La vida es la esencia misma, la esencia son los artes manipulables.
El arte de la vida, realidad y muerte; y el arte de los elementos.
Unos nacen con gran Voluntad, otros con una mediocre. Otros deciden luchar con garras y dientes, otros quedarse a esperar.
Unos nacen en la gloria, otros deben pelear por esa gloria. Otros yacen en la ruina, y otros crean su ruina.
La vida es injusta, sin embargo, es justa para quienes deciden enfrentarla. Pocos lo logran, y cuando lo logran, el mundo se doblega ante su voluntad.
Solo aquel con una Voluntad insondable y vasta, es capaz de subyugar y manipular la voluntad de otro, sin embargo esto es tabú.
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Cap 3: Una pequeña muestra de aprecio
A pesar de estar en el segundo piso de la academia, no tuve miedo de saltar.
Es más, el miedo se evaporó con la adrenalina a tope.
La altura era bastante considerable, sin embargo, solo tenía que aferrarme al árbol cercano para evitar matarme en el proceso.
El árbol era enorme, sus hojas frondosas daban cobija a bastantes aves, su sombra se proyectaba más allá de las paredes de la academia, y era tan antiguo como lo es un anciano de mi familia.
Me aferré a la primera rama que pude topar, no obstante, mi peso gano. La rama se quebró como un fino cristal.
La caída era lo de menos importancia, lo que si importaba ahora, era que pude ver a Mark, salir volando de la ventana hacia el árbol. Todo eso veía mientras me golpeaba y rasgada la piel con las diferentes ramas del árbol.
Para cuando llegue al suelo, mi cuerpo estaba lleno de moretones y raspones, por donde poca sangre salía chorreando hacia el suelo.
No esperé a que me agarre de nuevo, así que, volví a poner en marcha mis doloridas piernas que temblaban como si estuviera cargando con varios pesos encima.
Escuchaba el crujir de las ramas y las hojas chocar entre sí. "Carajo, se está acercando".
Luché con el constante dolor palpitante, no deje de correr a pesar de la constante falta de aire.
– ¡Quédate donde estás, bastardo! –. Ladró Mark, con bastante ira en su tono.
"Ya entiendo por qué es el tercer mejor de esa familia, su arte de la vida es bastante eficaz".
La Familia Fronken, son la tercera casa real de este reino. Y se especializan en el arte de la vida y la realidad. Su arte se basa en la recuperación tanto física como mental, y los casos más raros como Mark, pueden restaurar los tejidos destruidos y devolverlos a su estado anterior, en otras palabras sanación. Normalmente, los ojos de los Fronken son de color avellana, pero suelen cambiar bajo el brillo de su voluntad encendida, mostrando un color violeta.
Es por eso que este desgraciado aún puede moverse, a pesar de haberle desgarrado el cuello.
Los árboles se alzaban sobre mi cabeza, haciendo sombra al imponente sol que se cernía sobre todo el Reino. El aire era bastante fresco en esta época, por lo que correr no se me hacía tan abrumador.
El ambiente volvió a ponerse pesado, haciendo que mis ya cansadas piernas se doblegaran ante el peso de la voluntad de Mark. Cedí ante el peso de su voluntad encendida, caí de rodillas y quede tumbado en el suelo, donde algunas hojas verdes y otras muertas de color marrón se encontraban regadas por todo el suelo.
Fue cuando sentí el angustioso crujir de mi pantorrilla quebrarse bajo el pie de Mark.
– ¡Aaaargggh... mierda! –. Mi grito hilarante por el dolor se distorsionaba, cuando otro pisotón cayó en mi mano derecha, con la cual le había desgarrado el cuello.
– Te dije que no saldrías ileso, ahora deberás volver con muchas fracturas, perro –. Lo dijo con tanta naturalidad, que me hizo pensar que fracturar huesos por gusto era algo muy normal.
Justo cuando creía que volvería con dos manos quebradas, una voz grave e imponente se alzó sobre el constante alarido de mi dolor.
– ¡Mark Fronken! - Mark se estremeció al escuchar dicha voz- más vale, que tengas una buena excusa para este tipo de conducta, porque te aseguro que esta vez no lo dejaré pasar –. Advirtió Lukas Solaris, mi maestro de esgrima, y también hermano del rey.
"Salvado por mis gritos, quien lo diría, después de todo, gritar como loco si resulta bastante inteligente".
– Maestro Lukas, le aseguro que esto no es nada para lo que él hizo, si mira mi cuello lleno de cicatrices por los cortes salvajes que él mismo me hizo, verá que, no es por nada que lo estoy destrozando,–. Respondió Mark, alzando su cuello, dejando a la vista un cuello bastante desfigurado, pero sin ninguna mancha de sangre, a pesa de estar bañado en ella.
– Eso no me importa, él no es cualquier persona como para destrozarlo por completo –. Refutó el maestro Lukas.
– ¿Acaso importa? Solo son la quinta familia –. Cuestionó Mark.
"¿Y te parece poco, maldito lunático?".
– Valian de la familia Voltwar, no se preocupe, hoy no saldrá de esta academia, hasta que esté completamente sanado –. Argumentos Lukas, con una voz bastante profunda, como si hubiera más de lo que hubiera dicho. Y añadió sin vacilar: – En cuanto a usted Mark, será enviado al director, para que remita un informe completo de lo que ha hecho hoy, ahora larguese de aquí, antes de que le arranque la lengua –.
Mark parecía dudar de sus acciones, es más, me parecía temblar de pavor, pero sin dejar mostrar alguna emoción en su estoico rostro.
Desactivo su voluntad, y el brillo de sus ojos volvió a atenuarse, dejando solo sus ojos avellana. Se inclinó respetuosamente hacia el maestro, y caminó pasando a su lado sin mirarlo.
Luego el maestro Lukas me recogió, murmurando una serie de maldiciones vagas, que el viento se llevaba, apenas si distinguía su voz. El maestro andaba vestido con su elegante toga roja, con un sol bordado en su espalda, los borde la toga eran de hijos color dorado, y su cuello con símbolos bastante conocidos en este reino. Sus ojos carmín, mostraban gran profundidad e imponían pavor, era de una estatura bastante alta, y de músculos bien desarrollados por el entrenamiento y de vez en cuando enfrentamientos en la frontera.
Aunque ahora eso es trabajo de mi familia.
– Gracias Máster, me salvó de no poder caminar por un tiempo –.
Lukas estaba mirando los árboles, y simplemente dijo sin mucha emoción: – Es mi deber –.
Lo miré con admiración y me dejé llevar por él.
***
La mañana se paso volando, y la hora del almuerzo ha transcurrido con rapidez. Mis heridas eran leves a comparación de la mañana. Las fracturas habían curado, sin embargo, aún había riesgo de volver a quebrarse.
Todo mi cuerpo estaba vendado. "La doctora Fronken, sí que había hecho maravillas".
En la academia existe el departamento del arte de la vida, donde mayormente están aquellos que tienen afinidad con la materia viva y pueden manipularla o simplemente restaurarla.
La doctora en sí, no pertenece a la sangre Fronken, sin embargo, su habilidad con el arte de la vida, le valió un pase directo para formar parte de dicha familia. Ahora ella es hija adoptiva del tercer hermano del patriarca de los Fronken.
Mientras divagaba en mis pensamientos, la doctora Clare hizo acto de presencia, tomó las hojas que colgaban al pie de la cama, reviso unos apuntes, observó mis vendajes y tachó en la hoja.
Su bata de doctora era blanca, con un sol bordado atrás y en su pecho un bordado violeta que dibujaba a una diosa que representa al arte de la vida. Su cabello lacio, pintado de color violeta, llegaba por debajo de los hombros, recogido en una coleta; sus llamativos ojos grises que se escondían detrás de unos lentes cuadrados pequeños, que expresaban seriedad a quien sea que viera.
– Veo que se ha recuperado rápido, joven Voltwar. – Dijo, sin ninguna pizca de emoción.
Me examiné a mi mismo, y luego asentí en señal de afirmación.
– Para la próxima evite enfrentarse a personas que no son de su calibre, ahora por favor necesito que se retire –. Advirtió la doctora Clare, con aires de desprecio.
Sin esperar a que diga algo se retiró sin mirar atrás, mientras agarraba y estrujaba las hojas en las que había anotado mi historial médico.
"Mmm... Richard, tú y tu bocata solo me han traído problemas".
Me vestí con la misma camisa manchada en sangre y rasgada por la arrastrada, y por las ramas del árbol; mis pantalones oscuros estaban rotos y sucios; mis zapatos negros ahora parecían zapatos de cerrajero.
"Rayos, mamá me va a matar".
Caminé al patio de comidas, donde me sirvieron un plato de mariscos, ya que por lo menos podían darme lo que quiero, para eso pagan mis padres.
Las miradas que se cernían sobre mi era bastante incómodo, me rasqué la mejilla derecha mientras buscaba una mesa para comer.
Podía escuchar los murmullos de los estudiantes, unos se burlaban, otros sentían pena, y otros solo seguían conversando sobre sus planes.
Incapaz de poder sostener las miradas y los murmullos constantes, me levanté y con un fuerte grito dije: – ¡Basta, mierdas, dejen comer por lo menos! –.
El grito parece haber calmado las miradas y los murmullos, porque enseguida comenzaron a comer como si nada hubiera pasado. Cuando me senté a seguir comiendo Richard apareció con un plato de comida al frente mío.
Lo miré con irritación, mientras que él mantenía su serenidad impasible, como si nada lo atormentara.
— Así que por eso no fuiste a ninguna clase. Tu pequeña riña con esos tres muchachos corrió como la pólvora, saben que le rebanaste el cuello a Mark Fronken, eso sí que es un buen logro, es más, me atrevería a decir que si él no fuera un sanador ya estaría muerto ¿no es gracioso? —. Su pregunta era venenosa.
– Si hubiera muerto habría sido bajo su propia responsabilidad. Si él está preparado para dejar inválido a alguien, él tiene que estar preparado para morir –. Sin embargo, añadí como sentencia final: – No le puedes decir a una persona que no se defienda, porque lo hará, así tenga que arrebatar la vida de su agresor –.
Él bajo la mirada como si estuviera analizando mis palabras y simplemente dijo: – Puede que tengas algo de razón –.
"La tengo, idiota".
El día transcurrió como debería haber transcurrido desde la mañana, pero bueno así es la vida.
Antes de que me marche de la academia, el maestro Lukas me llamó, mire hacia atrás y él ya venía caminando hacia mi. Traía entre sus manos un libro grande.
– Valian, toma, este es el libro que habías solicitado en mi clase. Te lo regalo, es como una disculpa por lo que te sucedió hoy –. Dijo Lukas, con un tono melancólico y alegre a la vez.
"Se disculpa por algo que no es su culpa, vaya, ahora me siento culpable".
– Gracias Máster, lo cuidaré –. Agradecí, mientras me rascaba la mejilla.
– Vé, y no te preocupes por el mañana, siempre sale un nuevo sol para todos –. Añadió con una sonrisa que no llegaba a completarse.
"Vaya chiste". – Claro, gracias por su motivación –. Y sin mirar atrás me retiré. Subí al carro donde me esperaba Brock.
– Joven, espero de todo corazón que no se haya dejado vandalizar sin mostrar resistencia –. Exclamó con bastante disgusto.
– Tranquilo, estoy seguro de que le dejé marcas por lo menos para unos tres días –. Respondí a su comentario con alegría apenas reprimida.
Brock miró hacia atrás, echando un vistazo a todo mi cuerpo, luego buscó algo en la secreta y sacó una caja negra con diseños de mares divisado en su contorno. Extendió su mano y me la entregó.
– Tenga esto le servirá para que se recupere más rápido –. Dijo con un tono de aprecio.
– Supongo que gracias, Brock, en serio, gracias –.
También me paso una mochila azul oscura y dijo que me cambiará, que él no deseaba oler todo el camino la sangre seca. Agarré la mochila le agradecí de nuevo, y sin responderme piso el pedal y el carro echo a correr.
"Bueno no todo salio mal hoy".