Maria Cristina Alcantara viajo a una fiesta a Las Vegas. En el Hotel Casino Volcano le robaron su documentación. De igual manera al empresario Fernando Espinosa. Ese robo les traería muchos problemas a estos dos jóvenes. Los pillos ladrones usaron su documentación para un casamiento rápido estilo Las Vegas. Desde este incidente estaban casados sin saberlo y los problemas vendrían. ¿Quizás también el amor?
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Capítulo 4. Bigamia o Asesinato?
Casada 4
Casada con un desconocido.
Capítulo 4. ¿Bigamia o asesinato?
Elsa ISASA
María Cristina llegó en su auto rentado al camino que le conducía según el GPS a la propiedad de Fernando Espinosa.
Cuando avanzó por la amplia cancela una combi escolar salía.
Aparcó su carro frente a una monumental casa estilo rancho, blanca y majestuosa en ese despojado paisaje. Las montañas parecían encuadrar una vista de ensueño de ese hogar y mientras salía del carro, sintió un escalofrío intenso debido al frío del exterior y a sus nervios. Un adolescente tiraba en ese momento su mochila escolar en unos sillones del corredor.
– Muchacho. Buenas tardes. ¿Esta es la casa del Señor Fernando Espinosa?.-
– Aja. Es mi padre. - dijo el chico mirándola con asombro.
– ¿Tu padre?¿ Así que existe una madre verdad?-- María Cristina estaba asombrada. El tipo incluso era un hombre casado y con un hijo. ¡Esto era bigamia!.
– ¡Claro que tengo madre! Usted es bastante vieja como para creer en la cigüeña. –
– Por favor. Puedes llamar a tu madre o a tu padre. Necesito con urgencia verlos. -dijo un poco molesta por la calificación de “ vieja”.
– No están. Dígame. ¿Es usted la chica de la foto que tenía mi papá? ¿Creo que se llama María Cristina Alcántara verdad?--
– ¿Tu padre tiene fotos mías?- la cosa se estaba poniendo más grave pensó María Cristina – y¿ cómo sabes mi nombre?--
– Tenía su documento y se de usted por internet. Se que es empresaria y vive en Buenos Aires. Se que tiene novio y bastante dinero ¿Qué hace persiguiendo a mi padre?
– No lo persigo. Es decir quiero aclarar algo muy importante con él. Tu padre tomó mi documento y realizó un acto delictivo…
– Imposible. Mi padre reenvió su documento a la policía que lo mandó por error. Mi padre no es un delincuente. -
– Hijo. ¿No entras? Aquí afuera hace frío. Y quién es esta Señorita. ¿Tu maestra?- dijo Matilda abriendo la puerta de entrada.
– Busca a papá. Ya le dije que no está. - contestó Lucas.
– ¿Usted es la Señora Espinosa?- dijo Cris- necesito conversar en privado con usted.
– No. La Señora Espinosa no está ni estará. Desapareció un día y nunca más la vimos. Soy la Ama de llaves.- Respondió la mujer.
María Cristina sintió un escalofrío. Mujer desaparecida misteriosamente seguro era el marido el asesino. Sus pensamientos eran lúgubres. No podía quedarse en el lugar.
– El Señor suele venir tarde de su trabajo. Por favor. Siéntese¿.Quiere tomar un café o chocolate caliente?. –Decía amablemente la empleada.
María Cristina se sentó temblando. Su vista abarcó el gran salón con bellos sillones y alfombras. En los ventanales amplios se veía el paisaje maravilloso del lugar. En la estufa a leña crepitaba un agradable fuego. Todo era hermoso y cálido. Ese ambiente familiar no indicaba que su dueño sea una buena persona.
Terminó aceptando un café y viendo como el jovencito que le había recibido se sentaba en una mesa con su computadora y su merienda.
– Lucas. Hijo. Toma tus alimentos primero y luego juegas - decía con paciencia Matilda.
Lucas con unos intensos auriculares o no la escuchaba o no hacía caso.
Cris sacó su celular de su cartera pero no tenía señal.
Matilda rápidamente le sacó el celular de la mano causándole más temor.
– Permítame. Le pondré la señal del wifi. - dijo.
La joven ya no sabía en quién confiar. Pero la mujer le devolvió su celular y eso la tranquilizó.
–Creo que no esperaré al Señor Fernando. Buscaré un hotel cercano y si usted me da el número de teléfono lo llamaré y concertare una entrevista. –
– No lo encontrarás. Al hotel. No hay hoteles cerca. Es mejor que espere al Señor Fernando si el tema es urgente. - dijo Matilda.-- supongo que podrá quedarse a dormir acá si es muy tarde para manejar. Las rutas son peligrosas con nieve. -
– ¿Dormir acá? No. No por favor. -: replicó -No quiero molestar - siguió para mejorar sus palabras.--¡ qué pena lo de la Señora Espinosa! ¿Realmente no la han encontrado nunca?-- dijo.
– Nunca. Creemos que se marchó del país. Fue un casamiento de conveniencia económica y no funcionó. Por favor. No hable de la Señora Lilian con el Señor. Le pone de mal humor. – dijo.
– Bien. El hecho que haya abandonado al Señor Fernando no indica que él esté separado. ¿Sigue casado verdad?- comentó Cristina.
– Legalmente viudo. Según las autoridades. Pero no es un tema de lo que se hable en este hogar. - replicó Matilda.
La noche caía y un extraño silencio se hacía entre ambas mujeres.
De golpe unas luces y el ruido de una camioneta se escuchó en el frente del edificio.
El Señor de la casa había llegado. Desde el ventanal lo vió llegar. Era un hombre grande y de barba crecida, con chamarras y botas camperas. Un joven corrió al carro y se dispuso a llevarlo a guardar.
El empresario caminaba a grandes pasos por el corredor y Matilda caminó hacia la puerta para recibirlo.
– Buenas tardes Señor Fernando - dijo tomando su chamarra.- -Tiene visita. Una Señorita lo espera. - dijo la Ama de llaves.
– ¿Una Señorita? ¿Quién? ¿Qué desea?- dijo el personaje con voz grave y mirada fulminante.
– La Señora Matilde se equivoca Señor Fernando Espinosa. Soy una señora casada como usted bien sabe. - dijo Cristina sin amilanarse por esa mirada de fuego y esa presencia desarreglada e intimidante.
–¡ Y porque tengo que saber algo de su vida mujer! ¡Qué diablos busca en mi casa.! Márchese de inmediato. Lo que sea que venda no me interesa. – le dijo mirando profundamente los ojos grandes y maravillosos de María Cristina.
– ¡Tiene que saber de mi vida porque usted es mi marido! De alguna manera cuando robó mi documento en las Vegas usted se ha casado conmigo. ¡Quiero el divorcio maldito delincuente!- contestó Cristina.
Los ojos abiertos y profundos de Fernando quedaron fijos en ese rostro de la hermosa rubia que le estaba insultando. Su asombro era genuino.¿ Podría ser que los pillos ladrones los hubieran casado? Tenía ganas de soltar una sonora carcajada pero el tema era serio. Muy serio para ambos y esa belleza estaba realmente enojada.