Monserrat Hernández es una respetada abogada defensora⚖️. Una tarde como cualquiera otra recibe una carta amenazante📃, las palabras la aterraron; opción 1: observar como muere las personas a su alrededor☠️, opción 2: suicidate.☠️
¿Que tipo de persona quiere dañar a Monserrat con esta clara amenaza mortal?✉️.
Descubre el misterio en este emocionante thriller de suspense😨😈
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(CAPITULO 20) UBICACIÓNES IMPORTANTES
Después de salir de la librería, Monserrat se dirigió al banco donde había guardado en una caja de seguridad su pasado. La caja contenía sus identificaciones reales, su Colt Python 357 y el dinero que había ahorrado durante años.
Al abrir la caja, Monserrat sintió un escalofrío. Allí estaban sus documentos, recordándole una vida que había dejado atrás. Su pasaporte, su licencia de conducir, su tarjeta de identificación. Todo llevaba el nombre de Monserrat Hernández, una identidad que había abandonado.
Por un momento, la nostalgia la invadió. Recordó su vida anterior, sus seres queridos, sus momentos felices. Pero sacudió la cabeza, recordando por qué había tenido que dejar todo atrás.
Tomó la pistola y un puñado de billetes, dejando el resto del dinero y los documentos en la caja. No los necesitaba. Su nueva vida requería una nueva identidad.
Cerró la caja y se dirigió a la recepcionista. "Quiero pagar por adelantado otra mensualidad", dijo, entregándole el dinero.
La recepcionista sonrió y procesó el pago. "Aquí tiene su nuevo código de seguridad y su llave de acceso", dijo, entregándole un sobre.
Monserrat lo tomó y verificó el contenido. Un nuevo código, una nueva llave. Una nueva capa de seguridad para su secreto.
Se despidió de la recepcionista y salió del banco, lista para enfrentar lo que viniera. Su Colt Python 357 pesaba en su bolsillo, un recordatorio de que estaba preparada para cualquier cosa.
Monserrat llegó a su departamento, su mente enfocada en el plan que había ideado. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para descubrir la verdad.
En cuanto Julián regresara, lo interrogaría a punta de arma. No había otra forma de obtener la información que necesitaba. Y esa información era crucial: la identidad de Lucifer, el tercer hijo de Harrison Foster.
Monserrat sabía que una vez que Julián revelara la identidad de Lucifer, la situación se complicaría. Lucifer, Lilith y Amon, los tres hermanos que habían quedado huérfanos y la querían ver muerta, creían que ella estaba muerta. Pero pronto se enterarían de la verdad.
Su supuesta muerte había sido una farsa, una estrategia para protegerse de la venganza de los hermanos Foster. Pero ahora, al revelar su verdadera identidad, Monserrat se exponía a un peligro mayor que nunca.
Se sentó en el sofá, su Colt Python 357 sobre la mesa frente a ella. Miró el arma, recordando las veces que la había utilizado para protegerse.
Pensó en Julián, en su mansión, en su influencia y poder. ¿Cómo podría ella, sola, enfrentarse a él y a los hermanos Foster?
Pero no tenía opción. Tenía que hacerlo. Por sí misma, por su pasado, por su futuro.
Se levantó y se dirigió a la ventana, mirando hacia la ciudad. La noche estaba cayendo, y con ella, la oscuridad.
Monserrat sabía que pronto se encontraría cara a cara con la oscuridad. Pero estaba lista.
Monserrat se levantó temprano, el sol apenas asomaba sobre el horizonte de Miami. La ciudad comenzaba a despertar, y con ella, el bullicio y la energía que la caracterizaban.
Se vistió rápidamente y salió de su departamento, el calor húmedo de la mañana la envolvió como un abrazo. La brisa del mar llegaba desde la distancia, mezclándose con el olor a café y pan fresco que emanaba de las cafeterías y panaderías de la calle.
Tomó un taxi en la esquina, y mientras se alejaba de su barrio, la ciudad se desplegó ante sus ojos. Los edificios de art déco de South Beach relucían bajo la luz matutina, sus colores pastel vibrantes como una pintura recién aplicada.
El taxi avanzó por Ocean Drive, y Monserrat vio el mar azul turquesa que se extendía hasta el horizonte. Las olas suaves besaban la orilla, dejando una estela de espuma blanca en la arena.
Más adelante, el taxi se sumergió en el tráfico de la ciudad, rodeado por los rascacielos de Downtown Miami y el sonido constante de bocinas y motores. La diversidad de la ciudad se reflejaba en los rostros de los transeúntes: cubanos, latinos, africanos, europeos, todos confluyendo en este crisol de culturas.
Finalmente, el taxi se detuvo frente a la librería donde Monserrat trabajaba. Se bajó y pagó al taxista, luego entró en la librería, saludando a sus compañeros de trabajo.
Mientras se instalaba en su puesto, una idea comenzó a tomar forma en su mente. Recordó a un hacker anónimo con quien había establecido contacto meses atrás, alguien que podría ayudarla a descubrir la verdad sobre los hermanos Foster
Pero había un problema: ese hacker creía que ella estaba muerta. Todos lo creían. Monserrat sonrió para sí, decidida a cambiar eso.
Se sentó frente a la computadora de la librería y comenzó a escribir un mensaje, su corazón latiendo con anticipación.
"Echo: Estoy viva. Necesito tu ayuda de nuevo."
La tarde transcurría tranquilamente en la librería, con clientes entrando y saliendo, buscando títulos nuevos o clásicos. Monserrat trabajaba con eficiencia, ayudando a los clientes y reponiendo estantes.
De repente, la computadora emitió un sonido de notificación. Monserrat se apresuró a verificar la página web donde había dejado el mensaje para Echo.
Su corazón saltó al ver la respuesta de Echo:
"Monserrat... ¿Eres tú? ¡Pensé que habías muerto! En todas las noticias locales de Miami y en los periódicos se informó sobre el incendio de tu casa. La policía encontró tu ropa y frascos de medicamentos vacíos, y una carta... Una carta que decía que te habías ido para siempre. Todos pensamos que te habías tomado una dosis mortal y te habías adentrado en el mar.
¿Qué pasó? ¿Por qué simulaste tu muerte? Estoy confundido y preocupado. Pensé que te había perdido para siempre."
Monserrat sonrió, aliviada de que Echo hubiera respondido. Comenzó a escribir una respuesta:
"Echo, sí soy yo. Simulé mi muerte para protegerme. No puedo explicarte todo aquí, pero necesito tu ayuda. Los hermanos Foster y Julián Blackwood siguen siendo una amenaza. Necesito saber más sobre ellos."
Monserrat envió el mensaje y esperó con ansiedad la respuesta de Echo. Sabía que podía confiar en él, y que juntos podrían descubrir la verdad.
La respuesta de Echo no tardó en llegar:
"Monserrat, claro que puedo. Pero debes saber que corro un riesgo al ayudarte. Los hermanos Foster tienen conexiones profundas en la ciudad de Nueva York. ¿Estás segura de que quieres seguir adelante?
¿Qué necesitas saber sobre ellos?"
Monserrat sonrió, sabiendo que Echo estaba de su lado. Ahora podían comenzar a desentrañar el misterio que la rodeaba.
Monserrat se concentró en la pantalla, sus dedos volando sobre el teclado:
"Echo, necesito saber la dirección de Lilith y Amon. Tengo planes de regresar a Nueva York y cambiar el juego. Ellos han sido los cazadores durante demasiado tiempo. Ahora soy yo quien será la cazadora.
Necesito saber dónde encontrarlos, dónde viven, dónde trabajan. Cualquier información que puedas proporcionarme será valiosa."
Monserrat envió el mensaje y esperó con ansiedad la respuesta de Echo.
La respuesta de Echo no tardó en llegar:
"Monserrat, te advierto, los hermanos Foster no son fáciles de encontrar. Tienen una red de seguridad y protección impresionante. Pero te proporcionaré la información que tengo.
Lilith vive en un apartamento de lujo en el Upper West Side, en la calle 72, cerca del Teatro de Broadway donde trabaja. La dirección exacta es 240 Central Park West.
Amon tiene su bufete de abogados en el centro de Manhattan, en la calle 42. Su dirección es 14 Penn Plaza.
Ten cuidado, Monserrat. Los hermanos Foster no son personas con las que se juega."
Monserrat sonrió, satisfecha con la información que Echo le había proporcionado. Ahora tenía un plan.
"Echo, gracias por la información. Te debo una."
Monserrat se sumergió en sus pensamientos, la información de las direcciones de los hermanos Foster resonando en su mente.
"Ahora es mi turno", se dijo a sí misma, una sonrisa siniestra curvando sus labios. "Seré la cazadora, y ellos serán mis presas."
Imaginó el miedo en los ojos de Lilith y Amon cuando supieran que ella estaba detrás de ellos. El mismo miedo que había sentido ella cuando ellos la habían perseguido.
"Pero esta vez, será personal", se prometió a sí misma. "Tan personal como lo hicieron ellos contra mí."
Monserrat sabía que Lucifer, el hermano mayor, se escondería tras su red de protección, pero estaba segura de que si atacaba a Lilith y Amon, él saldría de su cueva.
"Lucifer no podrá resistir la tentación de proteger a sus hermanos", se dijo. "Y cuando lo haga, estaré lista."
La idea de enfrentarse a Lucifer cara a cara la llenó de adrenalina. Era el momento de cobrar venganza por todo lo que había sufrido.
"Este es el comienzo del fin", se dijo a sí misma, su voz baja y determinada.
La oscuridad se cernió sobre la ciudad, pero Monserrat se sentía iluminada por una llama de venganza. La cacería había comenzado.