
podía dudar más.
Con un rápido movimiento, activó su habilidad "Impulso", embistiéndose a sí mismo y a la falsa Elizabeth contra el monstruo cambiaformas que había atacado al mago. El impacto fue brutal, y los tres Sagi, la falsa Elizabeth y el monstruo,
cayeron al suelo. La sacerdotisa, horrorizada y paralizada por el miedo, observaba la escena,
incapaz de procesar lo que estaba ocurriendo. Había perdido a sus compañeros y ahora se encontraba sola, con lágrimas deslizándose por sus mejillas. El miedo la tenía completamente atrapada.
Sagi se levantó del suelo, aún aturdido por el impacto de su embestida contra los dos cambiaformas. Las criaturas, que habían dejado caer el bastón y la espada, comenzaron a fusionarse en una masa negra que crecía rápidamente hasta tomar la forma de un monstruo grotesco, de poco más de dos metros de altura. Sin decir nada, el monstruo miró hacia el dragón dormido y, con una fuerza
sobrehumana, arrancó una de sus escamas.
Los ojos del dragón “Iskandar, el dragón del Zero Absoluto” se abrieron de golpe. Sus pupilas, de un azul gélido, se dilataron, brillando con la intensidad de dos estrellas distantes, cargadas de un poder ancestral. Su nombre se destacaba en
rojo, con una calavera envolviendo las últimas letras, señal inequívoca de que este era un jefe de mazmorra.Los cambiaformas rieron con locura, excitados por la inminente escena.
—¡Despierta, bestia! —gritaron, alabando a Iskandar con una devoción enfermiza.
El dragón miró a su alrededor, reconociendo a los cambiaformas como una molestia insignificante. Sin perder tiempo, los devoró con un solo mordisco, reduciéndolos a un montón de huesos y carne triturada en cuestión de segundos. Sagi, aún atónito por la velocidad y ferocidad de la criatura, supo que debía actuar rápido.
Sin pensarlo dos veces, corrió hacia la pequeña sacerdotisa que había quedado petrificada por el horror. Era apenas una niña en apariencia, pero en sus ojos se veía el trauma de la traición y la muerte de sus compañeros. Sagi la levantó en
sus brazos, sintiendo su cuerpo tembloroso, y la llevó a un lugar más seguro, lejos del dragón.
—Tienes que huir —pensó, mientras la dejaba con cuidado cerca de la salida.
La sacerdotisa lo miró, asombrada por la valentía de Sagi. No pudo encontrar palabras para responder, y aunque todo su cuerpo le pedía que corriera, no se movió. Se quedó ahí, sentada, observando en silencio. Mientras tanto, Tsukasa había tomado la delantera, corriendo en círculos
alrededor del dragón con sus revolvers chamuscados, disparando a las estalactitas que colgaban del techo. Trozos de hielo caían sobre Iskandar, pero apenas le hacían daño.
—¡Vamos, monstruo! —gritó Tsukasa, tratando de llamar la atención del dragón.
Sabía que enfrentarse a Iskandar era un suicidio, pero lo hacía para dar tiempo a Sagi. Le debía eso. Sagi, desde la distancia, observaba cómo su amigo se arriesgaba, y rápidamente decidió apoyarlo. Activó su habilidad "Proyectiles Fantasmas" que recargó los revólveres de Tsukasa y restauró parte de su maná.
—Gracias, Sagi —murmuró Tsukasa, sonriendo levemente mientras sentía el maná fluir nuevamente a través de su cuerpo. Pero el dragón no era una criatura común. Iskandar balanceó su gigantesca cola con una velocidad que no coincidía con su tamaño. Tsukasa apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la cola lo embistiera con fuerza, lanzándolo contra
uno de los grandes pilares de hielo que adornaban la sala. El impacto fue brutal, y Tsukasa cayó al suelo, sangrando y apenas consciente.
Sagi estaba solo ahora. El dragón, imponente y aterrador, lo miraba con ojos fríos. El aire gélido que emanaba de Iskandar hacía que todo a su alrededor crujiera bajo una presión helada, y cada aliento suyo convertía el suelo en una capa más gruesa de hielo. Sagi intentó controlar su miedo, apretando con fuerza la empuñadura de la
espada. “Esto no acaba aquí” pensó. Su determinación ardía en su interior.
Activó
"Impulso", lanzándose hacia el dragón con una velocidad increíble. Iskandar intentó golpearlo con la cola, pero esta vez Sagi fue más rápido, deslizándose bajo su cuerpo masivo.
Justo bajo el dragón, Sagi vio la espada que uno de los cambiaformas había dejado caer. Era una espada ancha y pesada, que brillaba débilmente. Sin perder tiempo, la añadió a su inventario y rápidamente la revisó. El daño era impresionante. Pero a su vez notó algo en las propiedades de la espada. Tenía una característica extra.
—Esto es… — murmuro en su mente.
Pero justo antes de que pudiera hacer algo más, un destello de magia golpeó el ojo del dragón. Elizabeth, la verdadera Elizabeth, había llegado justo a tiempo y disparó un hechizo directo a su objetivo. El dragón rugió de dolor, cegado
momentáneamente. Sagi aprovechó la distracción. Con Tsukasa recuperándose lentamente, Sagi hizo una señal a su amigo. Señalaba su espada y luego a Tsukasa, indicándole que le disparara.
—¿Que? No te entiendo —gritó Tsukasa, aún aturdido —¿Quieres que te dispare?
Sagi siguió haciendo gestos, insistiendo en que disparara a su espada. Tsukasa, confiando en su amigo, aunque sin entender del todo, apuntó con uno de sus revólveres y disparó, destruyendo por completo uno de sus revolvers. El disparo impactó de lleno, y de inmediato la espada comenzó a brillar intensamente. La característica extra era "Adaptable". Podía absorber los elementos a su alrededor y transformar su filo en el mismo elemento. El filo de la espada ahora brillaba como un torrente imponente de fuego. Sagi no perdió tiempo. Con la espada en llamas en su boca, ajustó su postura y preparó su próximo ataque. Apretando su espada con fuerza y con todo su
cuerpo ardiendo con la misma determinación que el filo de su espada uso una vez más su habilidad.
—IMPULSO —gritó en su mente, y en un destello de fuego, se lanzó hacia una de las piernas del dragón. Cortándola por completo