Cegada por el primer amor confío en que era correspondida dando paso a lo que fue y lo que será la vida de Diana, una adolescente que comienza a experimentar una vida de maltratos
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Capítulo 5
Llego el lunes si fin vería a Javier, tenía mucho miedo por las consecuencias de mis actos, temor de ser una impura como decían mis padres a las mujeres que se entregaban antes del matrimonio, no es que yo lo hubiese planeado, por más que lo pienso no sé como todo pudo terminar así, yo solo quería salir como una chica normal, como las de mi clase, con un muchacho que le gusta y pasar un rato, solo eso, no planeaba tener sexo esa noche.
Mis padres me llevaron en el auto hasta la escuela, mi cabeza seguía con los pensamientos referentes a esa noche y lo que había hecho. Llegamos, me despido u entro a la escuela con una mezcla de incertidumbre en mi corazón, para mi sorpresa él no estaba en la entrada como siempre para recibirme con la rosa habitual de cada día, esto me entristeció y me dio mucho miedo, miedo de que luego de obtener lo que tan fácil le di, pasara de mí.
Más que nada ese era mi mayor miedo ya que siempre escuché decir a mi madre que una vez que los hombres obtienen tener relaciones sexuales con una mujer sin llegar al matrimonio pierden el interés, por eso insistía en que llegara virgen al matrimonio y yo no pude cumplirlo, me remordia el alma por mi ligereza.
Mis padres insistían mucho con relación a la pureza, no querían tener una hija deshonrada, además de que eso iba en sentido contrario de toda palabra de Dios, predicada por mis padres y plasmada en su santa palabra en la Biblia. Javier esa semana no se presentó a la escuela, comencé a preocuparme, me sentía mal, en casa mis padres comenzaron a notar mi tristeza, pero yo fingía que nada ocurría, debía fingir o atenerme a las consecuencias.
Para mi suerte Javier apareció la siguiente semana, no creía que podría soportar otro día más sin respuestas, al llegar a la escuela el lunes en la mañana estaba ahí, esperando en la entrada por mí, aunque no llevaba rosas, pero me alivio mucho verlo. Esa mañana me invitó a irme con él y saltarme las clases, obedecí al instante, pidiendo a Vivían que me cubriera con los profesores, no estaba acostumbraba a faltar jamás así que un desliz no me traería problemas y yo necesitaba mucho conversar con el.
Ese día me llevo a casa de un amigo, no era lo que yo me imaginé cuando dijo que salieran con él, su amigo en cuanto entramos salió de la casa, le dejo las llaves y le pidió que llamara cuando acabara, se dieron la mano en señal de saludo y se fue. Nos quedamos solos, yo iba comenzar a plantearle mis preocupaciones pero él fue directo a mi cuerpo, me quitó la ropa y comenzó a tener sexo conmigo, yo no sabía lo que debía hacer así que como no quería perderlo dejé que hiciera lo que quería conmigo.
Tener sexo con él no era lo que esperaba, incluso no me sentía nada bien con él, en ese sentido, era mi segunda vez, así que creí que era normal no sentir placer, más bien dolía un poco, pero no podía preguntar a mis padres y menos a mis amigas sobre eso, si se corría la voz podría pasarlo mal, también me daba un poco de pena hablar de eso con alguien, en casa era un tema tabú, igual para mis padres yo debía ser virgen hasta el matrimonio así que era algo lo cual jamás se hablaba en casa. Mi amiga Vivían era virgen aún, así que estaba sola con mis dudas.
Luego de tener sexo conmigo se vistió y me tiró la ropa para que hiciera lo mismo, me vestí también, al parecer se iba a ser costumbre sentirme así usada y vacía luego de estar con él. Se me ocurrió preguntarle qué si éramos novios, esto le causó risa, no entendía por qué reía, hasta que me dijo que esto era musical, que no me enamora, él era un alma libre, dijo.
Luego de esa experiencia me alejé de él, intentaba evitarlo en la escuela, mi cara solo reflejaba tristeza. De vez en cuando me buscaba para descargar conmigo, como decía, que más podría hacer yo si ya le había dado mi virginidad, nadie más me quería luego de eso, solo aceptaba sus migajas con la esperanza de que me quisiera algún día y se casará conmigo.
Cuando creí que nada podría ir a peor, llegaron los vómitos, el asco y la falta de menstruación, mis padres lo notaron y me llevaron a un examen completo, donde se confirmó que estaba embarazada, ese día perdí a mis padres, recogieron todas mis cosas y me dejaron en la calle, ya no tenían hija dijeron, me había convertido en una mujer de la vida, cerraron la puerta y quedé sola en el mundo con mis maletas en medio de la calle.