Elena Martínez es una mujer que ha construido su vida alrededor de mentiras y secretos. Tras la trágica muerte de su hermano, se ha visto obligada a asumir una identidad falsa para infiltrarse en el círculo más íntimo del enigmático y poderoso Alejandro Montenegro, un empresario con un oscuro pasado. Alejandro, conocido por su frialdad y su habilidad para descubrir la verdad, comienza a sospechar de la nueva integrante de su equipo.
Lo que Elena no esperaba era que sus corazones comenzaran a entrelazarse en un juego peligroso de seducción y engaño. Mientras más se adentra en el mundo de Alejandro, más difícil se vuelve mantener su fachada. Las tensiones aumentan y los secretos que ambos ocultan amenazan con destruirlos.
A medida que la línea entre la verdad y la mentira se desdibuja, Elena deberá decidir entre revelar su verdadera identidad y arriesgarlo todo por amor, o seguir detrás de la máscara que ha creado para protegerse.
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Capitulo 5: Amores Prohibidos
Elena continuó con su rutina en Montenegro Enterprises, manteniendo una fachada de profesionalismo mientras sus pensamientos giraban en torno a la red de corrupción que había descubierto. Cada día era una batalla para mantener sus emociones bajo control, especialmente cuando tenía que interactuar con Alejandro.
Una tarde, después de una larga reunión, Alejandro se acercó a ella en el pasillo. Su expresión era más relajada que de costumbre, y sus ojos parecían buscar algo en los de Elena.
—Clara, ¿te gustaría acompañarme a cenar esta noche? Me gustaría discutir algunos aspectos del proyecto en un ambiente más informal —dijo, con una sonrisa que hizo que el corazón de Elena latiera más rápido.
Elena dudó por un momento, consciente del riesgo que implicaba estar más cerca de Alejandro. Pero también sabía que esta podría ser una oportunidad para obtener más información.
—Claro, señor Montenegro. Estaré encantada de acompañarlo —respondió, devolviéndole la sonrisa.
Esa noche, Alejandro la llevó a un elegante restaurante en el centro de la ciudad. La cena comenzó con conversaciones triviales sobre el trabajo y el futuro de la empresa, pero a medida que avanzaba la noche, la atmósfera se volvió más personal.
—Clara, siempre he admirado tu dedicación y profesionalismo —dijo Alejandro, mirándola con una intensidad que la hizo estremecer—. Pero me pregunto, ¿qué hay detrás de esa fachada? ¿Quién es realmente Clara Gómez?
Elena sintió que su corazón se aceleraba. Sabía que debía ser cautelosa con sus respuestas.
—Solo soy alguien que quiere hacer su trabajo lo mejor posible —dijo, manteniendo su tono neutral—. Y aprender todo lo que pueda en el proceso.
Alejandro asintió, pero no parecía satisfecho con la respuesta.
—Hay algo en ti que me intriga, Clara. Algo que no puedo descifrar. Pero quiero conocerte más allá del trabajo.
Elena sintió un conflicto interno. Por un lado, su misión y la necesidad de mantener su verdadera identidad oculta. Por otro, la atracción creciente que sentía por Alejandro, a pesar de todo lo que sabía sobre él y su empresa.
—Me halaga, señor Montenegro —dijo finalmente—. Pero creo que deberíamos mantener nuestra relación profesional.
Alejandro sonrió, pero sus ojos reflejaban una mezcla de frustración y admiración.
—Entiendo, Clara. Pero no puedo ignorar lo que siento. Solo quería que lo supieras.
La cena terminó con una conversación más ligera, pero la tensión entre ellos era palpable. Al despedirse, Alejandro le tomó la mano por un momento, mirándola con una intensidad que la dejó sin aliento.
Esa noche, en su apartamento, Elena se tumbó en su cama, luchando con sus sentimientos. Sabía que estaba en un terreno peligroso. Alejandro representaba todo lo que debía evitar, pero no podía negar la atracción que sentía por él.
Al día siguiente, decidió mantener la distancia con Alejandro, centrándose en su trabajo y en su investigación. Pero cada encuentro con él la dejaba más confundida.
Un día, mientras revisaba unos documentos, Alejandro entró en su oficina sin previo aviso. Su expresión era seria.
—Necesito hablar contigo, Clara. Es importante —dijo, cerrando la puerta detrás de él.
Elena sintió una oleada de nerviosismo. Se levantó de su escritorio y se acercó a él.
—¿Qué sucede, señor Montenegro?
Alejandro la miró con una intensidad que la hizo temblar.
—No puedo seguir fingiendo que no siento algo por ti, Clara. Sé que es inapropiado y complicado, pero no puedo ignorarlo.
Elena sintió un torbellino de emociones. Sabía que debía ser firme, pero la verdad era que sus propios sentimientos la estaban traicionando.
—Alejandro, esto es… complicado —dijo, buscando las palabras correctas—. No podemos permitirnos este tipo de distracciones.
Alejandro se acercó un paso más, y Elena sintió su proximidad como una descarga eléctrica.
—Lo sé, pero no puedo evitarlo. Quiero conocerte, Clara. Quiero entender lo que hay entre nosotros.
Elena luchó contra sus propios deseos, sabiendo que debía mantenerse firme.
—No podemos, Alejandro. Hay demasiadas cosas en juego.
Alejandro la miró por un largo momento antes de asentir lentamente.
—Lo entiendo, Clara. Pero quiero que sepas que mis sentimientos son reales. Y estaré aquí, esperando, si decides que quieres dar una oportunidad a esto.
Con esas palabras, Alejandro se dio la vuelta y salió de la oficina, dejando a Elena con el corazón acelerado y una confusión que no podía ignorar.
Elena sabía que estaba caminando sobre una delgada línea. Los amores prohibidos tenían el poder de destruir todo por lo que había trabajado, pero también de desvelar verdades que aún no había descubierto. Estaba más decidida que nunca a desenmascarar la corrupción, pero sus sentimientos por Alejandro añadían una capa de complejidad que no había anticipado.