 
                            Tras una muerte trágica, Sofía recibe una nueva oportunidad para corregir el pasado. En su vida anterior, fue despreciada por sus padres, que preferían a su hermana adoptiva, y traicionada por el hombre que amaba, responsable de su final.
Decidida a ser feliz, Sofía dejará todo atrás y valorará a quienes la amaron de verdad en ambas vidas.
 Ella, una mujer plus size. Él, un hombre mayor y con discapacidad. Ambos rechazados por la familia y el mundo.
Mientras quienes los lastimaron se encaminan a la ruina, Sofía y Rafael avanzan juntos hacia el éxito y un gran amor.
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Capítulo 21
Inmediatamente, Sofía hizo algo que no solía hacer. Le envió un mensaje a Lily, una amiga que hizo en las clases de baile.
Era la primera amiga que hacía en su vida, en su otra vida nunca tuvo la oportunidad de hacer amistades.
Ella recordó que las amigas hacían eso, se pedían consejos amorosos unas a otras.
Así que resolvió probar.
Después de borrar y escribir el mensaje varias veces, ella envió algunos mensajes:
"Lili, perdona que te moleste a esta hora, pero no tengo a nadie más a quien preguntarle esto".
"Si conocieras a un hombre mayor, muy guapo y muy gentil también y sintieras ganas de besarlo, ¿significa que estás enamorada?"
"Yo ya he estado enamorada antes, de otra persona, pero antes yo quería que esa persona tomara la iniciativa de besarme, y no es lo que siento ahora, yo quiero tener el coraje de besar a ese hombre mayor, entonces es diferente, ¿no?"
A pesar de tener recuerdos de su otra vida, Sofía solo tuvo a Lucas en su vida y ahora, ni siquiera sabía si lo que sentía por él era amor de verdad o solo dependencia emocional.
Entonces, en cuestión de sentimientos, sentía que no había aprendido nada.
De repente alguien golpea la puerta y ella guarda el celular en el bolsillo y va a abrir.
Era Alexander, preguntando si ella necesitaba ayuda, pues había notado que ella ya estaba un rato en la cocina cocinando.
— Bien, sí… en realidad sería una sorpresa. Pero todavía no he puesto la mesa.
— Entonces deja conmigo que yo pongo la mesa.
Alexander dijo y fue para el comedor, seguido por Sofía.
Mientras ellos conversaban, él distribuía los platos, cubiertos, servilletas... Todo meticulosamente organizado.
— ¡Listo, ya terminé!
— ¿Pero solo hay lugar para dos personas? Alexander, ¿no vas a cenar con nosotros?
— Hoy no, otro día cenamos, ¿está bien? — él miró el reloj y continuó — ¡Tengo un compromiso ahora y ya fui liberado por el Sr. Castro! ¡Buen provecho para ustedes!
Alexander salió inmediatamente, no dejando espacio para que Sofía replicara.
Así que Alexander salió, Rafael apareció.
Él estaba con el cabello mojado y vistiendo aquel robe que solía vestir.
Sofía ya percibió que él tenía esa costumbre, de después del trabajo tomar un baño refrescante y vestir un robe. A veces él cogía un vino y tomaba, escuchando música y relajándose.
Él era una presencia suave, constante y confortante.
Estar con él era diferente de su vida con Lucas que era estresante y por muchas veces, humillante.
Ella sonrió tímidamente y dijo:
— ¿Te gusta la pasta a la carbonara? Yo hice un poco. Es muy bueno comer comidas caseras, ¿sabías? Hace bien para la salud. Y si quieres, yo puedo cocinar siempre nuestra cena.
— Si no te molesta y… si es para que cenemos siempre juntos, podemos combinar así, yo hago las compras y tú cocinas.
Ella sonrió asintiendo en positivo y se sentó. Rafael se sentó a su lado y cogió un poco de pasta y colocó en el plato de ella, su brazo se aproximó de su nariz y el olor de su gel de baño la envolvió.
Involuntariamente ella respiró hondo, sintiendo aquella fragancia refrescante, ella pensó que sería tan bueno dormir sintiendo aquel olor.
— ¡Qué olor bueno! — ella dijo, cerrando los ojos.
— ¡Sí, está oliendo bien! Me quedé sorprendido que la princesita de la familia Moreira sepa cocinar tan bien…
— ¡Oh! — Sofía abrió la boca, sorprendida por haber pensado en voz alta — Yo… yo… es que…
“¡Ay, Dios mío! Ni mis pensamientos estoy consiguiendo esconder más…”
Ella colocó la mano en la frente, lamentándose.
— ¿Dije algo errado?
Ella miró y vio a Rafael observándola.
“¡Realmente muy guapo!”, ella pensó y colocó la mano en la boca.
Rafael arqueó la ceja, pensando que ella se estaba comportando de forma muy extraña.
Él cogió enrolló un poco de pasta en el tenedor y llevó a la boca de ella.
— Come un poco, debes estar con hambre.
Sorprendida, Sofía continuó con la boca abierta y dejó un poco de pasta caer.
“Eso fue… Ah, eso fue… ¡me encantó!”
Ella de repente imaginó ellos casándose, teniendo hijos y viviendo en una casa de frente al mar.
— ¡¿Sofía?! — Rafael dijo, balanceando la mano en frente de ella, percibiendo que de repente su mente viajó para algún lugar desconocido.
— ¡Eso sería perfecto! — ella dijo, haciendo sus pensamientos tomar voz nuevamente.
Rafael arqueó la ceja.
— ¿Qué sería perfecto? ¿Tú y yo cenando juntos, todos los días?
Él aproximó el pulgar de la boca de ella y tocó, limpiando. Parecía que minúsculos fuegos de artificios comenzaron a explotar donde su dedo tocaba.
Ella acompañó con la mirada, todavía atónita.
De repente, su celular comenzó a sonar, varias notificaciones.
— ¡Ah, disculpa! ¡No silencié! No es educado usar el celular en la mesa… — ella dijo, nerviosa y torpe.
Estaba tan nerviosa que en vez de silenciar el celular, acabó accionando el audio de las notificaciones y de repente, en alto y buen sim una voz femenina comenzó a hablar:
“¿Me estás preguntando si estás enamorada? ¡Debes estar muy enamorada!”
“Guapo, mayor y gentil, ¡él debe ser todo lo bueno! ¡Bésalo, amiga! Besa mucho, tíralo en la cama y haz todo lo que tengas ganas! Te voy a dar un consejo, usa una lencería bien sexy, él no va a resistir…”
— ¡Ah! ¡Esto debe ser una pesadilla! — Sofía gritó y tiró el celular en la pared que se destrozó y la voz paró.
Ella estaba con los ojos muy abiertos y más roja que un pimiento.
Calmadamente, Rafael cogió un poco de pasta y colocó en la boca, masticando lentamente. Él estaba con muchas ganas de reír, pero se aguantó con todas sus fuerzas.
— Rafael, no es lo que estás pensando. Yo no dije eso… ¡Ay, Dios mío! ¿Por qué fui a hacer amistad con una mujer loca?
Ella intentó justificar.
— Ella debe ser una buena amiga…