Última parte de la saga Casualidad o Destino, continuando y culminando con la historia de Carlos y Lizbeth, así como de su descendencia, mostrando las experiencias, que puede vivir una persona sin importar, la edad que se tenga o la época en la que se encuentre.
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UN VIAJE Y UN ADIÓS
El avión despega con Carlos y Liz abordo, los cuales disfrutan cada momento, hasta llegar, al aeropuerto de los cabos, donde toman, un taxi que los deja en su crucero, el cual abordan de inmediato, dirigiéndose a su camarote, inmediatamente la pasión entre ellos no se hace esperar, dan rienda suelta a todos sus instintos, amándose sin parar, solo hasta que sus estómagos les avisan que necesitan comida, a lo cual ya había pasado medio día.
Liz:
Mi amor, después de tantos años, no pierdes el toque, con razón tenemos tantos nietos, nuestros hijos salieron a ti.
Carlos:
Ja, ja, ja, no digas eso, amor, los chicos son así por cuenta propia, pero ahora que me doy cuenta, no traemos ropa, la familia nos sorprendió con el viaje.
Liz:
Es cierto, bueno, traigo mi bolsa, y siempre cargas las tarjetas en tu cartera no habrá problema.
Carlos:
Es cierto, amor, solo deja checo el celular para ver si hay mensaje de los chicos.
Liz:
Cierto desde que partimos no hemos visto si hay mensajes, en el grupo familiar.
Al
revisar sus celulares, ambos se dan cuenta de que tienen mensajes de sus hijos.
Junior:
Papá, diviértanse, no se preocupen por el restaurante, ni por la casa, todos nos haremos cargo.
Carolina:
Mami, sé que los sorprendimos, no se preocupen, por la ropa, entre todas las chicas elegimos ropa adecuada para ti y papá.
Aldebaran:
Papá, sé que has de estar ocupado con mamá, si de casualidad no llevas tu cartera, llámame y les depositaré dinero.
Gienevive:
Suegros diviértanse, cuando lean todos los mensajes, olvídense de los teléfonos.
Kenia:
Concuerdo con Gienevive, olvídense de todo, solo diviértanse.
Alondra:
Suegros, el chef del crucero, es amigo mío, y me debe algunos favores, no se preocupen por la comida, les tendrá una buena mesa cerca del escenario.
Nietos:
Abuelito, diviértete y cuídate, no queremos un tío más chico que nosotros ee XD.
Carlos.
Condenados chiquillos ya me la pagarán cuando vuelva.
Liz:
Jjijijij, ya te conocen, los chicos amor,
Nietas:
Abuelita, no vayas a gastar mucho, al abuelito, y si te lastima nos avisas y te mandamos una cremita, XDDDD.
Liz:
Chiquillas latosas, ahora si se pasaron, pero ya se las cobraré llegando.
Carlos:
Ja, ja, ja, a verdad amor, no te gusta cuando es para ti.
Liz:
Amor es que sí se pasaron.
Carlos:
Ya nos la pagarán amor, mejor pidamos comida al cuarto
Al decir esto, piden las delicias del mar, al camarote, las cuales disfrutan ampliamente, al terminar sus alimentos, salen del camarote, recorriendo el crucero, disfrutando de la vista del mar, acomodándose en la cubierta, para reposar la comida y disfrutar un hermoso atardecer, mientras se miran mutuamente, con una expresión amorosa.
Al pasar los días, Carlos y Liz, realizan varias de las actividades del crucero, disfrutando de su mutua compañía, reafirmando más y más el inmenso amor que se tienen, recordando todo lo que han vivido juntos, formar una hermosa familia, un negocio próspero, y una gran satisfacción por todos los problemas que han superado
y los logros alcanzados.
El crucero navega, sin mayor problema, cumpliendo su travesía, tocando puerto, la feliz pareja, da un último paseo por la playa, comprando algunos recuerdos, para su familia, nadando en el mar como tantas otras veces lo habían hecho, terminando con un romántico, pasional y largo beso en la puesta del sol.
Al terminar esta segunda luna de miel, la feliz pareja regresa a casa, donde son sorprendidos, por toda su familia, con una fiesta de bienvenida, en compañía de sus amigos y seres queridos.
Al terminar la fiesta, todos se retiran, a sus respectivas habitaciones, felices por haber hecho felices a Carlos y Liz, ya que para ellos como padres y abuelos habían sido de lo mejor, ya que los habían apoyado siempre, además de educarlos, y regañándolos cuando fuera necesario, dándoles así la mejor educación que ellos pudieran desear.
Carlos:
Mi amor, lo hemos hecho bien, ¿no crees?
Liz:
Si mi vida, lo mejor que pudimos, nuestros hijos han formado sus propias familias, nos han dado, hermosos nietos, a los cuales a la mayoría hemos podido ver crecer.
Carlos:
¿Te arrepientes de algo mi amor?
Liz:
Para nada mi vida, todo ha sido de lo mejor, la vida nos puso retos y los superamos.
Carlos:
¿Habrá sido casualidad o destino?
Liz:
No lo sé amor, pero sí sé que todo pasa por una razón.
Carlos:
Eso es demasiado cierto mi amor hermosa, pero estarás de acuerdo, que hemos llegado a tener.
Ambos:
Amor infinito.
Carlos:
Gracias por todo mi amor, hasta mañana.
Liz:
No hay nada que agradecer, cariño mío, hasta mañana.
Al decir esto, Carlos y Liz, se dan un beso abrazándose, quedándose dormidos, profundamente.
Al día siguiente, todos bajan, preparan el desayuno, hacen todas las labores del hogar, pero se dan cuenta de que ni Carlos ni Liz bajaban, los chicos van y tocan a la puerta, sin respuesta, preocupados, gritan a los mayores, los cuales llegan inmediatamente, tocando la puerta más y más duro, gritando pero sin tener respuesta.
Junior:
Chicos traigan la llave de repuesto, llamen a una ambulancia, mis papás no contestan, vengan rápido.
Al oír esto, Aldebaran llega corriendo, abriendo la puerta, la ambulancia llega y los paramédicos suben, llegando al cuarto, checan signos vitales, al momento en que cubren ambos la cabeza con sus sabanas, todos los ahí presentes, confirmaban lo que ya esperaban.
Junior:
¡NO PUEDE SER!
Aldebaran:
¡NO NOS HAGAN ESTO AÚN TIENEN QUE VER CRECER A SU ÚLTIMO NIETO!
Carolina:
Papito, mami despierten, díganme que están dormidos, por favor.
Paramédicos:
Lo sentimos mucho, no hay nada que hacer.
Junior:
Lo entiendo, gracias por venir.
Los paramédicos se retiran y los tres adultos dan la terrible noticia a toda la familia.
Junior:
Chicos, sus abuelos están en un mejor lugar.
Al escuchar esto, algunos empiezan a llorar, mientras otros quedan en shock, con Carolina abrasando a todos los nietos.
Carolina:
Ya muchachos, sé que es duro, pero, sus abuelitos, ya están en el cielo.
Aldebaran:
Muchachos, lamentablemente es hora de decir no uno sino dos adioses.