Porque Soy La Madre Del Hijo Del Diablo

Diez años han pasado, diez años en los que madre e hijo han tenido que superar un sin fin de circunstancias.

Alma, siendo madre soltera ha tenido que ser padre y madre del pequeño, quien ha crecido lleno de amor incondicional, pero también con normas y reglas, así como ejemplos para respetar y ser respetado, ella inculca mucho la idea de tratar como quieres ser tratado, y que nadie está sobre nadie, ha sido difícil que su hijo comprendiera todo esto, ya que su carácter siempre ha sido soberbio, siempre ha visto a los demás como personas inferiores y se ha ganado un sin fin de reportes escolares, puesto que no se detiene ni siquiera ante sus maestros.

- Por Dios César, ahora que pasó - Alma se acerca a su hijo, quien va llegando con un labio reventado

- Un estúpido pensó que podía insultarte sin recibir una paliza -

- Te he dicho que debes controlar tu carácter, mira como terminaste -

- Él terminó peor - le dice con una sonrisa mientras su madre limpia la herida - Auch!! -

- Me agrada la idea de que puedas defenderte de cualquiera, pero piensa en las consecuencias y en todo lo que hemos hablado -

- Ya lo sé mamá, las palabras se las lleva el viento y bla, bla, puedo soportar que me digan casi cualquier cosa, menos que hablen de ti, jamás permitiré que alguien insulte tu nombre, jamás!! -

- Gracias por pensar en mí - Alma toma la cara de su hijo y deja un beso en su frente - pero de ahora en adelante no me uses de excusa para agarrarte a golpes con otro niño -

- Es que no era un niño - su madre lo mira asombrada

- César!! -

- Qué?, era un imbécil que dijo que estabas más buena que la cerveza -

Alma no puede resistirse y ríe a carcajadas, su hijo la mira molesto y ofendido

- De nuevo gracias por defenderme, pero debes admitir que tenía razón en lo que dijo -

- Mamá!!! - Alma sigue riendo - no es gracioso!! -

- Cuando crezcas verás que si es divertido-

Después de ese momento madre e hijo prepararon la comida, siguieron platicando y pasando un muy buen rato juntos, a César le encantaba que su madre le contara sobre paseos y aventuras de su juventud, él añoraba hacer lo mismo cuando fuera más grande.

Comieron y después cada quien a lo suyo, a pesar de ser un alumno complicado por su fuerte carácter, también era lo que se llama un niño genio, comprendía sin problema cada materia, de hecho en ocasiones él corregía a sus maestros, podía sacar la máxima nota en sus exámenes, lástima que siempre bajaban sus calificaciones finales por su conducta.

Mientras Alma revisaba expedientes de niños del centro de atención, un golpe fuerte sonó desde dentro del cuarto de su hijo; inquieta se levantó del escritorio, caminó unos pasos en dirección de la escalera cuando un golpe aún más fuerte se escuchó, sin pensarlo subió corriendo, intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada por dentro

- César!! - gritaba y golpeaba la puerta - hijo abre!! -

Sonidos de cosas rompiendo asustaron cada vez más a Alma, el grito de su hijo la llevo a la desesperación, golpeaba la puerta con su hombro mientras gritaba su nombre, estaba adolorida, pero eso no impedía que siguiera intentando. Retrocedió unos pasos decidida a golpear lo más fuerte posible, cuando estaba a punto de tomar impulso, el sonido de la puerta abriéndose hizo que caminara despacio, empujó con cuidado, observando todo con horror.

El cuarto estaba por completo destruido, la cama, la ropa, los libros y libretas, todo estaba regado y esparcido, en una esquina se veía un par de luces amarillas, a primera impresión parecían ojos, pero como podrían serlo si no existían ojos de ese color y brillo. Siguió observando todo el lugar, cuando vio la mano de su hijo que sobresalía por un lado de la cama

- César!! - grito mientras se acercaba, al momento de estirar la mano para tocarlo, ese par de ojos amarillos se interpuso entre los dos.

Alma gritó espantada, era una especie de humo negro con forma de humano dónde sobresalía ese par de luces, con una de sus manos él negó, haciendo que Alma se molestara

- Quítate - le dijo firmemente, el humo seguía negando - no me separaras de mi hijo - una sonrisa de ultratumba resonó en el cuarto, haciendo que la piel de Alma se erizara

- No sé que pretendes!! - gritaba Alma mirando a todos lados - déjame en paz, a mí y a mi hijo!! -

- Que gracioso - la voz seguía escuchándose alrededor, era la voz de una mujer, una terrorífica mujer - de verdad quieres a este engendro, pero es una pena, el no debe existir, y si así lo decides, tú tampoco lo harás -

- No lo permitiré!!, escuchas!!, no lo permitiré!!! -

- Mátala - quedó el eco resonando, mientras los ojos brillantes cambiaron a un color rojo, el humo se abrazó a Alma entrando por su nariz y boca asfixiándola poco a poco, ella con gran esfuerzo se arrastró hacia su hijo, su amado César, la última imagen que quedó en sus recuerdos fue verlo tirado con los ojos abiertos, de ellos brotaba sangre, así como de su nariz, boca y oídos, Alma murió aterrorizada, imaginando la tortuosa muerte de su hijo...

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- Alma... Alma... Alma... Alma... Alma

- Por Dios, cinco minutos más - se movia entre las colchas

- Llevas descansando cinco días, creo que es tiempo suficiente para que recobres energías -

- Sí, claro - se quedó pensativa, esa voz no la conoce, despacio bajo la manta, dándose cuenta de que se encuentra en un lugar diferente, es un lugar por completo blanco, era agradable, reconfortante y lleno de luz

- Si te levantaras? - pregunta la misma voz, ella voltea por completo viendo al hombre frente a ella - hola, mi nombre es Esteban, bienvenida al cielo -

- Al cielo?...