Lea es una universitaria que se suicida pero reencarna en Tanea, una joven aristocrática qué tiene que vengarse por su hermana, teniendo que confrontarse con personas importantes e incluso con su prometido. Muchos secretos, traiciones y mentiras ¿su venganza saldrá bien o su vida se verá destruida?
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Es ahora o nunca.
-Escucha atentamente, te encargaré algo muy importante porque confío en ti. Puede que sea algo peligroso, pero si sale mal yo asumiré las consecuencias y no tú- hablé mientras caminaba en el mismo lugar concentrada en el plan que estaba en mi cabeza.
Innia me miraba con atención mientras estaba sentada en uno de los sofás individuales.
-Con el veneno que tienes entre tus manos tienes que ir a la cocina, cuando preparen el té para Marc le tienes que poner una gran cantidad para lograr el objetivo en el primer intento y así no arriesgar en más momentos- expliqué
Sus ojos se abrieron de par en par, su boca se abría y cerraba intentando buscar alguna palabra, pero no lo lograba.
-Sé que es algo impactante, pero tienes que entender que no es en vano, no hago esto por diversión y sin razón. No puedo explicarte ahora, pero cuando me sienta lista te lo diré-
-Pero, Tanea. Es el príncipe heredero, yo...- balbuceo
-Innia, por favor. Es un favor entre amigas, aunque tampoco será gratis porque te daré lo que quieras. ¿Quieres una casa? Te la daré, ¿dinero? También te lo daré, lo que tú quieras- mi tono de voz ya mostraba la desesperación
Hizo silencio unos minutos hasta que al final asintió aceptando mi propuesta.
Sintiendo una ráfaga de alivio la abracé con fuerza, susurrando incontables "gracias". Ella se aparta con delicadeza, con la mirada perdida me dice que iría a hacer lo que le pedí.
Espero que la suerte esté de nuestro lado.
El tiempo pasaba tan lento, si no fuera por el reloj pensaría que pasaron 10 horas, pero solo habían pasado una hora y media. El silencio de la habitación me hacía inquietar aún más, mi pierna se movía a son de la ansiedad.
La puerta se abrió de golpe, con brusquedad. A su vez me puse de pie, la pelinegra cerró la puerta y se recostó en ella unos segundos. Me puso aún más en alerta su comportamiento.
-Innia...- llamé con cuidado
Levantó la cabeza dejando ver sus ojos llorosos y rostro empapado, se acercó a mí, pero después retrocedió unos pasos. Sus manos temblaban como un papel, las movía intentando encontrar las palabras para hablar.
— No, no, no pude. Yo no pude hacerlo, no lo logré- tartamudeo
- No pasa nada, tranquila. Podemos intentar en otra ocasión o buscaré otra manera- intenté calmarla, atiné a acariciar sus brazos pero se apartó.
Me parecía extraño que se comportara así solo porque no pudo hacerlo, ¿no se animó a poner el veneno en la taza?
- No, no entiendes. No es lo que piensas, Tanea- habló con desespero
-Él se dio cuenta-
Me quedé inmóvil al escuchar esas palabras, ¿cómo se dio cuenta? No puede ser.
-Para tener todo en orden yo pedí permiso para llevarle el té, cuando se lo di Marc con tan solo ver el líquido se dio cuenta y se puso como loco, comenzó a reír de forma exagerada y se levantó a buscar algo entre sus cosas, pero salí corriendo- explicó
Pasé mis manos por el rostro, intentando entender toda la situación.
-¿Qué hiciste qué, Tanea?-
Levanté la vista y me encontré con Neyén en la puerta. Lo único que faltaba.
Estaba tan concentrada en la charla con Innia que no me percaté de la presencia de él.
Se acercó a pasos apurados a nosotras dos, su rostro reflejaba la sorpresa.
-Contéstame- exigió
Abrí la boca para contestar pero Innia interrumpió. Su estado no había mejorado, estaban en medio de una crisis.
- Eso no es todo, Tanea. Yo, yo necesito decirte toda la verdad. Te he estado traicionando todo este tiempo, le he informado cada paso y palabra tuya a Marc. Te juro que no quería, pero me amenazó, con el tiempo nos hicimos amigas y no podía soportar esto-
Mi cuerpo se debilitó, evite con todas mis fuerzas caerme. Miré a la pelinegra y luego a Neyén, quién su rostro había cambiado y miraba con ofensa a Innia.
Una traición inesperada, una explicación pendiente a mi prometido, son tantas cosas que mi cabeza no puede trabajar bien.
-Bueno, están todos presentes. Más espectadores para la gran obra que haré- la voz distintiva de Marc se hizo presente.
Todos volteamos a verlo y lo que llamó la atención fue la espada que tenía en su mano.