IRONICA VIDA

Matías sabía que era viuda, su amigo no sólo le había dado la referencia de ella, sino que le aseguró que sería una buena institutriz, que necesitaba trabajar para no volver a caer en depresión, pero sobre todo para solventar sus gastos antes de que sus ahorros se acabarán, la casa lo había comprado su esposo por lo que no le preocupaba pagar por vivienda, pero los demás gastos, al no estar su esposo, ahora le tocaba a ella pagarlos.

Un día cuando iban en su coche de regreso a casa los invistió una camioneta del lado del conductor, su esposo quedó prensado en el coche, tuvieron que usar maquinaria para sacarlo, murió antes de llegar al hospital, Mía llegó muy grave, tenía 4 meses de embarazo, estaban muy emocionados por su bebé, lograron estabilizarla después de varias horas, pero desafortunadamente no sólo perdió el bebé, sino que su matriz sufrió graves daños dejando casi nula la probabilidad de un nuevo embarazo. Tal vez nunca sabría lo que era tener un hijo propio, por eso su profesión le gustaba mucho, al menos podría dar amor a los pequeños que tuviera a su cargo.

Matías pensaba que era una mujer con mucho amor maternal que dar por lo que era una lástima que no pudiera ser madre como su amigo le había dicho. A Mía todo eso le había causado esa fuerte depresión, sus padres habían muerto años antes, no tuvo hermanos, sólo contaba con sus amigos Fabricio y Roxi, los cuales le apoyaron y estuvieron con ella durante todo el proceso.

Después de comer, jugar y ver películas con Mía, Cesarín se quedó dormido sobre su regazo, Matías lo cargo y lo iba a llevar al coche, entonces medio dormido el niño empezó a decir que no se fuera Mía, ella le pidió que le permitiera quedarse con ella esa noche y al otro día lo llevaría, Matías no estaba de acuerdo, ella estaba enferma, ¿cómo iba a cuidarse y cuidar a su hijo?, pero ella le aseguró que estarían bien, Matías llevo a su hijo a la habitación que Mía le indico para tomar una siesta, era chica comparada con las de su casa, pero se sentía acogedora, tenía fotos de ella de más joven y de los que se imaginaba eran su familia, tenía algunas pequeñas plantas en una mesa frente a la cama. Mía alzó la cobija y la sábana para que Matías colocará al pequeño, luego lo tapó.

 Matías se sentía inquieto de dejar a su hijo, las únicas veces que permitió que durmiera en otra casa sin él, fue en la de sus padres mientras viajaba por trabajo y no había con quién dejarlo. Mía tenía mejor semblante de cuando habían llegado, ya no estaba tan pálida y de sus ojos se había desaparecido un poco lo hinchado, quería preguntarle que tenía, porque sabía que no sólo era su malestar estomacal, por una infección de estómago no se lloraba tanto como para tener muy hinchados los ojos, pero no quería ofenderla por preguntar cosas personales cuando no había esa familiaridad para hacerlo.

Le habló a su chófer que fuera a un supermercado cercano y comprará lo necesario para que tuvieran para cenar y desayunar, compró vegetales, cereales, leche, Mía no quería que lo hiciera, pero ante su firmeza argumentando que era para su hijo, ella se quedó callada y aceptó. También le encargo una muda de ropa para el niño y su pijama.

Mía preparo la cena y cuando Cesarín despertó estaba todo listo, cenaron los  tres entre risas por las ocurrencias del pequeño, cuando su padre le preguntó si quería quedarse a dormir con Mía el dio saltos de alegría. Matías se retiró no sin antes decirle a su hijo que se portará bien, que recordará que su maestra se sentía mal, Cesarín se puso recto en forma militar y con su manita en la frente y dijo "SI SEÑOR", yo cuidare de mi maestra.

Mía estaba feliz, tenía miedo e incertidumbre de saber que pasaría con su futuro, sería madre, solo esperaba que su jefe no le despidiera cuando supiera que estaba embarazada, para ese entonces  llevaba casi un año trabajando con ellos, no quería alejarse de Cesarín, además necesitaría muchas cosas para el bebé. Desde que empezó a trabajar ahorraba tanto como podía, siempre fue muy ahorradora, al tener la ventaja que desayunaba y comía en la casa de Matías no gastaba casi en comida.

Baño a Cesarín y le colocó el pijama que le habían llevado, ella iba a dormir en la otra recamara, pero el pequeño le pidió dormir con ella, Mía le dijo que se bañaría y en un ratito más se acostaría a su lado, el pequeño aceptó. Mía se bañó, cambió y seco su cabello, el pequeño estaba dormido cuando ella se acostó, el niño se movió y se acercó a ella y le abrazo murmurando algo que le hizo derramar unas lágrimas, su corazón sentía algo extraño, el pequeño le había dicho . Pensaba si se sentiría  igual cuando su hijo le dijera mamá.

Al otro día se levantaron y después de alistarse fueron a desayunar, salieron de casa, pero antes de ir a casa de Matías, Mía tuvo deseos de llevarlo a un parque para que jugará, poco salía a convivir con otros niños, en el parque jugó corriendo con otros niños, subió a las resbaladillas, sube y baja, estaba feliz, cuando regresaron a casa, no estaba su papá, Mía subió a darle otro baño, había sudado mucho. A la hora de la comida fueron a comer a la cocina, pero una de las trabajadoras le informó que el señor ya había llegado y les estaba esperando en el comedor, Mía llevo a Cesarín al comedor y se paró a su lado para verificar que comiera bien, normalmente ella comía en la cocina con los demás trabajadores, le incomodaba comer al lado de su jefe, por lo que siempre   después de acomodar el pequeño se quedaba a su lado para verificar que comiera bien y ayudarlo si la necesitaba. Apenas iban a empezar a comer cuando llegó Arminda, Matías la saludo con un casto beso en la boca y le señaló un asiento para que los acompañará.

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