La historia de una chica de provincia que al ir a trabajar a la capital del país, su vida cambio drásticamente
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Capitulo 17
Judith
Salgo de esa oficina, me asombro de lo que acabo de hacer, tuve sexo con mi jefe en su oficina y en horas laborales, pero si seré tonta. Me doy unos golpes en la frente, si en ese momento alguien hubiera entrado, no lo puedo volver a hacer, tengo que tener cuidado, a él no le preocupa nada porque él no pierde nada, pero yo perdería mi trabajo.
Dejo de pensar y sigo con lo mío, hay muchos oficios y contratos que redactar, muchos de ellos son de compradores, mismos que quieren vender nuestros productos, de pronto siento la necesidad de ir al sanitario, no aguanto más, de tanta prisa que tengo no me percató que deje mi teléfono.
Josué
Tengo tanto trabajo y ese timbre no deja de sonar, salgo molesto de la oficina y me doy cuenta que Judith no está en su lugar, y que el timbre que me tiene fastidiado es el de su teléfono, me acerco a su escritorio, abro el cajón y ahí está, sonando como si de una emergencia se tratará, veo en la pantalla el nombre de Jacobo, no pienso, por instinto lo tomo y contestó la llamada.
-Diga
-Perdón, creo que marque equivocado
Me contesta la voz del otro lado del teléfono
-Busca a Judith?
No resisto las ganas de saber que tiene que ver este tipo con mi mujer
-Sí, pensé que me había equivocado
-No, ella está ocupada, y me atreví a contestar su teléfono, gustas que le comenté algo?
-No, la llamo después, gracias
-Espera, de dónde la conoces?, solo para decirle que le llamaste
-Del antro, la noche del sábado, ella debe recordar, nuevamente gracias
Y cuelga, él desgraciado se atrevió a colgarme
Regresa Judith y me ve con su teléfono en la mano, estoy colérico, no espero a que diga una palabra, me extiende su mano, con ese gesto me indica que quiere su teléfono, doy media vuelta y me paro en la puerta de mi oficina
-Pasa, tenemos que hablar
Ella no dice nada, su actitud altiva hace que me moleste aún más, no espera a que diga nada, se sienta directamente frente a mi escritorio, yo paso recto y me siento en mi sillón ejecutivo
-Que tienes que decir?
-Que no tienes derecho a revisar mis cosas
-No las estaba revisando, el maldito aparato no dejaba de sonar, salí y no estabas, así...
-Así que contestaste, que conveniente
-No te hagas la ofendida, así fue, además el ofendido debo ser yo, no me dijiste que saliste el sábado y además que estabas con tu "amigo Jacobo"
-Pues sí, salí, y sí es mi amigo, sin tus comillas
Hace un ademán con las manos
-Y no hice nada malo, así que no veo porque te molestas
-No me avisaste, quedamos que
-No quedamos en nada, tú siempre das por hecho que no tengo derecho a divertirme, que por el simple hecho de estar contigo no puedo ni siquiera tener amigos
-A divertirte? que no te basta con el tiempo que pasamos juntos?
-Es un tiempo que pasamos encerrados en un hotel, no salimos a cenar, como lo haces con tu esposa o a un bar o a bailar, como lo hice con mi prima y mi hermana el fin de semana. Tal parece que no me entendiste cuando te dije que quiero divertirme, solo piensas en ti
-Y eso te justifica para que estés coqueteando con el primero que se te acerca
-Ya basta, te lo dije y te lo vuelvo a repetir, no soy una mujersuela que se acuesta con el primero que se le atraviesa, y ya me cansé de está situación, hasta aquí llegó esto, terminamos y no hace falta que te diga que también renunció
Judith
Me pongo de pie, tomo mi teléfono y salgo de esa oficina, no voy a dejar que me insulte, él no tiene ese derecho, él es el que le está siendo infiel a su esposa conmigo, si no me tiene confianza, ese no es mi problema
Imprimo mi carta de renuncia y la firmo, dudó por un momento en entrar y entregársela, de pronto su puerta se abre y ahí está él, con su mirada que me desarma, se acerca a mi y toma el papel que tengo en las manos y lo rompe
-Disculpame, ven vamos a hablar con calma
Me dice, no quiero entrar, sé que si lo hago vamos a volver a lo mismo, discusiones por hacer lo que me venga en gana
-Anda, perdoname, no voy a gritar, solo quiero hablar
Me pongo de pie y entro a su oficina, me vuelvo a sentar frente a su escritorio
-Te pido una disculpa, no debí reaccionar de la manera en que lo hice, pero me cegaron los celos, se que no es justificación, pero es la verdad
-No tienes derecho a gritarme y mucho menos a revisar mis cosas
-Lo sé, estoy muy apenado y arrepentido
Se pone de pie y camina hacía mí, se sienta en el sillón que se encuentra a un lado del sillón en el que estoy sentada, me toma de las manos
-Tienes razón, conmigo nunca sales a divertirte, así que te propongo algo
Siento que mi corazón se parte, al parecer está vez si va a aceptar que terminemos, tal vez lo que me va a ofrecer es transferirme a otro departamento y así no se queda con cargo de conciencia porque yo me quedé sin empleo, trago grueso, creo que está vez si terminaremos esta relación
Deberías contemplar la idea de continuarla. Un abrazo y bendiciones.
¿Será que los amantes secretos están locos?